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Consejos, oportunidades y obstáculos sobre trabajar en EE.UU.
Lunes, Junio 30, 2014 - 15:14

A medida que América Latina crece, y la globalización escala peldaños, más profesionales latinoamericanos verán abierta la posibilidad de encontrar empleo en compañías multinacionales que eventualmente pueden llevarlos a radicar en EE.UU. Sepa de algunos de los principales retos y cuestiones que pueden marcar la adaptación y la relación con el país y los equipos de trabajo.

Como se ha dicho en repetidas ocasiones, la población hispana en EE.UU. representa la minoría en mayor crecimiento, y se espera gane influencia en la vida política y económica del país. Al mismo tiempo, entre los hispanoamericanos de segunda y tercera generación se eleva el índice de ingreso a la educación superior, según estudios del Pew Research Center. Además, expertos notan cambios en las tendencias migratorias de latinoamericanos hacia el Norte: en vez de un viaje de ida sin retorno, especialmente en el Sur de la Florida, California, Texas y Nueva York, se nota que los latinos invierten en negocios y bienes raíces, pero no se establecen definitivamente en el nuevo país, sino que se mantienen viajando y compartiendo su tiempo entre las dos Américas

A pesar del giro negativo que representa la muerte de facto de la reforma migratoria en Washington, la tendencia apunta a que la presencia de profesionales, hombres de negocio, emprendedores, inversionistas y ejecutivos latinoamericanos crecerá en los EE.UU. Debido a esto, tiene sentido considerar los obstáculos, beneficios, oportunidades y desafíos que un profesional latino puede encontrar en su transición hacia el nuevo escenario. 

Cultura, comunicación y percepciones

Aunque una gran parte de la fuerza laboral latina subsiste con escasos recursos, indocumentada y de bajo nivel educativo, también es cierto que estudiantes hispanos ingresan cada año en universidades y escuelas estadounidenses, teniendo acceso a una educación de alto calibre a nivel mundial. Cuando egresan, las opciones son variadas. Algunos regresan a sus países, unos más asumen el riesgo de emprender y otros son reclutados por compañías multinacionales. 

Para quienes deciden buscar y aceptar empleo en el entorno estadounidense, con la llegada comienza la parte más difícil. Según Marcela Gómez, directora del American Consulting and Social Service League (ACSSL), dedicada a asesorar inmigrantes en su llegada y transición, “es complicado sortear los apegos a la cultura que se dejó, a la familia y a las relaciones sentimentales. Con todo, el reto fundamental del profesional que estudia o trabaja en el exterior es la adaptación a la nueva cultura. Es algo que se siente no sólo al insertarse en EE.UU. Llegado el caso se experimenta también al retornar al país de origen. Muchos profesionales con posiciones económicas estables, llegan a sufrir por la adaptación, a veces con consecuencias graves que se diagnostican en psicología como síndromes y desórdenes a causa del proceso de aculturación”.   

En general, mucho depende de la actitud y perspectivas personales, de cómo el individuo decida interpretar las barreras y eventuales dificultades en su camino. Por ejemplo, se marca una gran diferencia entre una persona que asume un revés como síntoma de discriminación en su contra, y alguien que lo toma simplemente como indicador de que hay que buscar nuevas alternativas.

Este es el punto de vista de Roberto Méndez, salvadoreño establecido en Nueva Orleans, Luisiana, fundador y dueño de las Taquerías Corona, que en los últimos veinte años ha crecido para convertirse en negocio familiar de restaurantes. Cuando Méndez hace recuento de los obstáculos que se le han presentado en su carrera, advierte que nunca se sintió directamente discriminado, “sobre todo porque no tengo ese tipo de sensibilidad, prefiero pasar de lado y buscar la siguiente oportunidad”. 

Martha Galindo, mexicana de origen, CEO y presidente de la firma Galindo Publicidad, coincide con Méndez en una mirada que trasciende esas dinámicas de roce intercultural. Para ella, ser parte de una minoría en EE.UU., venir de otro país, conocer otra cultura y hablar otro idioma, ha sido “siempre una ventaja. He disfrutado de una educación sólida, un postgrado en Estados Unidos, soy bicultural y bilingüe, y siempre he tenido muchas ganas de aprender de todo, lo cual es una ventaja en un terreno fértil”. 

Pero donde quiera que individuos de varias culturas confluyan, hay oportunidad para incomprensiones de códigos comunicativos o de valores. 

Por ejemplo, para Regina Portillo, a cargo de las operaciones de Talento en SkillBridge.co, startup enfocada a facilitar las conexiones entre compañías y profesionales de alto nivel, “el aspecto más difícil de interactuar y comunicar con efectividad a lo interno de equipos diversos tiene que ver con las distintas presunciones que cada uno tiene. Mi experiencia es que los latinos y latinas en general asumen que los equipos van a tener un foco más colectivo acerca del bienestar o los resultados generales que se consigan. Mientras, dentro de equipos esencialmente caucásicos los miembros sostienen un enfoque más individual. Además, los latinos son más indirectos en su forma de comunicar, más cautos y ponen cuidado en no sonar pomposos, en tanto los equipos caucásicos expresan en una forma de comunicación más directa, lo cual puede ser efectivo al construir network en un ambiente dinámico como el de Nueva York. Donde más he percibido esto es en SkillBridge, donde la innovación no se puede demorar o afectar a causa de un tipo de comunicación más indirecta, sujeta a interpretaciones”. 

A la vez, existen patrones o estereotipos imperantes que “caracterizan” a los individuos de origen o raíces latinos, sean hombres o mujeres. Cuando los profesionales se unen a entornos corporativos en compañías estadounidenses, o cuando se insertan en equipos multiculturales, pueden generarse situaciones de incomprensión o malentendidos. Esto se puede acentuar, si se tiene en cuenta que la misma población hispana está compuesta por personas procedentes de varios países en América Latina, cada uno con sus características identitarias propias, muy marcadas. 

“Como latina, una barrera fundamental que he sentido es la incomodidad que otros dan a entender porque no me reconocen, o porque no logran que yo encaje, en su estereotipo preconcebido. De hecho, durante entrevistas muchas veces mi origen latino resulta una sorpresa. Soy mexicana, pero mi apariencia no coincide con el estereotipo. Aunque crecí en un hogar donde se habla Español, nadie puede detectar ningún acento cuando hablo Inglés. Una vez que se menciona mi procedencia, mis interlocutores no saben cómo valorarme. Es más difícil para ellos crearse expectativas acerca de cómo será mi comportamiento o funcionamiento en el trabajo”, comenta Portillo. 

Pero a niveles macro, Galindo piensa que la percepción que se tiene acerca de los profesionales hispanos evoluciona, aunque quedan gradaciones y diferencias que dependen de las experiencias y contactos previos que los miembros de los equipos hayan tenido con individuos de otras culturas. “Los estadounidenses más urbanos y jóvenes están más expuestos al contacto y conocimiento de otra gente. Las ciudades y algunas empresas con presencia internacional se preocupan de formar comités de diversidad y multiculturales, los cuales realizan actividades y festejos que han puesto nuevos rostros de frente al público. Esos rostros generan otro diálogo. Esto trae una aceptación mayor de la existencia de otros grupos étnicos y se van valorando sus aportes. Los medios no hacen lo suficiente aún, pero hay un cambio positivo al respecto”. 

Mientras la adaptación al intercambio con nuevas culturas ocurre a un paso más lento, el profesional siempre tiene la opción de trabajar por su propia imagen y construir su propia identidad individual, independiente de nacionalidades o backgrounds.

Esa es la estrategia de Portillo, “en las tres compañías donde he trabajado en Nueva York, ninguno de mis colegas había trabajado antes con alguien de procedencia hispana. En mi programa en la Universidad de Columbia, soy la única latina entre aproximadamente cien estudiantes. Por tanto, he creado una identidad individual para mí, en base a mi comportamiento, resultados y ética de trabajo. Eso hace que yo no sea identificada como este tipo o aquel de latina, sino como Regina, miembro del equipo y amiga”. 

Logística

En general, una de las principales preocupaciones y fuentes de estrés que siente un profesional latino que tiene la intención de trabajar en EE.UU. o a ha encontrado empleo y está a punto de iniciar el proceso migratorio, es precisamente la serie de trámites a realizar y detalles a contemplar. Al respecto, servicios profesionales como el de Marcela Gómez se han creado precisamente para asistir con estos procedimientos. 

A los estudiantes que ya están matriculados en escuelas estadounidenses, Gómez recomienda que dediquen horas voluntarias en prácticas laborales con compañías de su interés. “Así tienen la oportunidad no sólo de comprender mejor el entorno laboral y de negocios en EE.UU. sino que se generan redes profesionales de contactos, se tienen ya personas que pueden servir como referentes, y en última instancia quizás esa misma compañía decide ser espónsor de una visa de trabajo en el país”. 

Para aquellos que buscan opciones para llegar al país de una forma más exploratoria inicialmente, Gómez aconseja indagar sobre la visa J1, la cual permite intercambios culturales y períodos de aprendizaje a extranjeros. 

Por su parte, Galindo concluye con un consejo que puede servir a todos los que planeen insertarse en el contexto laboral estadounidense, “sean humildes y asertivos. Tienen mucho que dar y una montaña por aprender que no la dan los libros. En EE.UU. las pistas de ascenso no están marcadas por los títulos, ni por el origen de las familias. La cancha es abierta. Elijan sus pistas, forjen sus sueños, sean flexibles y lleguen a sus metas”.

Autores

Jennifer P. Roig