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Expertos alertan que EE.UU. ya va perdiendo la "guerra de los drones"
Lunes, Marzo 9, 2015 - 12:44

Los titubeos del gobierno estadounidense acerca de la regulación de estos equipos han dado a las empresas extranjeras una ventaja inicial a la hora de averiguar la mejor manera de explotarlos.

Por Jeremy Wagstaff. Los drones, o vehículos aéreos no tripulados, son un tema candente en Silicon Valley, pero los titubeos del gobierno de Estados Unidos acerca de su regulación han dado a las empresas extranjeras una ventaja inicial a la hora de averiguar la mejor manera de explotarlos.

La inversión mundial en drones podría rondar los US$100.000 millones en la próxima década. El uso comercial de estos vehículos, en áreas que incluyen la agricultura, el cine, supervisión de tuberías y envío de paquetes, representaría una octava parte de ese mercado, según BI Inteligence.

Sin embargo, durante años la FAA, la principal autoridad responsable de la regulación de la aviación en Estados Unidos, se ha movido lento y hasta el mes pasado no publicó el borrador con las normas sobre dónde, cómo y quién puede volar drones.

Es probable que normativa tarde al menos un año en entrar en vigor, lo que es una buena noticia para las empresas que operan fuera de Estados Unidos y que buscan hacer negocio con los drones.

Sky-Futures, una compañía británica que domina el uso de aviones no tripulados para recoger y analizar datos de inspección para compañías de petróleo y gas, dice que su negocio se disparó un 700%  el año pasado por la adopción de esta nueva tecnología en una industria normalmente conservadora.

Su cofundador y director general Chris Blackford dijo que la compañía está combinando los drones con software y una mejor comprensión de lo que funciona en el terreno, dando a Sky-Futures "una ventaja inicial sobre Estados Unidos porque entendemos muy desde dentro los problemas a los que se enfrenta el mercado de petróleo y gas, y cómo podemos resolverlos mediante la tecnología".

Las regulaciones más laxas han creado bolsas de innovación que atraen ideas, dinero e impulso, opina Patrick Thévoz, cofundador y presidente ejecutivo de la suiza Flyability, que fabrica aviones no tripulados dentro de una caja esférica que les permite avanzar a través de puertas, túneles y bosques sin desestabilizarse.

Otra empresa británica, BioCarbon Engineering, confía en acelerar la reforestación mediante el uso de aviones no tripulados que planten semillas germinadas, y las acciones de la neocelandesa Zelanda Martin Aircraft triplicaron su valor en los primeros días tras salir a la bolsa australiana el mes pasado.

Los inversores esperan que Zelanda Martin Aircraft logre desarrollar una nave no tripulada que pueda ser utilizada en la industria militar, de petróleo y gas, minera y agrícola.

En Japón, el Gobierno está tratando de regular por una vía rápida y favorable a la industria con el fin de dar una ventaja a su negocio de drones.

ACEITE DE PALMA Y PERROS CALLEJEROS

Pero el verdadero trabajo, según dicen en el sector, está en la construcción del ecosistema para el dron: la carga, el software, el operador y el usuario final, y que los datos tengan sentido. Eso sólo puede lograrse mediante la conexión con los potenciales clientes.

"Mientras no tengas un usuario final porque no pueden usarlo, básicamente te estás perdiendo una buena parte del ecosistema", dice Thevoz.

En Singapur, Garuda Robotics ya está yendo más allá de ser un operador de aviones no tripulados. "Los drones son un medio para obtener datos desde el cielo", dice su cofundador y consejero delegado Mark Yon. "Pero si no puedes procesarlo entonces no creas ningún valor para el cliente".

La compañía ha estado ayudando a cartografiar los límites de plantaciones de aceite de palma en Malasia y ha incorporado la posibilidad de calibrar las cámaras de los drones para medir los niveles de humedad en árboles individuales. Ahora está trabajando con ingenieros agrónomos para encontrar cómo dar sentido a esos datos para valorar la salud de los árboles y su posible rendimiento.

Otros proyectos incluyen el montaje en tiempo real de mapas tridimensionales de obras de construcción para ayudar a los programas de construcción, el control y la reducción de la proliferación de algas, o vigilar jaurías de perros callejeros a través de cámaras infrarrojas.

Todo esto sería difícil, si es que no imposible, con una regulación de la FAA que limite el vuelo de un dron si no está al alcance de la vista del operador, o por la noche.

Aunque por lo general la regulación va normalmente detrás de la tecnología, nadie apuesta en contra de que Silicon Valley domine esta industria en el largo plazo. El año pasado, más de US$100 millones fueron a parar a empresas de nueva creación de Estados Unidos en este ámbito, según CB Insights, el doble que en 2013.

"Que no nos engañemos", dijo Philip Von Meyenburg, que dirige una empresa que opera aviones no tripulados de Singapur. "En Estados Unidos, saben lo que se está haciendo".

Y China, también, participa en el juego ante la rápida caída de los precios del hardware. La china DJI vende aviones dirigidos al consumo por US500, lo que complica que las empresas que producen a menor volumen justifiquen sus precios más altos.

"El desafío para todos los fabricantes de aviones no tripulados ahora es que estamos en un mercado que está en constante evolución", dijo Thévoz de Flyability.

Autores

Reuters