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Cómo enfrenta un médico ser paciente de Covid-19
Miércoles, Abril 1, 2020 - 13:00

El infectólogo Boris Revollo pasó a sumar parte del cerca de 14% de pacientes de España que son miembros del personal de salud.

La tos interrumpe cada cierto tiempo las respuestas de Boris Revollo a esta entrevista telefónica. Es una tos seca. El sonido de una pandemia global causada por un nuevo coronavirus, SARS-CoV-2. Boris nació en Bolivia y se mudó a España al terminar su carrera como médico. En Europa se graduó como internista y especialista en enfermedades infecciosas. Más adelante completó un doctorado en virología. En los últimos 10 años ha trabajado principalmente con VIH y Virus del Papiloma Humano. Pasó tres años trabajando en África con Médicos sin Fronteras y otros ocho meses en Colombia, sobre todo en Tolima, ayudando a comunidades aisladas por el conflicto.

Durante el último mes ha sido parte de la primera línea de combate contra este virus en el Hospital Universitari Germans Trias i Pujol, en Barcelona. El jueves 19 de marzo notó una leve tos pero se la atribuyó al cansancio de las extenuantes jornadas atendiendo pacientes en las atiborradas salas del hospital. Cuatro días más tarde, cuando sintió fiebre, supo que ya no era algo normal. El test para identificar el virus salió positivo y tuvo que aislarse lejos de todos. Ahora espera que pasen los síntomas y ya no pueda contagiar a nadie para volver a la refriega.

¿Cómo fueron esos primeros días de la pandemia?

Hace tres semanas comenzamos a tener los primeros casos positivos. En ese momento hicimos una unidad donde se aislaban los pacientes para observación. Hicimos dos grupos de infectólogos que trabajábamos un día sí y uno no para atender a estos pacientes. Eran turnos de 14 horas. Hacíamos guardia cada cierto tiempo para atender durante la noche y siempre en contacto con un intensivista y neumólogos que le daban soporte ventilatorio a los pacientes. Los pacientes que están normalmente bien, de repente tienen deterioro respiratorio en pocas horas y requieren un ventilador.

¿Lo que vieron con el paso de las semanas era lo que esperaban o fue una sorpresa?

Nos esperábamos una ola de pacientes enfermos, pero no lo que hemos vivido. Cuando empezamos a ver los de COVID-19 los teníamos en una unidad supermoderna con puertas de alta seguridad. Teníamos 10 pacientes. Pero no esperábamos que iba a llegar una ola de la magnitud actual. En mi hospital, ahora el 85 % de la capacidad está dedicada a pacientes con COVID-19. Hay muchos problemas asociados a esto. No solo porque los especialistas se pueden infectar, como yo, sino también porque hay bajas por sobrecarga, cansancio. Ante la falta de profesionales hacemos grupos mixtos hasta con urólogos y nefrólogos para tratar esta enfermedad.

¿No tienen buenos elementos de protección? ¿Por qué se infectó?

Ha sido una cosa que lleva a otra. En España cerca de 14 % de pacientes son personal sanitario. Hay cinco médicos y una enfermera que murieron. Estos datos son totalmente alarmantes. Al principio pretendimos tratar a los pacientes con los estánderes europeos; cada vez que entrábamos a ver un paciente desechábamos luego la bata, la máscara y los lentes. Hasta que llegó un momento en el que nos dimos cuenta que era inaceptable, que el material no iba a alcanzar a ese ritmo. Se han ido degradando poco a poco los medios de protección. Uno de los errores que ahora estamos subsanando fue pensar que podíamos tener a pacientes en habitaciones individuales. Eso generó sobreuso de material y exposición al virus cuando te desvistes y vistes.

¿Qué errores cometieron que pueden ayudar a otros médicos en Colombia?

Los días de gracia que tienen ustedes son buenísimos. Lo que deben tener en cuenta en Colombia es que si las medidas de aislamiento no son efectivas, van a tener un flujo masivo. El 90 % de la actividad de los hospitales serán pacientes COVID-19. Deben estar preparados para ese flujo masivo de pacientes y otro de los que van a requerir cuidado intensivo. Eso se puede lograr haciendo hospitales de campaña como los que hacen Médicos sin Fronteras. Así, si alguien va a entrar a ver los pacientes usa un solo equipamiento durante algunas horas. Cuando ves la tasa de contagio en personal sanitario tuvimos un 10 % más que los chinos. 

Hay un debate en muchos países sobre conteo de las muertes, incluso en España. ¿Lo que ustedes vieron en su hospital se vio reflejado en las cifras oficiales?

Hay un problema y es que hay mucha subestimación de casos. Muchas personas mueren en residencias. Es el caso de Madrid, donde las autoridades entraron a residencias y vieron hasta 14 ancianos muertos y muchos por infección por Sars-CoV-2. Muchas muertes extrahospitalarias no se toman en cuenta. Por otro lado, podemos subestimar la tasa de mortalidad porque tenemos un porcentaje de personas infectadas y no sabemos. Si no sabes cuantas están infectadas no puedes saber esa tasa. Hay dos maneras de ver esto. Hay muchos pacientes que no entran en la estadística, pero también muchos más pacientes, la parte de abajo del iceberg, que no vemos y son portadores asintomáticos y contagiadores.

Para los médicos ha sido un reto enorme dar algún manejo a los pacientes.

Esto evoluciona día a día. El compañero que revisa protocolos en nuestro hospital nos enviaba un protocolo cada 24 horas. Empezamos con tratamiento antirretroviral combinado con interferón o cloroquina y que se ha ido abandonando. No teníamos claro el uso de corticoides y ahora se usan para evitar que terminen en la UCI. Se han dejado de usar algunos medicamentos como kaletra, por lo menos en mi hospital, porque han salido datos que este fármaco no tiene impacto en la mortalidad de los pacientes. Los protocolos evolucionan cada día. Esto es muy interesante porque en una semana y media hemos ido aprendiendo a tratar pacientes y creemos que vamos por buen camino. Pero no tenemos aún los datos para confirmar si lo que hacemos lo hacemos bien.

¿El personal de salud debería vivir en hospitales y guardar unos días de cuarentena antes de volver a sus comunidades y familias?

Cuando estás en contacto con el virus alrededor del 2 % van a desarrollar síntomas en dos días, 50 % entre los 5 y 7 días, otros en 11 días. Un porcentaje no desarrolla síntomas. Esa estrategia no es muy exacta porque no te sirve aislarte cinco días si en siete días desarrollas los síntomas. Creo que es mejor pensar en buena protección para el personal de salud y hacer pruebas de PCR al menos una vez a la semana. En el momento actual se están cometiendo muchos errores; en Italia están llamando a médicos jubilados. Es un error grandísimo. Es una población de mucho riesgo. No puedes hacer esto. Otra cosa es que se llama a los estudiantes de sexto año, puede ser válido si se tiene un esquema bien estructurado de metodología de acción, pero en Europa los estudiantes de quinto año no pueden tocar pacientes legalmente. No es lo mismo un estudiante de cuarto o quinto año en Europa que en Colombia donde seguro pueden tocar pacientes. Si se hace una buena formación para reconocer los síntomas de alarma van a ser gente que ayude.

¿Están usando hidroxicloroquina en los pacientes hospitalizados?

La medicina se tiene que basar en evidencia y ver estadísticas. No vale la pena decir “me ha ido bien” y no es ético ni responsable. Hay datos de un grupo francés, un tipo que trató a un número pequeño de pacientes con hidroxicloroquina más azitromicina, y observaron que la carga viral bajaba en seis días. Es un grupo muy pequeño de pacientes. Son datos interesantes, pero el nivel de evidencia es extremadamente bajo. La lógica para usarlo son estudios in vitro que son buenos, pero no comparables con los que se necesitan en pacientes. En nuestro grupo tenemos a un compañero que tiene experiencia en erradicación de enfermedades. Ha lanzado un ensayo clínico para ver si un tratamiento con hidroxicloroquina puede ayudar a reducir el riesgo de infectar a otras personas de su entorno. Si esto funciona, estaríamos bajando la carga viral comunitaria. Volvemos a la experiencia con VIH. Si tratas a una persona con VIH y haces que esté indetectable el virus, no lo va a transmitir. En el caso de COVID-19, si es cierto que la hidroxicloquina rebaja la carga viral, disminuiríamos contagios. Ya tiene más de 1000 pacientes reclutados y tendremos resultados en dos o tres semanas.

¿Ha tenido miedo por estar infectado?

Es bastante duro porque durante las dos semanas previas a enfermar estuve en situaciones a las que no había estado enfrentado. Trabajé en África y nunca estuve expuesto a lo que vi aquí. Ver gente morir sola sin poder despedirse de sus familiares. Tuve que hablar con una señora que moría y decirle que le daría algo para sedarla. Ella comprendió y tuve que coger el teléfono para que pudiera llamar a sus familiares. Esas escenas de muerte en la soledad son duras, eres una persona, no un superhéroe, somos humanos, y te da miedo morir sin ver a las personas que quieres. 

Tengo dos hijos y no los puedo besar ni tener contacto con ellos. Es una frustración no poder ver a tu familia. Además sentirte inútil, hablar con tus compañeros que terminan agotados, y tú esperando en casa para volver a ayudarles.

Inicialmente el mensaje de protección fue para personas mayores, pero hemos visto un buen número de jóvenes. ¿Qué vieron en su hospital?

Es algo que puede ocurrir en medicina. En la medicina nunca uno más uno es dos. Es cierto que hay gente joven que está muriendo, pero es un porcentaje menor si lo comparas con los mayores de 60 años. Si tomas datos de Wuhan, la mortalidad por debajo de 50 años era 0,4 %. Hasta hace poco los datos españoles reproducen a los de Wuhan. Lo que puede ocurrir es que muchas de las muertes de los jóvenes pueden ser evitadas sin saturación de hospitales. En mi hospital hay 40 camas de cuidados intensivos y unos 35 intensivistas en condiciones normales. En este momento probablemente tenemos 120 camas de cuidados intensivos. Si tengo neumonía bilateral cuando vaya, no me pueden atender porque están saturados. Mucha de la mortalidad de jóvenes estará relacionada con falta de atención.

¿Qué esperan ahora?

Es arriesgado dar una predicción. Seguramente seguiremos confinados. Ahora justamente recibo el boletín epidemiológico de lo que pasa en Cataluña. La caída de la curva en últimos días es bastante evidente. Estamos muy contentos porque solo hay alrededor de 60 casos. Ha bajado mucho la curva. Las medidas de confinamiento total están siendo efectivas. No sé que va a pasar. Si seguimos con esta tendencia en 10 días dejaremos de sentir el congestionamiento de hospitales y quizás se retiren restricciones severas y se vayan relajando. Honestamente es difícil predecir.

¿Qué consejos le darías a las persona que están preparando acá la respuesta?

Hay tres puntos vitales para afrontar la epidemia. El primero es preparar centros hospitalarios u hospitales de campaña para atender el flujo masivo y evitar contagio de personal sanitario. Es una de las estrategias más importantes. Tienes que preparar el flujo a cuidados intensivos de los pacientes que estén ahí y se compliquen. Aprender también de nuestras estrategias como países que ya fueron golpeados. Algo que me pareció interesante es que desde hace unos días se han comenzado a utilizar altas dosis de corticoides para evitar neumonía en los pacientes que van empeorando. Es importante reducir el número de pacientes que llegan a cuidados intensivos. Ahí es donde está la mayor mortalidad. Si haces esto reduces la mortalidad.

El segundo punto es explicar a la gente que tienen que respetar las medidas de aislamiento. Este es un virus altamente contagioso. Si las personas no se quedan en casa el virus sigue circulando, y si sigue circulando tendrás saturación del sistema. La tercera es desarrollar estrategias de control de la replicación viral a nivel comunitario. Es lo que estamos investigando con ensayos clínicos. 

¿Mensaje para los médicos colombianos?

En Colombia hay grandes médicos. Espero que puedan tener las condiciones adecuadas de protección. Que no pase lo que ocurrió en Europa y EE. UU. Hemos trabajado con condiciones muy precarias de protección individual. Tienen que luchar para poder protegerse. Es uno de los principales puntos. No le conviene a ningún sistema perder a su personal de salud en estas circunstancias.

 

Autores

Pablo Correa Torres/ El Espectador