Además de la necesidad de insumos para evitar contraer el virus, se plantea la necesidad de crear alojamientos especiales para ellos.
Los trabajadores del área de la salud, a lo largo de la historia, han enfrentado un alto riesgo de infección durante las pandemias, durante esas batallas que se llevan a cabo en los hospitales y centros de atención médicos, son ellos el primer frente de ataque contra los microorganismos que por épocas han segado a la humanidad.
Mientras la pandemia del COVID-19 se ha propagado por 186 países, los médicos y el personal sanitario en países como España, Italia, Perú, Argentina, Colombia, desde hace unas semanas reciben cada noche aplausos para agradecer su labor. Los aplausos suben el ánimo en medio de la refriega dentro de los hospitales, sin embargo, la verdadera preocupación para la mayoría es la escasez de elementos personales de protección, maltrato por parte de pacientes, condiciones dignas de trabajo y garantías de bioseguridad. Además de estar más expuestos al virus, el estrés, la falta de ejercicio, la mala alimentación y las largas jornadas de trabajo irán debilitando sus sistemas inmunitarios haciéndolos más susceptibles a la infección. ¿Si no protegemos esa primera línea quién va a proteger luego a los enfermos?
En el periódico El Mundo de España, el 24 de Marzo se reportó que la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) presentó una demanda ante el Tribunal Supremo en contra del Ministerio de Sanidad, refiriendo que ha incumplido su obligación de proveer a los profesionales sanitarios del material de protección necesario ante el coronavirus. Reclamaban batas impermeables, mascarillas FPP2 y FPP3, gafas de protección y contenedores grandes de residuos. El Tribunal Supremo, sin embargo, denegó la medida: “no consta ninguna actuación contraria a esa exigencia evidente y sí son notorias las manifestaciones de los responsables públicos insistiendo en que se están desplegando toda suerte de iniciativas para satisfacerla”.
El virus parece tener otro punto de vista. En España, los profesionales de salud infectados son cerca de 5.400, lo que equivaldría a más del 13 % de contagiados por coronavirus en el país. Ya se han registrado dos muertes por la infección de médicos de familia en Salamanca y Córdoba en la última semana. En Italia se han registrado unos 5.000 profesionales sanitarios infectados y 33 muertes por coronavirus.
En la ciudad de Wuhan, el epicentro del brote en China, el riesgo de contagio entre el personal de salud aumentó conforme las cifras de infectados se incrementaban. Pero las medidas que tomaron para detener el problema han dejado muchas lecciones para todos. Se crearon “hospitales temporales” para atención de pacientes con camas y tanques de oxígeno. Se designaron hospitales para tratar casos por la pandemia. Algunos se destinaron para atender pacientes en estado grave o crítico de la infección, mientras que otros quedaron restringidos al manejo de urgencias como paros cardíacos o nacimientos. Cuando la estrategia era poco práctica, los hospitales se dividieron en zonas “limpias” y “sucias”, y al personal sanitario se le restringía el paso de una zona a otra.
También se construyeron muros para aislar alas completas y se designaron vías de traslado en las áreas de aislamiento, así, el personal de salud ingresaba por un extremo con todos los elementos de protección, y salían por el lado opuesto bajo la inspección de un enfermero para prevenir la infección. Estas medidas, de algún modo, contribuyeron —junto con todas las estrictas medidas de contención y aislamiento— a que hoy China haya podido cerrar sus hospitales temporales. Los chinos aprendieron la lección con mucho dolor: un paciente ingresado en un hospital de Wuhan infectó al menos a 10 trabajadores médicos.
Hoy circula entre los médicos colombianos una guía sobre la experiencia clínica de un exitoso equipo que trabajó en el The First Affiliated Hospital Zhejiang (FAHZU), durante aproximadamente 50 días, con 104 casos confirmados. Ese grupo de profesionales batallaron contra el coronavirus afrontando 78 casos de pacientes críticos sin reportar infectados en el equipo médico, sin dejar pasar ningún diagnóstico y sin reportar muertos. Cifras absolutamente esperanzadoras.
Llama la atención que además de las conocidas medidas de bioseguridad de lavado de manos, uso de elementos de protección personal, creación de áreas de aislamiento, desinfección de equipos médicos, entre otros, plantean un ítem que quizás ha sido obviado por muchos hasta ahora, y es la recomendación acerca del personal en línea de frente en las áreas de aislamiento: debería vivir en un alojamiento de aislamiento y no debe salir sin permiso, además, se sugiere que dicho personal reciba una dieta nutritiva para fortalecer su sistema inmune.
La guía plantea realizar monitoreo y registro del estado de salud a todo el personal de trabajo incluyendo control de temperatura, síntomas respiratorios, además de ofrecerles orientación profesional en caso de presencia de algún síntoma psicológico. Establecen que si el personal presenta algún síntoma como fiebre, debe ser aislado inmediatamente e iniciar protocolo de manejo. Cuando el personal de la línea frontal de trabajo (médico, técnicos y personal de logística) finalizan su trabajo en el área de aislamiento y van a regresar a su vida cotidiana, deben ser testeados y aislados colectivamente en un área específica por 14 días antes de ser dados de alta de observación médica.
Al revisar los protocolos y guías técnicas publicadas en países como España, o las recientes guías publicadas en Colombia por el Ministerio de Salud, no se incluyen estas medidas de forma estandarizada. Como gran parte de lo que se está viviendo con esta pandemia, aún falta evidencia científica y estudios que puedan sustentar estas medidas, no obstante deberían ser consideradas.
Y aunque no está en ninguna de las guías de manejo, la ciudadanía debe comprometerse en el cuidado de su personal de salud. En Santa Marta, el pasado 23 de marzo, un periódico registró que quienes atienden en clínicas y centros hospitalarios sufren discriminación por parte de los conductores que se niegan a transportarlos obligándolos a regresar caminando a sus hogares. En Bucaramanga algunos médicos denunciaron inseguridad, falta de transporte para llegar a sus destinos, discriminación y altos costos de tarifas en los servicios de taxi. El personal de salud en Colombia va a requerir mucho más que los amables aplausos de las noches.