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Autor de "¡Al carajo!" propone abandonar la queja para reinventarse en un trabajo
Lunes, Febrero 1, 2016 - 09:50

En este libro, Álvaro Rolón invita a "reinventarse" a partir de preguntas sobre lo que uno es y de lo que desea hacer de su vida, abandonando la queja constante por un trabajo o una profesión que no nos satisface.

"El carajo era el lugar ubicado en lo alto del palo mayor de un barco al que solían enviar a los marineros cuando eran castigados en alta mar. Pero también era el lugar donde podían divisar a lo lejos lo que no se veía desde la cubierta. Subirnos al carajo de nuestra vida puede darnos una perspectiva inusitada que jamás habíamos pensado", escribe Álvaro Rolón.

En ese camino, el autor de "¡Al carajo!" propone cuestionarse y "salir de la comodidad" y afirma que el libro "es para quienes ven la posibilidad de la creatividad, aunque sea en contextos de escasez. Para quienes se animan y deciden avanzar en la incomodidad... sabiendo que les espera un trago más sabroso", sostiene el autor en la obra, editada por Planeta.

Rolón habla desde su propia experiencia de vida y admite: "he mandado muchas veces mi vida al carajo, sin broncas, pero bien lejos" al señalar que pasó por distintos estadios de formación como músico, licenciado en Administración de empresas, estudió cinematografía y obtuvo un Master en Creatividad e Innovación Aplicada.

El autor aclara en diálogo con Télam que descree de "esta literatura mágica y recetaria de libros de autoayuda, que es interesante, pero se ha convertido en algo muy vacío, me parece, y no quería que sea visto como un libro más que me viene a decir cómo ser feliz. La felicidad es un término excelente pero vacío hoy en día. Pienso que cuando las conceptos terminan sobreexistiendo en la comunidad, en las conversaciones en general, terminan vaciándose, por eso si la menciono dos o tres veces es mucho".

-¿Qué conceptos pensás que se deben revisar para lograr el cambio que planteás?

Uno debe hacerse las preguntas: quién soy, para qué vine, cómo agrego valor a mi vida. Hay en los últimos tiempos una suerte de expectativa de que uno es bueno si hace para los demás, y no niego que eso es importante, pero nadie repara en que para ocuparse de los otros hay que ocuparse de uno. Sí me hace bien el ocuparme de los otros pero no como un mandato, si no como un querer.

En el libro propongo que te hagas cargo, que no seas víctima, que la protesta en sí misma no resuelve nada, porque la queja aleja; es un libro para que no te quejes más. Creo que el que se queja -me incluyo a veces en el momento que me quejo- no crea nada y pierde la posibilidad de lo nuevo. 

-Por qué creés que la gente no puede llegar a lo que lo satisface o desea?

Creo que ocurre en general porque muy poca gente toma conciencia del pensamiento original, porque además de tener un pensamiento mecánico que permite que uno automatice costumbres, hábitos, tareas -algunas de las cuales son necesarias como no cruzar la calle cuando el semáforo está en rojo- cuando llevo a todo mi ser a ese automatismo pierdo la capacidad de pensamiento original, creativo.

Por ejemplo, hay gente que te dice 'no doy más, estoy hace 20 años que estoy disconforme en el mismo trabajo' y vos le preguntás por qué. Creo que hay una expectativa falsa de que viene otro y me va a resolver lo que necesito y ahí es donde, para mí, conecta con una cultura algo inmadura, asistencialista por lo que estamos esperando que alguien nos resuelva las cosas.

-¿Cómo se revierte esta visión? ¿Está relacionado a un problema de educación?

La educación es como el vientre de lo cultural. La educación es uno de los primeros condimentos que uno recibe y hay que construir en los niños, que luego serán adultos, la capacidad de evocar la voluntad, la autoestima para que el niño sienta que puede, porque eso es la llave de la creatividad.

Un joven que no quiere, no aprende a desear algo, y es por su propia voluntad que logra lo que desea, porque pone su voluntad para lograrlo y no espera que alguien lo haga por ellos.

Algunas posturas sostienen que las pantallas -como computadoras o celulares- a las que los niños están conectados desde edades muy tempranas son muy dañinas, porque lo que hacen es cercenar la voluntad; el pibe se pone frente a la pantalla y no hace nada y cree que está jugando, por lo que en el futuro lo va a llevar a esperar 'que la vida haga todo por mi', lo cual es feroz.

Me ha costado encontrar gente que quiera, que tenga voluntad, más que gente que sepa. Hoy en día hay profesionales con posgrados, masters y lo que uno ve es les falta actitud, de voluntad. Esto se aprende de chico, la etapa que va de los dos y los doce años es la oportunidad de oro, de hacer de los niños grandes líderes.

-¿A que te referís cuando hablás de líderes?

No me refiero a la gente que ha llegado a los grandes políticos. En el libro doy el ejemplo del carnicero que vive a la vuelta de mi casa, Otmar Puchetta, que de niño dormía debajo de unas vigas en la calle, en la ciudad de Santa Fe, fue hiperhumilde, y hoy hace su trabajo y cuenta que está feliz por haberle dado una visión optimista a sus hijos que son profesionales.

-Uno de los condimentos indispensables para llegar a lograr el cambio es el optimismo, según tu libro...

Hay una relación directa entre optimismo y creatividad y está instalado en un pequeño porcentaje de la población, entonces cómo hacemos para que más gente pueda tener una mirada optimista, no soñadora. Optimismo viene de lo óptimo, de lo posible que puedo lograr en la realidad en la que estoy.

El primer paso es preguntarte si estás siendo más optimista o más pesimista de lo que podés ser. En los estudios se demostró que para que un niño, joven o adulto sea más optimista se lo debe elogiar antes que criticar. Y en general hacemos lo contrario: tendemos a ver la realidad, y cuando no se ajusta a lo que internamente creemos que es, lo criticamos y vemos lo que falta, desde el lugar del pensamiento mecánico. Pero eso no es positivo desde el punto de vista de la creatividad, de lo nuevo.

La propuesta es que todos podemos ser críticos y propositivos, porque es falsa y cómoda la idea de que critico y dejo la propuesta para el otro. El pensamiento mágico es algo que no nos enseñaron, por eso cuesta.

Cualquiera en cualquier situación puede reinventar su vida, hay ejemplos de gente muy humilde que, gracias a su voluntad, llegó a lugares distintos. Si bien una persona en condiciones sociales adversas tiene que tener más voluntad, hay ejemplos de personas que lo lograron partiendo de lugares humildes.

La felicidad no tiene que ver únicamente con lo económico, que ayuda en la medida que puedas tener una salud digna, trabajo digno, pero ¿cuánta gente hay que tiene mucho dinero y no es feliz?

-Como asesor de empresas, ¿qué dificultades encontrás para llegar a los cambios que proponés?

La resistencia, el temor a lo nuevo y los egos: que alguien venga a decirte que lo que decís no está bien, a esa persona se le juega en su mente el cargo, la mirada de su jefe y la mirada social. 

Salvo en estructuras más modernas, los viejos modelos de liderazgo anclan lo próspero con el ascenso castrense, ciento por ciento: vas a ser mejor si tenés más gente a cargo y te vamos a ascender. Algunos tienen ideas y le gusta brillar cada vez más en desmedro del resto. No hay una mirada de lo colectivo, de lo abundante y de lo creativo.

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Telam.Com