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Parlamento Latino, las oportunidades del think tank legislativo regional
Jue, 03/02/2022 - 12:07

Igor Galo

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Igor Galo

Director de Comunicación Latam IE University / IE Business School.

“Libre crezca fecundo el pensamiento de exaltar, con amor la libertad; promover en un haz,
unidos todos, los Derechos Humanos y la Paz”. Son las primeras estrofas del himno oficial del himno de Parlatino, como se conoce al Parlamento Latinoamericano. Y son las que cantarían el próximo 11 y 12 de febrero de 2022 los más de 200 parlamentarios, hasta 12 por país, que acudan a la Asamblea General del organismo que se celebrará en esas fechas. 

Al menos si las conocieran. Ya que en general, uno de los principales problemas de esta institución legislativa, creada en 1964 y con sede en la ciudad de Panamá desde 2007, es el desconocimiento de su existencia por parte de los ciudadanos de los 23 países miembros: todos los de la región de habla española y portuguesa, aunque curiosamente también los países de pasado colonial neerlandés, como Surinam o Aruba. Belice, Jamaica o la Guyana de habla inglesa, por el contrario, no forman parte de este organismo internacional, al igual que la Guayana Francesa, que aun forma parte del estado francés. 

Entre los objetivos plasmados en sus documentos fundacionales están, en lugar destacado, “la defensa de la democracia y la integración latinoamericana y caribeña”. Nada diferencial respecto a la mayor parte de los organismos internacionales de la región latinoamericana, donde, por otro lado, se da una tendencia a la multiplicación de organismos similares a niveles y con objetivos parecido. ¿Qué utilidad tiene entonces el Parlamento Latinoamericano? 

El Parlatino es uno de los escasos parlamentos regionales, casi continental en su caso, que existe el mundo. Su creación fue precedida por el del Parlamento Europeo, fundado en 1952 y al mismo tiempo anterior a otros proyectos como el Parlamento Africano y a otros regionales como el parlamento andino o centroamericano.  

Uno de sus primeros aspectos diferenciales, por lo tanto, ha sido su propia resiliencia y supervivencia a lo largo de sus 57 años. Lo que no es poca cosa. Especialmente teniendo en cuenta la corta vida que han tenido otros parlamentos regionales latinoamericanos como el Parlamento de Unasur, levantado cerca de Cochabamba Bolivia, y cuya sede se terminó coincidiendo con la práctica desaparición del organismo. 

Desde hace 58 años, el Parlatino ha ido desarrollándose en sus funciones a un ritmo quizás lento, pero también seguro. Lejos de los grandes focos mediáticos y conflictos políticos, a diferencia de otros organismos regionales similares, es un proyecto discreto con base no en los gobiernos que ostenta el poder, sino en los partidos políticos que ocupan los asientos en los órganos legislativos del continente. Esto le ha permitido consolidarse como un lugar de encuentro de senadores y congresistas de toda la región, dotado de sosiego y tranquilidad para debatir los principales problemas, retos y oportunidades que afronta América Latina. 

El legislativo latinoamericano se ha convertido, en cierta forma, en un think-tank que reúne a los legisladores de todo el subcontinente para analizar y debatir los retos sociales, políticos y económico, y, por lo tanto, también legislativos, que afronta la región. Pero no solo, la institución suele ser visitada frecuentemente por instituciones y parlamento de otros continentes como el Parlamento Europeo, o más recientemente figuras políticas e institucionales de Marruecos o Turquía. En el pasado se abrió un Salón Chino en la sede del organismo. Sin duda, el legislativo regional con sede en la Ciudad de Panamá está en el radar de los servicios diplomático de las potencial mundial como lugar de cabildeo.   

¿Cuál es, por lo tanto, la aportación a la sociedad latinoamericano del Parlatino? Más allá de ser un foro de encuentro de baja conflictividad entre senadores y congresistas de toda la región, quizás su resultado más tangible sean las Leyes Marcos, una producción legislativa encaminada a asesorar a los estados miembros del Parlamento Latino en la propia redacción de sus leyes. 

Son más de 103 Leyes marco la que ha producido en su historia, con un ritmo creciente en el tiempo. Once Leyes Marco se aprobaron tan solo en 2021. Algunas de ellas fueron la L.M sobre Movilidad Eléctrica, la L.M. sobre Eficiencia energética o la L.M. sobre delitos informático. Y la mayor parte de ella, aprobadas por unanimidad, o casi. 

Aspectos novedosos en las legislaciones de los países integrantes, y que las Leyes Marco del Parlatino sirven para guiar y lograr enfoques comunes entre las diferentes legislaciones nacionales de la región. (https://parlatino.org/leyes-modelo-aprobadas-por-el-parlatino/). 

Se trata de un modelo similar utilizado en otras entidades legislativas internacionales, y muy parecido a las Directrices del Parlamento Europeo. Aunque debido a la menor integración política de América Latina, su cumplimiento por parte de los parlamentos nacionales no está garantizada, como en el caso europeo, que, mediante un sistema de sanciones, logra que las directivas europeas sean transpuestas a las legislaciones más temprano que tarde. 

Claro que el presupuesto del Parlatino ronda los US$ 3 millones al año y cuenta con poco más de 20 funcionados, frente a los US$ 2.000 millones de su contraparte europea que emplea a varios miles de trabajadores. Una cifra modesta, también en comparación para cualquier otro organismo con sede en la región, sufragada por las cuotas de los países miembros además de otras fuentes y donantes. 

Con mucho potencial para impulsar la cohesión en el continente, a partir de leyes marcos y el intercambio de experiencias legislativas entre senadores y congresos de orígenes diversos y contactos con otros cuerpos legislativos del mundo, el Parlamento de América Latina y el Caribe abrirá su Asamblea General de nuevo el 11 de febrero para renovar los cargos de la institución que fue presidida durante su último periodo por el senador chileno Jorge Pizarro.  Países, y potencias, juagarán sus cartas para estar presentes e influir en los puestos de mando de esta discreta, pero relevante, institución. Durante dos días, la Ciudad de Panamá se convertirá en la capital legislativa de América Latina.  

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