Cómo calmar el stress, aprender a adaptarse a los cambios o a sentirse parte del equipo, son algunas de las enseñanzas que dejan las descabelladas aventuras de la empresa española Stop Stress Group.
¿Cuál es la forma más adecuada para acabar con el stress, con la ira, o con las tensiones entre los trabajadores? Son infinitas las posibilidades: idas al psicólogo, terapias florales, masajes, vacaciones, bailes, deportes, etc. Pero hay algunas actividades que escapan al sentido común. Se trata de terapias diferentes, arriesgadas y llamativas.
La empresa Stop Stress Group, creada y dirigida por el español Jorge Arribas -quien decidió emprender el negocio tras ser víctima de mobbing en su trabajo anterior- se encarga de tomar cualquier desafío creativo que le propongan las empresas.
La gracia de esta compañía, es que es la única en su género, al menos en el nivel extremo que verá a continuación, y, además, que ha convencido a importantes multinacionales como Sheraton, Unilever, Ernst & Young, Swarovski, HP, Dove, Bic, Novartis, Verbatim, Opel y Telefónica.
Todas estas firmas han confiado en una empresa que, con sedes en diferentes ciudades de España -e incluso una base en Chile y otra en Dubai- ha desarrollado terapias que parecen rallar en la locura pero que, según su dueño, han sido capaces de solucionar los problemas emocionales de los más altos ejecutivos.
A continuación, sólo una muestra de sus curiosas actividades:
La Destructoterapia
Fue la primera creación de Stopstress Group, y probablemente la más polémica. Según los críticos de esta actividad, lo que hace es fomentar la violencia como medida para manejar el stress. Pero Arribas se defiende: “Para mí esto no es violencia, sino antiviolencia, porque canalizamos un momento de tensión de forma controlada. Se trata de reconocer que estamos tensos y que necesitamos una válvula de escape”, asegura.
Ejemplifica con algunos de sus últimos clientes. Se trata de dueños de invernaderos, que han sufrido cuantiosas pérdidas debido al famoso brote de E. Coli, bacteria altamente resistente a los antibióticos que terminó con más de 15 vidas en Alemania. Al principio se culpó públicamente a los pepinos y tomates españoles, y luego se definió que no tenían nada que ver con la bacteria. “Imagínate la tensión de esas personas, que en los últimos 10 años han invertido millones de euros en alta tecnología, y cuánto perdieron ahora”, dice Arribas.
Entonces, asegura, la gente va muy enojada. Y en la sede se les hace enfadar aún más. Un ejemplo: Una de las dos empresas líderes mundiales en la industria de bebidas gaseosas llegó a la destructoterapia con sus ejecutivos. Muy animosamente, los recibieron Arribas y su equipo, vestidos con los colores de la competencia y bebiendo productos de la competencia. Entonces les vendaron los ojos y les pusieron a una banda en vivo que interpreta música fuerte de fondo, como heavy metal o el grupo de rock industrial alemán Rammstein.
- ¿Qué vamos a hacer? Les pregunta Arribas.
- ¡ROMPER!, contestan.
Y siguen gritando con total entusiasmo: “Romper, Romper, Romper”...
Entonces, se les equipa con un overall, casco, guantes y un mazo (hay de diferentes tamaños y pesos, acorde a la persona que los va a utilizar).
Es ahí cuando comienzan a descargar toda su ira contra el automóvil, en grupos de cuatro personas, hasta destruirlo.
La terapia inicial dura 10 minutos. Entonces se para y se les pregunta cómo se sienten. “Si les hace falta seguir rompiendo, pueden hacerlo nuevamente. Tienen toda la tarde si les hace falta, pero nunca han seguido más de dos veces”, dice Arribas.
Luego, un coach se encarga de conversar con ellos para saber por qué se ha llegado a esa situación. Muchos reclaman contra la empresa, contra los jefes, los colegas, el horario o el mal pago. El couch los convence de que son un equipo. Entonces viene la segunda parte, cuando precisamente este “espíritu de grupo” los lleva a volcar el auto. “Una vez que dieron vuelta el coche, se suben arriba como si hubiera sido el éxito de sus vidas”, dice Arribas.
El CEO cuenta que ha tenido equipos de finanzas con gente de márketing de la misma empresa y se oponen a romper el auto juntos. Entonces el trabajo del couch debe ser aún mayor. “No es una terapia que aumente la agresividad. Lo que es agresivo es tener a ese grupo con ese nivel de tensión adentro de la empresa”, asegura.
La persona más original, cuenta, fue un hombre que llamó desde Madrid para romper un auto "ahora". En menos de dos horas estaba en Soria, a 200 Km de la capital española. "Y no quería romper un auto blando. Pidió un Volvo, lo llenó de Post-it con todo lo que lo tenía en ese estado de tensión y lo destruyó, aunque nos invitó a unirnos a él", dice Arribas.
Unos meses más tarde se lo encontró en una conferencia de recursos humanos. El ejecutivo le preguntó “¿nos conocemos de alguna parte?”, y el contentó: “Por supuesto que no”. “Así me gusta”, dijo el hombre, sonriendo.
La terapia del Aullido
Aullar como lobos. De eso se trata esta actividad, enfocada en la improvisación, en el manejo del miedo y en la tolerancia al cambio. Se puede usar por ejemplo, cuando la empresa se fusiona o se vende, para que los trabajadores sepan improvisar. Pero también es una buena instancia de comunicación, no de trabajo en equipo, sino que de pertenencia a uno.
En ella se combina la naturaleza con algunas técnicas para la liberación de las tensiones corporales que se acumulan en el cuerpo por el stress cotidiano. Abrazar árboles, aullar, y fusionarse con el medio ambiente son algunas de las partes en las que se divide esta terapia.
Para Arribas, lo mejor de ésta es que es impredecible. Es decir, la gente va a una típica reunión en un hotel en la noche. Sabe que hará algún tipo de actividad, pero no sabe a lo que se va a enfrentar.
Cuenta que después de comer, los ejecutivos deben salir al bosque. Es de noche y sólo unos pocos tienen linternas. Lógicamente, son ellos los que se convierten en líderes inmediatamente. De pronto pasa muy rápido alguien disfrazado de lobo, rozándolos. Obviamente, ellos no saben que se trata de un disfraz.
“Ahí cunde el pánico, todos gritan asustados. Entonces paramos la actividad y le preguntamos cómo han reaccionado al imprevisto. Les pedimos que se separen, y por supuesto nadie quiere hacerlo porque temen que salga el lobo”, cuenta Arribas. Entonces deben abrazarse a los árboles y sentir el silencio.
Y de pronto, Arribas comienza a aullar "¡Auuuuuuuuuuu!". Es seguido por el jefe del grupo, y luego todos los demás se les unen. “Somos como una verdadera manada de lobos”, dice Arribas.
Después de eso, se oye una música de gaita escocesa, o de tambores africanos, que proviene del bosque, y todos deben ir a buscar de dónde viene el sonido. Quien lo encuentra, se gana un premio. “La última vez le dimos una caja fuerte”, dice Arribas.
Ya en la puerta del hotel, se conversa con el grupo: “¿qué hemos hecho?”. “Hemos estados perdidos por la noche, un lobo nos ha atacado, hemos aullado y terminamos escuchando un concierto. Pero, ¿eso es normal? No. ¿Se adaptaron? Sí. Bueno, eso es adaptarse al cambio”, asegura Arribas.
Un “Paseo” en Regata
Arribas describe esta terapia como “una cura de humildad”. Cuenta que el director de una multinacional le pidió hacerla para sus altos ejecutivos, que ya estaban "perdiendo el respeto por todo". Entonces se le ocurrió invitarlos a un paseo en Regata.
“Llegaron al puerto un Ferrari, un Porshe, un Audi. Lo primero que me dice uno de los hombres es 'está bien el barco, pero el mismo es más grande'”. Cuando vio la tónica de sus comentarios, comprendió lo que le había pedido el director.
Entonces les dijo que se pongan los chalecos salvavidas, porque lo que iba a hacer era limpiar el barco por debajo, ya que se le había acumulado mucho musgo. La respuesta más suave que recibió fue 'Tu qué te crees, si yo te puedo comprar tres veces", comenta.
Entonces, llamó al director de la empresa y puso el altavoz. Éste amenazó con que si no limpiaban el barco, no les daría el bono de productividad. “Cuando estaban en el agua comenzaron a reírse, y decían que eran unos idiotas”, asegura.
Perros de trineo
El invierno pasado en Soria, la ciudad donde está ubicada la matriz de Stop Stress Group, hubo mucha nieve. Fue por eso que a Arribas se le ocurrió colaborar con un conocido, quien compite en carreras de perros de trineo. “¿Y por qué no convertir a los directivos en perros de trineo?”, se preguntó.
Entonces, puso a una empresa en esta nueva actividad. “El trineo pesa casi una tonelada, y 10 perros son capaces de moverlo a gran velocidad. Pusimos a 20 personas que no fueron capaces de mover ni un centímetro, porque no tiraban todos a la vez”, dice.
Según Arribas, no hay mejor concepto de trabajo en equipo que el que tienen los perros de trineo. Y eso es lo que se les quería transmitir a estos directivos. En el grupo van primero los guías, luego los inteligentes, luego los competitivos y finalmente los que hacen la fuerza, los que sólo tiran. “Si no están colocados en ese orden, con esa jerarquía, no funciona. Esa experiencia fue alucinante”, dice.