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Carlota, la primera y última emperatriz de México
Viernes, Enero 20, 2017 - 08:41

Llegó a América a mediados del siglo XIX, luego de que los opositores a Benito Juárez le ofrecieran la corona a su esposo, Maximiliano de Habsburgo.

Princesa de Bélgica, Lorena y Hungría, archiduquesa de Austria, condesa de Habsburgo y virreina consorte de Lombardo-Véneto, Carlota de Habsburgo fue la única emperatriz que reinó en suelo mexicano, y, que, contra todo pronóstico, se convirtió en una figura querida por el pueblo.
 
Nació en Bélgica en junio de 1840 con el título de princesa, en 1857 contrajo matrimonio con Maximiliano de Habsburgo, hermano del emperador de Austria Francisco José I, y llegaría a suelo mexicano en abril de 1864 al puerto de Veracruz, después que grupos conservadores ofrecieran la corona al archiduque, como oposición al gobierno de Benito Juárez.
 
La pareja fue coronada en la catedral de la Ciudad de México el 10 de abril de 1864, y el Castillo de Chapultepec fue nombrado su residencia oficial. A partir de su coronación, Carlota tomo el nombre de Carlota Amalia emperatriz de México.
 
Aunque el Segundo Imperio Mexicano fue relativamente corto (1864-1867), la emperatriz visitó lugares de la ciudad como Texcoco, y alrededor de la república como Toluca, Cuernavaca, Puebla, Veracruz y Yucatán, donde visitó Uxmal en 1865y visitó las ruinas mayas.
 
 
Cuando Maximiliano viajaba al interior del país para combatir las fuerzas de Juárez, Carlota tomó el puesto de regente del imperio, desde donde impulsó empresas como los ferrocarriles, el telégrafo, el transporte a vapor, beneficencia, y leyes como la abolición de castigos corporales y la limitación de horas de trabajo.
 
Desafortunadamente para la joven pareja, Napoleón III retiró todo el apoyo militar para la intervención en México, por lo que la inestabilidad del país era preocupante. En 1866, Carlota zarpó para Francia y pedir el apoyo del emperador, aunque fue rechazada.
 
Después marchó a Roma, donde fracasó en la búsqueda del apoyo del Papa Pío.
 
En junio de 1867, Maximiliano fue fusilado en el Cerro de las Campanas, aunque la noticia la conoció Carlota hasta enero de 1868, lo cual agravó aún más los desórdenes mentales que acarreaba desde su llegada a Francia.
 
 
La única emperatriz de México vivió en el Castillo de Miramar, totalmente asilada después que un médico la declarara demente. Después fue trasladada al Chateau de Bouchot en Bélgica -el único edificio en el país que no fue atacado por el ejército alemán en la Primera Guerra Mundial- donde murió en 1927 a los 87 años.
 
Desde su llegada a tierras mexicanas fue alabada por su belleza, e incluso objeto de poesía, como la de Vicente Riva Palacio titulado ‘Adiós mamá Carlota’.
 
Y en tanto los chinacos que ya cantan victoria,
Guardando tu memoria sin miedo ni rencor,
Dicen mientras el viento tu embarcación azota,
Adiós, mamá Carlota; Adiós mi tierno amor.

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Excélsior