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¿Bogotá inteligente?
Martes, Mayo 22, 2012 - 19:00

En el Instituto Tecnológico de Massachussets hay un laboratorio donde se piensan las ciudades del futuro. Es el “Smart Cities Lab”, un espacio de proyección de ciudades inteligentes, donde trabaja el profesor Dennis Frenchman.

Durante las últimas décadas,Frenchman se ha dedicado a estudiar la formación de las ciudades del siglo XXI y la relación de estas con la tecnología comunicativa y energética. Hoy habla de cómo internet puede mejorar los sistemas de transporte (por ejemplo, si cada bus del sistema está conectado a la red). También se preocupa por la construcción de ciudades sostenibles y no depredadoras.
Bogotá, que más temprano que tarde, se perfila a convertirse en una ciudad de más de 10 millones habitantes, compartirá retos emergentes con muchas otras ciudades del planeta. Aprovechando el paso que tuvo por Colombia durante el foro Ciudades Inteligentes,  hablamos con él sobre algunos debates actuales de Bogotá, especialmente en materia de sostenibilidad urbana.
En estos momentos el alcalde Gustavo Petro está planteando un cambio en el modelo de crecimiento de la ciudad, ¿cómo percibe usted los debates actuales que vive Bogotá?
Yo sé acerca de Bogotá gracias al trabajo innovador que han hecho alrededor de Transmilenio, algunos espacios públicos y parques, que son bastantes reconocidos alrededor del mundo. También es muy conocido el trabajo en seguridad que se desarrolla acá y en Medellín.
El alcalde Petro ha puesto mucho énfasis en cambiar la manera en la que planeamos la ciudad. Para el futuro, ¿cuáles son los dos elementos que más deben preocupar a los planificadores de ciudades como Bogotá?
El talento y el trabajo. Tenemos que esforzarnos por crear trabajos que se ajusten a los talentos que hoy tiene la población joven e insertarlos en industrias del siglo XXI, particularmente en el sector creativo. Crear esos trabajos incentivaría a los jóvenes a quedarse en la ciudad, y la planeación puede jugar un papel muy importante en este proceso.
¿Cómo?
Las industrias del siglo XXI no son las mismas que las del siglo XX. Así que necesitamos encontrar formas de sacar adelante a la gente. La industria, las universidades, la planeación de las ciudades debe impulsar la educación Tenemos que invertir en todas aquellas habilidades que permiten generar nuevas industrias. Además hay que tener en cuenta que hoy todas las grandes ciudades compiten globalmente, lo que implica comenzar a tener una perspectiva global y a competir para atraer industria dentro de las ciudades.
Hoy hablamos mucho en Bogotá de “densificación”, construir edificios en el centro y frenar la expansión de la ciudad. Esta administración ha optado por que ese modelo privilegie esa densificación a través de la construcción de 40.000 nuevas viviendas de interés social en estos cuatro años ¿le suena ese modelo?
La densificación es inevitable. Simplemente no tenemos suficiente tierra, otra opción sería ineficiente en términos de consumo de energía y recursos. Además de crear muchísimo más tráfico. Soy un firme creyente en la densidad, pero pienso que no puede tratarse solo de vivienda de interés social. Las ciudades brillan con la diversidad, con la creatividad, con la cultura, con la energía, así que debemos diseñar modelos que contemplen usos mixtos. Además tenemos que atraer a las industrias de nuevo al centro, crear trabajos allí y proveer un rango amplio de servicios. Necesitas ricos y pobres: un alto nivel de diversidad.
¿El reto sería encontrar cuál la mezcla perfecta entre vivienda de interés y desarrollo privado?
Se trata de hacer lo que mejor que se pueda. Es un arte. En el centro de Guadalajara, por ejemplo, estamos trabajando en un modelo que incluye entidades públicas, industria, cultura, educación y también vivienda de interés social. Y hay vecindades que rodean el proyecto que serán remodeladas. Es una mezcla, en la que también hay que preservar lo más que puedas del patrimonio.
Una cosa que nos preocupa es que estos proyectos se desarrollen con el mensaje equivocado. Que se le diga a los bogotanos de ingresos altos: prepárense que aquí vienen los pobres, lo quieran o no. ¿Cómo lograr un consenso voluntario y positivo para construir estos espacios urbanos?
No lo sé.
Pero en los Estados Unidos ustedes lo han logrado…
Sí, lo hemos logrado, como en Cambridge, donde cualquier proyecto de lujo debe garantizar que el 15% del proyecto se desarrolle en el marco de la construcción de vivienda de bajo presupuesto. Eso es una política pública y funcionó. Supongo que nosotros encontramos, a través de experiencias muy amargas, que concentrar una sola clase social en una zona de la ciudad es muy difícil en el largo plazo. Si puedes mezclar a la gente, logras un sentido de comunidad. Pero lo más importante es que necesitas trabajar con la gente que vive allí. En nuestra experiencia, si no se involucra en este proceso a todos las partes afectadas, el proyecto tiende a fracasar.
¿Cómo evitar la expulsión de los habitantes pobres por cuenta de la valorización de la tierra cuando se realizan proyectos privados?
Es duro. Porque tú quieres tener compañías de alta calidad, y eso atrae dinero y eleva los precios. Se puede hacer lo que nosotros llamamos “zonificación incluyente” donde residencias o industrias de clase alta que se posicionan en la zona deben además proveer trabajo o vivienda de interés social para personas que no pueden proveerla, y de esta manera apoyarlos en su desarrollo. Mi modelo es Seúl, hace 20 años era una ciudad llena de tugurios y lograron salir adelante.
Usted ha escrito mucho sobre energía, ¿cómo lograr ciudades sostenibles, que respeten el medio ambiente, como enuncia el actual Plan de Desarrollo de esta administración?
Puedes hacer cada edificio de manera sostenible, en tecnologías LED ¿Y sabes cuánto salvas? Como 5%. Es mucho, pero no suficiente. ¿Qué alternativas tenemos? Construir edificios altos entre los cuales se cree un tejido de usos mixtos y ofertas alternativas de transporte, como Nueva York, que es muy eficiente en términos energéticos. Las ciudades donde la gente tiene incentivos para salir a la calle y encontrarse con otra gente son más eficientes. Porque el momento en que las personas consumen más energía es cuando están dentro de su trabajo.

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ELESPECTADOR.COM