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Claves para impulsar la competitividad de los clústeres
Viernes, Noviembre 28, 2014 - 15:22

Se habló del tema en Seminario Interclúster sobre Estrategia e Innovación, organizado conjuntamente por la agencia catalana para la competitividad de la empresa, ACCIÓ, y el IESE, y que tuvo lugar en el campus de Barcelona.

En un entorno cada vez más globalizado y en cambio constante en todos los sectores, las pequeñas y medianas empresas encuentran dificultades para competir solas. Para muchas de ellas, la integración en consorcios —los denominados clústeres— es la forma más eficaz —a veces, la única— de acceder a los recursos y capacidades necesarios para activar las dos grandes palancas de crecimiento empresarial: competitividad e innovación.

Sobre esos dos ejes pivotó el Seminario Interclúster sobre Estrategia e Innovación, organizado conjuntamente por la agencia catalana para la competitividad de la empresa, ACCIÓ, y el IESE, y que tuvo lugar en el campus de Barcelona. En el portal de noticias de IESE, se difundieron las opiniones de los profesores Joan Enric Ricart y Joaquim Vilà.

Definir las opciones estratégicas

Para Joan Enric Ricart, profesor de Dirección estratégica del IESE, “el objetivo no es el clúster en sí mismo, sino reforzar la competitividad y las opciones estratégicas de las empresas que lo integran”.

El primer paso para la elaboración de una estrategia competitiva, ya sea de un clúster o de una empresa en particular, debe ser siempre un análisis exhaustivo del sector o industriaen el que se opera, del consumidor potencial de nuestros productos, de las capacidades internas y de los costes y de los competidores. En definitiva, construir una estrategia es lograr encajar todas estas piezas teniendo clara la respuesta a tres preguntas esenciales:

¿Dónde queremos jugar? Implica definir el alcance del producto o servicio, del consumidor potencial del mismo y del área geográfica que se pretende abarcar en función de dónde podemos crear valor (consistencia externa).

¿Cómo queremos ganar? La empresa no solo debe ser capaz de crear valor, sino también de capturar una parte de ese valor creado en forma de margen comercial. El modelo de negocio debe apoyarse en unas ventajas competitivas que aseguren que la disponibilidad a pagar de los clientes es siempre mayor que el precio del producto y, por descontado, que los costes de producirlo (consistencia interna). 

¿Con qué capacidades y recursos? Las ventajas competitivas sobre las que se apoya el modelo de negocio de la empresa deben ser diferenciales y duraderas para asegurar que la propuesta de valor es sostenible en el tiempo (consistencia dinámica).

Potenciar la innovación

Innovar es la principal forma de generar ventajas competitivas, diferenciales y sostenibles en el tiempo. De ahí que todos los clústeres tengan entre sus objetivos prioritarios, cuando no fundacionales, el desarrollo conjunto de innovaciones.

Para Joaquim Vilà, profesor de Dirección estratégica del IESE, la mejor forma de avanzar en innovación es hacerlo “por etapas”, siguiendo un orden lógico y natural que puede resumirse en 4 fases: 

Sensibilización: crear una actitud y una predisposición favorables al desarrollo de ideas innovadoras. 

Credibilidad: obtener unos resultados en innovación que demuestren su utilidad. 

Sistematización: disponer de una sistemática de dirección que ligue propósitos de empresa (estrategia) con creatividad y lanzamiento de proyectos innovadores. 

Consolidación: levantar una cultura innovadora que movilice a todo el mundo dentro de la empresa.

Para la inmensa mayoría de clústeres, el reto está en las primeras fases y, especialmente, en la segunda: conseguir unos resultados concretos que compensen el esfuerzo que supone innovar. En este sentido, Vilà apuesta por utilizar el Design Thinking, como método para innovar.

Diseñar para las personas

Los diseños que parten de las necesidades de las personas (explícitas o implícitas, observadas o manifiestas) son más efectivos y más ampliamente aceptados que los que se han desarrollado de otras formas. Este principio es la base del método Design Thinkingpara innovar en tres etapas: inspirar, idear e implementar.

Según Vilà, esta metodología aporta las siguientes ventajas a las empresas que lo aplican: 

innovaciones enfocadas a la resolución de problemas relevantes y ligados a los propósitos de la empresa; 

proceso simple de innovación que aporte resultados a un coste muy limitado; 

riesgo contenido y mayor control de gestión; 

sistemática de aplicación amplia a muchos tipos de empresas, asociaciones o clústeres; 

movilización y vinculación de todos a favor de un proyecto común.

La jornada de trabajo se completó con la celebración simultánea de sesiones dirigidas a los principales clústeres que hay en Cataluña: alimentación; salud; hábitat, diseño, moda y bienes de consumo no perecederos; movilidad; y bienes de equipo y manufactura. En cada una de ellas, los participantes y expertos sectoriales discutieron los casos de empresas representativas que se han desmarcado con sus propuestas estratégicas y/o de innovación.

Autores

AméricaEconomía.com