Con una mini gira durante julio por distintos puntos del país, la artista inicia un proceso de "volver a volver", como ella dice, en el que luego de años como sesionista en España, busca retomar sus lazos con Chile.
Con el disco "Mensajero del amor" del año 1986, la artista chilena Cristina González dio sus primeros pasos musicales. Eran tiempos de dictadura, en el que los espacios para propuestas atractivas eran pocos y el complejo movimiento musical que se formaba implicaba un fuerte sacrificio.
Hija de una de las integrantes del duo Sonia y Miriam, el que entre los años 60 y 70 fuera popular en Chile y en varios países de América Latina, Cristina conoció la música desde pequeña. De hecho, su madre y su tía crearon en dictadura el sello SyM, que ofreció instancias de grabación y distribución de material musical en los complicados años 80.
Sin embargo, el lugar más importante que realizaba esa tarea era el sello Alerce, creado por Ricardo García, conocido locutor radial quien tempranamente comienza una acción de resistencia política-cultural a los militares que tomaron el poder en Chile en septiembre de 1973.
Fue en ese sello que Cristina González graba su único trabajo publicado en el país, en el que incluye -entre varios buenos temas de amor- una canción dedicada a Sebastián Acevedo, quien en el mismo año que se presentó el LP se suicidara a lo bonzo en una céntrica plaza de Concepción, al sur de Chile, como desesperada protesta ante la ilegal detención d esus hijos por parte de los organismos de inteligencia de la época.
Tras ese disco y la escasa repercusión que logra en los medios oficales, la artista decide emigrar a España, desarrollando allí una laboriosa carrera como sesionista de grandes artistas como Joaquín Sabina, Nacha Pop, Miguel Ríos y Luis Eduardo Aute, entre otros. Incluso con este último volvió silenciosamente un par de veces a Chile.
En España usó durante mucho tiempo el nombre de Cristina Narea y ha editado varios discos.
Sin embargo, ahora se encuentra en cuerpo y alma para presentar su disco "Huesos de mar", trabajo con el que busca un re-encuentro con el país y que resume como una fusión de raíces chilenas e hispanas.
"Para mí el nombre del disco obedece a una memoria que existe en la tierra, en el planeta. Como que cuando vas en la carretera y ves por ejemplo estas montañas de roca, se percibe el paso del ser humano y la memoria y los restos. Es claro un título poético, pero que a mí me evoca la huella del ser humano y la necesidad de conectar con la naturaleza y aprender del paso del tiempo, y para eso la memoria es fundamental. Hay belleza, alegría, pero también mucha sangre y muerte, hay de todo", señala.
Cree que se encuentra en un instante de "volver a volver". Dice que sintió la necesidad del regreso, "de juntarme con los chicos con los que trabajé como Raúl Araya y Claudio Aliaga con quienes toqué en los 80. Concebí este disco claramente como un disco de fusión y con ese sonido de raíz tomé la decisión de hacer todo un esfuerzo económico y apostar por este trabajo y venir a Chile. Todos me decían allá que estaba loca por gastarme ese dinero en el disco y en venir a Chile pues existe en España una crisis muy fuerte que nos golpea", cuenta.
Cristina asegura que pese a todo, siente que no se equivocó en su decisión de venir nuevamente a mostrar su música a Chile en una mini gira para mostrar su trabajo tanto en Santiago como en el sur.
Ya cantó en "La piedra feliz" de Valparaíso y tiene agendada una presentación en Chillán los días 25 de julio en el Pub Magnolia, 26 en el salón parroquial El Carmen y en Santiago el lunes 28 en el Mesón Nerudiano (Domínica 35). Luego de ello Cristina regresará a Madrid donde presentará su disco en la sala Galileo Galilei el jueves 4 de septiembre.