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Conozca el A, B y C del litio, el remedio contra la depresión petrolera internacional
Sábado, Diciembre 10, 2016 - 14:28

"Todo lo que necesito es litio". Una frase que cobra relevancia en un mundo sumido en una depresión petrolera y que podría poner al mineral como un remedio para éste y otros trastornos internacionales.

¿Puede un mineral cambiar el balance de poder en el mundo? Con el petróleo, una mezcla de hidrocarburos, se trazaron las líneas de los mapas geopolíticos del siglo XX. La historia del petróleo se ha dado en los entretelones del poder político y económico mundial. Se han librado guerras, gobiernos han caído y otros se han levantado en su lugar por el control del recurso energético que impulsó a la maquinaria del progreso mundial.

El cambio climático y la condición de recurso no renovable están poniendo fin la reinado del petróleo. El fin de la era del petróleo no parece cercano, pero la crisis petrolera que inició en el 2013 fue la gota que colmó el vaso de las certezas de un mundo regido por el petróleo, obligando a buscar otras fuentes de energía que carezcan de las debilidades del otrora invencible oro negro. Entre los aspirantes al título, hay uno que ha comenzado desde hace más de dos décadas su camino al trono: el litio.

El litio es un metal de color blanco plata en su estado puro, condición en la que no se le encuentra en un ambiente natural debido a su alta reactividad, ya que reaccionan fácilmente con agua, oxígeno y otras sustancias del aire para formar otros compuestos. La minería del litio se desarrolla en dos tipos de depósitos: yacimientos en vetas y salmueras naturales. Los depósitos de salmuera se encuentran en lagos salados en los que el litio se extrae a través de un proceso de evaporación. La recolección de salmuera es más común y a menudo se considera un método más simple que la extracción, pero el mineral obtenido por este medio se considera de grado inferior. La minería de litio en yacimientos requiere estudios geológicos y de perforación a través de la roca, que pueden aumentar los costos, pero el litio obtenido por este medio se considera de mayor calidad.

Según datos de Metalary.com, el valor de la tonelada del mineral en el mercado internacional se ha incrementado progresivamente desde el 2012, cuando el precio fue de US$4,220 por tonelada, hasta el 2016 —año en el que alcanzó su mayor precio histórico—, con un valor de US$7,475 por tonelada. La estadounidense Albermarle —a través de su filial Rockwood Lithium y la participación que tiene en Talison— posee 33% del mercado. La minera chilena SQM detenta cerca de 25%, seguida de la FMC Corporation con 12%.

Para Rockwood Lithium, el fuerte aumento del valor en el 2016 “se produjo por una mezcla de alza de precio y mayores volúmenes de venta, pero no creemos que el precio continúe aumentando a estas tasas”. SQM considera que “los niveles actuales de precio responden a una situación coyuntural de corto plazo”, impulsada, en parte, por un subsidio del gobierno chino a la industria de autobuses eléctricos.

Banchile Inversiones calcula un valor del mineral para el 2017 de US$7,375 por tonelada. La institución financiera declaró que se mantiene “cauta sobre los precios en 2017 dado la entrada de nueva oferta al mercado”.

A diferencia de otros metales, el litio no se comercializa en bolsas internacionales. Su precio depende de las negociaciones directas entre compradores y productores, por contratos de suministro de largo plazo. Chile es el productor con el precio más bajo del mineral.

El litio latinoamericano. Chile, Bolivia y Argentina concentran más de la mitad de las 40 millones de toneladas que conforman las reservas probadas de litio en el planeta. Aún cuando Bolivia tiene el yacimiento más grande en el salar de Uyuni, Chile —con la segunda reserva del mundo en el salar de Atacama— es en la actualidad, junto con Australia, el principal productor internacional. Según expertos, el problema del litio boliviano es que sus depósitos están mezclados con magnesio y se necesitan insumos caros para poder separarlos. Así, a pesar de contar con reservas estimadas en nueve millones de toneladas, el país tiene grandes desafíos para producir el metal.

Argentina, en cambio, se beneficia de tener un litio más puro en sus yacimientos del noroeste del país, ya que la presencia de magnesio es menor, y las concesiones privadas han avanzado sobre la casi totalidad de los yacimientos desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de aquél país.

Con todo ello, los tres países están llamados a manejar el mercado del litio en el mundo. La nueva “Arabia Saudí del Petróleo Blanco”, como ha bautizado la revista Forbes a la región.

El símil no es una mera ocurrencia. La razón es que el litio podría ser el sustituto de los combustibles fósiles, de ahí la importancia que ha cobrado en los años recientes. El principal uso del litio en la actualidad es para la fabricación de baterías eléctricas recargables. El mayor potencial de esta industria viene por el uso de estas baterías en vehículos a propulsión eléctrica y sistemas de almacenamiento energético. Dentro del mercado de sistemas de almacenamiento de energía para el sistema eléctrico, las baterías de ión-litio —según los datos de Navigant Research— representaron el 85,6% de todos los sistemas instalados durante el 2015.

Antes del boom del mineral en este siglo, el litio fue un recurso estratégico en la industria militar. Se le usó en la fabricación de la bomba de hidrógeno durante la primera mitad del siglo XX. Fue hasta los años 80 cuando se desarrollaron las primeras baterías recargables funcionales de iones de litio, pero los trabajos de investigación se detuvieron para concentrarse en otras químicas.

A principios de la década de los 90, la compañía japonesa Sony comercializó la primera batería recargable de iones de litio. Esta batería, más pequeña que una convencional y con una mayor capacidad, revolucionó el mercado de electrónicos de consumo, ya que ofrecía una densidad energética mucho mayor que la mayoría de los otros sistemas electroquímicos.

Pero este hecho no explica el auge por el que pasa ahora el petróleo blanco. La cantidad que se necesita para alimentar una cámara portátil o un teléfono es pequeña: alrededor de cinco a siete gramos de equivalente de carbonato de litio por dispositivo. El impulso decisivo vino con la importancia que cobraron las energías limpias a principios del siglo XXI. La difusión del uso de la generación de energía eléctrica con fuentes renovables fue posible a la confluencia a varios factores, entre los que se cuentan la mejora y abaratamiento de los componentes tecnológicos necesarios, y a las baterías recargables de iones de litio. Éstas últimas permitieron que la electricidad generada pudiera ser almacenada con mayor eficiencia, para después ser distribuida por las redes de consumo.

Energías limpias en la pista. La eficiencia de las baterías basadas en litio llamó la atención de la industria automotriz. Tesla Motors, compañía estadounidense que fabrica y vende autos eléctricos, comenzó operaciones en el 2003. A la empresa propiedad de Elon Musk le tomó casi una década convencer al mundo de la viabilidad del auto eléctrico. Antes que Tesla, en 1996 se lanzó al mercado de Estados Unidos el EV1, el primer vehículo eléctrico moderno producido por la General Motors. El auto usaba baterías de ácido y plomo que pesaban 594 kg. La primera tanda de baterías la fabricó la filial de GM Delphi. Entregaban 53 Ah, 312 V y 16.5 kWh. Su autonomía por carga era de 113 km.

El Tesla Model S comenzó sus ventas el 22 de junio de 2012. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) estableció que la autonomía del Model S equipado con una batería de 100 kWh y versión D es de 507 km, convirtiéndose en el automóvil eléctrico de serie con mayor autonomía. El paquete de baterías pesa 540 kg y proporciona 400 V en corriente continua (DC). Está formado por miles de baterías de iones de litio sumando una capacidad de 60 kWh, 75 kWh, 90 kWh o 100 kWh según versiones.

El grupo de inversión Goldman Sachs estima que el Model S utiliza 63 kg de litio en su batería, el contenido equivalente a cerca de 10.000 teléfonos móviles. El mercado masivo de vehículos eléctricos está elevando la demanda del mineral en todo el mundo. A principios del 2016, Tesla presentó el Modelo Tesla 3. El nuevo modelo ha recibido 400.000 pedidos desde su presentación y pretende establecer una producción de medio millón de unidades al año. Elon Musk, durante la presentación del Tesla 3 realizó una importante declaración: “para producir 500.000 vehículos al año, básicamente necesitamos absorber toda la producción de litio del mundo”. El anuncio de Musk en una declaración de intenciones dirigida hacia todos los productores de litio del mundo.

En julio del 2016, Tesla inició las operaciones de un complejo industrial para la producción de baterías de litio. Para el 2020, la fábrica tiene proyectado duplicar la producción mundial actual de baterías de iones de litio, con lo que espera reducir su costo en más del 30%. El mercado mundial de baterías de iones de litio generará ingresos de US$46.210 millones de dólares en 2022, según un informe publicado por Allied Market Research. El estudio El mercado mundial de baterías de ion-litio: oportunidades y pronósticos 2015-2022 destaca que el sector del automóvil crecerá a un ritmo de 11% anual durante este periodo. China, por ejemplo, se ha fijado la meta de contar con cinco millones de coches eléctricos para el 2020. Austria se va a unir a la lista de países, entre los que se encuentran India, Holanda y Noruega, que están considerando la prohibición de la venta de vehículos nuevos que no sean eléctricos. En el caso de los tres últimos, el objetivo sería en el 2025, pero Austria es más ambiciosa y adelanta la fecha a 2020.

El litio mexicano. En el 2015, las mineras situadas en Sonora, México, Bacanora Minerals y Rare Earth Minerals, firmaron un contrato de poveeduría de litio con la fábrica de baterías de Tesla. Sonora cuenta con reservas probadas de ese mineral de 3,5 millones de toneladas. Bacanora cuenta con al menos siete yacimientos en el estado y, en alianza con Rare Earth Minerals, tiene previsto arrancar con la producción de 17.500 toneladas de litio en el 2017 y duplicar su producción a 35 mil toneladas al año para el 2019.

México cuenta con otro yacimiento del mineral en una zona de 50,000 hectáreas entre los estados de San Luis Potosí y Zacatecas. Las reservas probadas de la mina están en el orden de las 1,47 millones de toneladas.

El litio es totalmente reciclable, así que no es una materia prima no renovable como el petróleo. Esto abre un campo más en el ciclo productivo del mineral. En la actualidad, la industria del reciclaje aún no encamina esfuerzos a la recuperación del litio de las baterías que han terminado su ciclo útil. El costo-beneficio para la industria del reciclaje aún no es suficiente para atraer las inversiones. En un estudio de la Waste Management World se advierte que el costo económico de reciclar las baterías excede los beneficios que pudiera generar, pues el costo del litio reciclado es hasta cinco veces el precio del litio producido a partir del proceso menos costoso basado en salmuera. Pero, como casi todo aspecto relacionado con el litio, todo esta en proceso, y esta relación de costos podría cambiar con el desarrollo de técnicas más barata de reciclaje.

La reconfiguración del mapa. Para los analistas políticos, el cambio de petróleo por el litio puede operar cambios en el mapa geopolítico mundial. Los Estados Unidos, por ejemplo, pudieron extender su influencia política en el mundo y convertirse en una superpotencia después de la Segunda Guerra Mundial, en parte debido a su dominio como el mayor productor de petróleo desde el principio del siglo XX hasta mediados de la década de los 70, en que alcanzó su mayor producción del oro negro.

En el caso de Chile, Bolivia y Argentina, la influencia que pudieran ejercer sería parecida a la de la OPEP. La organización de países petroleros tiene una gran influencia en el mercado del petróleo, pudiendo decidir si reduce o aumenta el nivel de producción. Las decisiones del bloque petrolero tienen influjo en las políticas de todos los países, tanto si se trata de productores o consumidores. Para unos y otros, el petróleo es un referente básico para las planeaciones económicas. Una organización de países productores y exportadores de litio podría constituir un bloque con poder suficiente para incidir en la política internacional.

Pero los efectos de un cambio de paradigma energético van más allá de la conformación de un cartel del litio.

Estados Unidos fue el mayor consumidor de petróleo del mundo y el segundo en carbón y electricidad, sólo detrás de China. Ambas economías han comenzado a integrar a su canasta energética el uso de renovables. La administración de Barack Obama contrajo fuertes compromisos para detener el cambio climático, lo que implicaba la reducción del uso de combustibles fósiles. Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la política energética de la administración de Obama podría ser desechada, pues el magnate inmobiliario ha declarado que su gobierno favorecerá a la industria petrolera, en detrimento de las energías limpias.

La inclinación de Trump por el petróleo, cuando la tendencia mundial apunta a las energías renovables, es un movimiento que busca conservar el status quo de Estados Unidos, cuya economía, como ya se dijo antes, creció gracias a la hegemonía que ha tenido sobre el mercado del petróleo.

China, en cambio, con base en sus enormes reservas de litio y el aumento de la producción de vehículos eléctricos y baterías de iones de litio, tiene la oportunidad de levantarse como un poder global no occidental, según analistas.

“Todo lo que necesitas es litio”. Depresión, esquizofrenia y manía depresiva son trastornos que encuentran alivio con tratamientos basados en litio. La industria farmacéutica utiliza algunas sales de litio para elaborar medicamentos reguladores de los estados anímicos. La ciencia médica no está completamente segura de cómo funciona, sólo sabe que lo hace. Por extensión, podemos decir que el litio podría aliviar la depresión petrolera en el mundo. Tampoco le vendría mal una prescripción por esquizofrenia a Trump.
 

Autores

El Economista (México)