Nadie puede tener la menor duda que hay inmensos rubros de dispendio en el gasto públicomexicano; que la inercia burocrática inevitablemente conlleva a demandar mayores recursos en lugar de elevar la productividad y mejorar los resultados; y que hay diversos renglones en el presupuesto público que tienen el efecto opuesto al concebido en su origen.