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José Martínez quiere transformar la basura de Bogotá en bioetanol
Miércoles, Mayo 8, 2013 - 12:53

Aunque la idea aún está en fase de desarrollo, el modelo de negocios que se maneja preliminarmente contempla una alianza público-privada, explica el coordinador del programa de especialización en gestión de residuos sólidos de la Universidad EAN.

Hace algunas semanas la Universidad EAN, en Colombia, dio a conocer un proyecto que, de concretarse, permitirá darle un nuevo uso a buena parte de los residuos sólidos orgánicos que se generan en la capital de ese país, Bogotá. Así, no sólo se sacarán esos desechos de los rellenos sanitarios sino que, además, se dará lugar a un emprendimiento cuyo fin es la producción de biocombustibles, específicamente bioetanol. No es todo. Otra externalidad positiva de la propuesta es que no afectará la seguridad alimentaria ni los precios de vegetales comestibles habitualmente utilizados para este objetivo, puesto que la caña azucarera o el maíz serán sustuidos por estos desperdicios de origen biológico.

A la cabeza de la iniciativa está José Alejandro Martínez, quien explica que la apuesta nace en el seno del programa de especialización en gestión de residuos sólidos que se imparte en EAN y del cual él es coordinador. Añade que también ha colaborado la Universidad de Castilla-La Mancha, en España, debido a un convenio entre ambas instituciones. Eso sí, la génesis está en un estudio desarrollado por una ex alumna que aspiraba a la doble titulación en Colombia y España. “Ella empezó a investigar alternativas para aprovechar y manejar de manera adecuada la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos”, señala el académico.

Con todo, declara que el tema de la basura orgánica es de alta relevancia en la nación cafetera, pues según el Banco Mundial “tenemos un 54% promedio, con picos de hasta 65% y mínimos de 48%, de residuos orgánicos en los desechos sólidos urbanos. Sabiendo que nuestra principal forma de disposición de estos materiales es en rellenos sanitarios, la gestión y aprovechamiento de esa media de 54% indicaría inmediatamente el incremento de vida útil de los rellenos”.

Al detallar los beneficios de la propuesta, Martínez expone que en la actualidad los biocombustibles se derivan de la fermentación de azúcares de la caña de azúcar, la remolacha o almidones que se obtienen de la planta de maíz o de yuca, lo que conlleva “una serie de inconvenientes en cuanto a seguridad alimenticia en muchos países, colaborando también con el aumento de los costos de los alimentos a nivel mundial”, dice.

Agrega: “Buscamos aprovechar ese material, reducir los costos para los municipios y ciudades, proponer una oferta de valor en términos sociales al dar empleo calificado y no calificado, pudiendo capturar incluso a los recicladores (que lo hacen de manera informal) que van por la calle recuperando objetos para su sustento. Habrá una cadena de valor que no compromete la seguridad alimenticia”.

En lo técnico, consigna que las fuentes de desechos de origen biológico serán tres: 1- La domiciliaria e institucional, que implicará educar a la ciudadanía que tendrá que separar esos desperdicios de otra basura sólida. 2- Lugares de comercialización agropecuarios como las centrales de abasto y la red de mercados. 3- Empresas que ocupan productos agrícolas (fábricas de pulpas o conservas, por ejemplo).

“Después de la recolección viene una homogeneización tanto en composición como en tamaño. Luego, a través de microorganismos y enzimas, se procede a la obtención de azúcares, a su fermentación convencional y posterior destilación para, más tarde, purificarlo y conseguir este producto industrial: bioetanol”, complementa Martínez.

Decía que el proyecto tendrá la posibilidad de procesar el 54% de los residuos orgánicos de Bogotá. ¿Qué potencial de generación de biocombustible tiene la iniciativa?

La técnica de fermentación y destilación de un azúcar convencional tienen unas eficiencias que van entre el 45% y el 65% de rendimiento (...) Cuando miramos la masa que entra y el grado de conversión en nuestras primeras pruebas estuvimos entre el 38% y el 42%, pero pretendemos llegar, como mínimo, al mismo nivel de rendimiento que tiene un proceso con caña de azúcar o maíz. Termodinámicamente, físicamente y químicamente se puede hacer. Lo que queremos es escalarlo para asegurarnos de eso y para que, en lo financiero, presente beneficios en un contexto de manejo integral de residuos sólidos.

Aún están en etapa de desarrollo. ¿Cuándo podría estar operativo este plan y de qué depende?

Tenemos pronosticado que, de no contar con aportes del Fondo Nacional de Regalías (instrumento del Estado Colombiano que costea alternativas energéticas), hacia fines de este año podríamos tener el planteamiento piloto y ya, con toda la certidumbre técnica, estaríamos en condiciones de llevar a cabo los trámites de patente en el transcurso de 2014. Con eso terminado empezaremos la búsqueda de financiamiento para la propuesta en magnitud industrial como la construcción de plantas. En cambio, si obtenemos esos recursos del Estado, esperamos tener resultados tangibles hacia el segundo trimestre de 2014.

¿Cuál es el monto de la inversión total requerida?

Dependerá de la escala a la cual queramos llegar, de la tecnología y de los costos de mano de obra, entre otros factores.

¿Cuál es el modelo de negocios contemplado?

La Universidad EAN tiene su foco en el emprendimiento. Desde esa perspectiva, lo ideal es que surja una empresa con nuevos capitales pero que indiscutiblemente esté vinculada al sistema central de aministración del distrito. Es decir, que haya una alianza público-privada.

Autores

Claudio Reyes R.