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Concertación en Chile: no volver cuanto antes, sino saber volver
Jueves, Enero 28, 2010 - 13:17

Quienes formen la nueva oposición deberán aceptar que el uso de los atropellos a los DD.HH. ha llegado a su fin. La búsqueda del voto sobre la base de este argumento no podrá seguir como pilar del discurso político.

No cabe duda, considerando el proceso de izquierdización quenuestra región ha vivido durante la última década, que la derrota en laelección presidencial que sufrió la coalición de gobierno en Chile, la Concertación dePartidos por la Democracia,remeció el escenario político nacional y regional.

Estos días han permitido y generado los más variados análisis,tanto de la Concertacióncomo de la Alianzapor el Cambio -ésta último, el conglomerado que encabeza el presidente electo,Sebastián Piñera-, e incluso de la más variada fauna de politólogos y analistasinternacionales y nacionales. Los argumentos que más se han mencionado han sidoel desgaste de los 20 años de gobiernos de la Concertación, ladivisión interna de los partidos de esta coalición, el voto de castigo de laclase media, el cansancio de la sociedad frente del aparataje construido porlos operadores políticos; que no se pudiera ordenar al conglomerado degobierno; la falta de primarias abiertas y transparentes, y simplemente que elcandidato oficialista, el senador y ex presidente de Chile, Eduardo FreiRuiz-Tagle, no era la mejor opción.

Sin embargo, pensando en la rearticulación y/o refundación de loque hasta el 11 de marzo de 2010 será conocido como la Concertación -ese díase producirá el traspaso de mando, entre Michelle Bachelet, la mandatariasaliente, y Sebastián Piñera, quien asumirá por cuatro años en el CongresoNacional en Valparaíso-, también hay planteamientos que deben ser consideradospara los procesos eleccionarios de 2014 y, probablemente- de 2018 (y quizásmás).

Desde esta perspectiva, luego de las elecciones, existen tres mensajesque quedaron fuerte y claramente expresados para los electores chilenos que, desdemarzo de 2010, se transformarán en miembros de la “oposición”.

Primero, y más allá de la importancia y dureza del tema, así comode su significado emocional, quienes formen la nueva oposición deberán aceptarque la bandera política del uso de los atropellos a los derechos humanos hallegado a su fin. La búsqueda del voto sobre la base de este argumento no podráseguir como pilar del discurso político en Chile.

No hay duda que los gobiernos de la Concertacióntrabajaron, y con éxito, el reconocimiento y condena de las atrocidadescometidas entre 1973 y 1989 -periodo en que en Chile se erigió el gobierno defacto de Augusto Pinochet-. Así lo demuestra el que aún los casos queinvolucran a ex militares y agentes de seguridad sigan el camino judicial, sinhaber permitido la instauración de una ley de punto final.

El reconocimiento de los hechos quedó plasmado en la construccióndel Memorial de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos, ubicado en elCementerio General de la capital chilena. Sin embargo, este eficiente trabajoha dejado de cohesionar a los votantes oficialitas. En otras palabras, elrespeto a los derechos humanos se transformó en una temática de carácter transversala nuestra sociedad. Así, dada la circunstancia que sea, hoy existe unaconciencia colectiva de que estos actos no pueden volver a ser cometidos, y -dadoel triunfo de la derecha- que el tema ya no tiene el mismo significado en la agendapolítica.

El segundo mensaje que aflora luego de esta reñida elección presidencial –Freí sacó el 48,6% de los votos en segunda vuelta, y Piñera 51,4%-, es que el éxito económico no es un problema, sino un objetivo a seguir y alcanzar. En esencia, 36 años de neoliberalismo han cambiado la mentalidad de los chilenos. Así, cada ciudadano es un microempresario con una meta clara: llegar a ser su propio jefe, y por qué al mando de una empresa, una aspiración arraigada en lo más profundo de la mentalidad nacional (es como diría un amigo, la típica fábula de la hormiga).

No hay que olvidar que incluso se popularizó el concepto de “microempresario”. De este modo, competitividad y creatividad son la base de una sociedad que ha sido, sin consulta alguna, subida (por los Acuerdos de Libre Comercio) a la lógica del mercado global. Hoy, estos actores de la economía podrían sentirse identificados por el presidente electo. Bajo este análisis, pondríamos decir que el país está compuesto principalmente por “emprendedores”.

En este sentido, considerando la imposibilidad de haber resuelto durante los gobiernos de la Concertación el tema de la distribución del ingreso, es un desafío intentar el éxito económico y no una vergüenza. El individualismo generador de riqueza -desde que no hay desarrollo sin crecimiento- llegó para quedarse.

Tercero, el Estado como actor económico pareciera no ser del todo reconocido. El discurso de más Estado per se no parece, en la forma en que lo presentó la Concertación, ser suficientemente seductor. En esencia, no sólo es más Estado, sino que un Estado más eficiente y meritocrático. Articulador (no interventor) de las oportunidades que el mercado global permite. Desde esta perspectiva, la Alianza por el Cambio hizo ver esta diferencia de mejor manera que la coalición gobernante. Por eso no cabe duda que el nuevo referente (o referentes) de la oposición deberá trabajar más sobre la idea de un Estado creador de oportunidades, en el contexto del mercado global.

Desde esta perspectiva, luego de 20 años, la Concertación chilena nopudo resolver el dilema de cómo (utilizando los mejores 10 años de crecimientoeconómico de las década de los 90) dar el paso desde lo que defino como “competitividadvacía”, a una “competitividad próspera”. Aunque losejemplos de la rearticulación del rol del Estado proactivo, en nombre de unproceso de reindustrialización, sobraban en el mundo desarrollado, nunca sereplicaron.

Mundialmente, en su extensión y profundidad, sepodría haber imitado experiencias tales como la de Nueva Zelanda (Growth andInnovation Framework), Australia (Backing Autralia’s Ability),Noruega (Norwegian Innovation Policy), Canadá (Canada’s Innonation Strategy), e Ingraterra (UK Government Envisions), entre otros.

Pensando en 2014, cuando se realice la próxima elecciónpresidencial en Chile, no hay duda que lo discursivo, el exitismo económico yla idea del Estado deberán sufrir un reordenamiento ideológico. La necesidad dedesarrollar una nueva generación de actores políticos -que como nunca antesentienden y utiliza la tecnología y que viajan e interactúan con sociedadesdenominadas “desarrolladas”-, demandará una oposición más globalizada einterconectada con los nuevos temas que hoy dominan el mundo.

Así, todo indicaque el proceso de recomposición y rearticulación demandará algo más que cuatroaños. El desafío, entonces, no es volver lo antes posible, sino que saber volver.