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Integridad para integrar
Martes, Marzo 23, 2010 - 11:17

Por Germán Retana, Incae Business School

¡Ser creíble! Este es un reto crucial que enfrenta una persona para que otras estén dispuestas a seguirle y trabajar con ella. Cuando los miembros de un equipo creen en sus compañeros, su nivel de cohesión aumenta y la posibilidad de superar los desafíos que se imponen también crece.

¿Quiénes son creíbles? Los que logran integrar tres pilares: sus discursos, sus emociones y sus acciones. Prometer cooperación, trabajar en equipo, servir a los demás y actuar con honestidad, por ejemplo, es cuestión de palabras y hay personas con elocuencia para expresarlas. Los discursos o expresiones verbales sirven para vender una visión, una propuesta de futuro ideal y la sensatez de un cambio en la empresa o equipo. Esgrimir argumentos convincentes es una virtud que abre oídos y predispone positivamente, pero no es suficiente.

El segundo pilar para gozar de la confianza de los demás, es poseer una convicción tan profunda sobre el contenido de ese discurso cotidiano, que hace surgir una pasión natural, un estado emocional que contagia de entusiasmo a los miembros de la organización porque observan coherencia entre las palabras y los sentimientos de quien las dice.

Incluso, es posible que esa pasión supere algunas deficiencias en el uso de las palabras, aumentándose así la voluntad de quienes escuchan para creer en sus líderes, dirigentes y compañeros.

El tercer pilar es esencial: conductas visiblemente congruentes con el discurso, los sentimientos y las emociones expresadas. El respeto a los propios valores personales y el compromiso con las palabras expresadas permitirá que los comportamientos sean consistentes y que, por lo tanto, la credibilidad crezca con autenticidad y fortaleza.

Así, llamamos íntegro a quien integra discursos, emociones y conductas sustentadas en sanos principios de convivencia.

No se trata de ser infalibles. ¿Quién de nosotros lo es? Pero cuando las contradicciones e incoherencias entre estos tres pilares son un hábito, los supuestos líderes se caen, tarde o temprano, del pedestal del poder; y los miembros del equipo que son falsos se derrumban en los momentos críticos. El miedo a que quede al descubierto la incongruencia de su trilogía: discursos, emociones y acciones, les hace abusar de su autoridad, tergiversar verdades, o evadir la confrontación.

El periodista David Brinkley dice que "una persona de éxito es aquella que puede construir una base firme con los ladrillos que otros le han arrojado." En igual forma, triunfan más las organizaciones dirigidas por líderes que no se amilanan ante esos ladrillos, porque han unido los tres pilares descritos en una sólida estructura moral que les hace creíbles e integran la férrea voluntad de sus miembros para luchar por un mismo objetivo.

Autores

Germán Retana