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Daniel Gómez: “El problema no es la falta de capital”
Lunes, Enero 6, 2014 - 09:40

Este joven nacido en Monterrey aún no se recibe de ingeniero químico y ya dirige una empresa que factura US$ 3 millones desarrollando equipos modulares para producir biocombustibles.

Daniel Gómez Iñiguez, quien fue invitado de honor al World Entrepreneurship Forum 2013, celebrado en noviembre pasado en Singapur, es CEO de Solben y conversó con AméricaEconomía acerca de los retos del emprendimiento en México.

-¿Cuál fue tu primera motivación para iniciar tu carrera de emprendedor?

Mira, yo pertenezco a una familia tradicional, es decir, padre trabajador, madre ama de casa que cuida de los hijos; una familia en donde no tienes que arriesgar, tienes que irte por lo seguro. 

Además que todos mis tíos y mis abuelos emigraron Estados Unidos siguiendo el famoso sueño americano: “Ten tu casa, ten tu carro, nunca lo dejes de pagar durante toda tu vida y vas a ser feliz”. Yo me quedé en México con mis padres y ellos siempre buscaron esa certeza. La incertidumbre era uno de sus peores enemigos.   

Yo creo que mis padres desde muy pequeño se dieron cuenta de que todo lo que me decían yo les llevaba la contra. Entonces en lugar de decirme “sí puedes”, se volvió una cultura de “no puedes, demuéstrame lo contrario”. Ellos me conocen tan bien que hasta la fecha les digo algo y ellos me dicen “no te creo, demuéstrame lo contrario” (risas). Eso es algo que me motiva, me empodera y me lleva a tratar de hacer las cosas realidad y no ver obstáculos en el camino, sino un objetivo muy claro, que es lo que quiero lograr.

-Monterrey es una ciudad de tradición emprendedora

Monterrey es una ciudad de muchas empresas, pero se fue transformando en una ciudad de muchos empleados…

-¿Qué te llevó a estudiar química y qué te ha aportado esta profesión en una carrera como emprendedor?

Realmente eran dos cosas: lo primero, yo estaba entre estudiar medicina y estudiar química. Quería ser pediatra porque me encantan los niños y quería ayudar a la gente. Por otra parte, yo siempre fui un niño de ferias de ciencias. Construía motores eléctricos, hidráulicos, etc. Era mucha mi pasión por las ciencias, por el método científico, y la química era para mí una esencia básica para la creación de cualquier cosa. 

Pero necesitaba experiencias directas para tomar la decisión, así que fui a los hospitales… y mis padres nuevamente me decían que como médico me iba a morir de hambre, “no ganan mucho dinero, son muchos años de estudio, nunca te vas a casar”. Y se juntaron varias cosas: debía hacer mi propio proyecto de investigación a la preparatoria, y mediante una corta investigación por medio de internet descubrí y me di cuenta de que podía hacer biodiésel desde mi cocina. Y así descubrí que a través de la química yo puedo desarrollar mis pasiones, mis talentos. Eso fue lo que me llevó después a estudiar ingeniería química. Sin embargo, me he dado cuenta de que no importa lo que estudies tampoco, importa cómo lo llevas a la práctica. De hecho hoy conozco a grandes médicos que son también grandes empresarios…

-¿Cuáles dirías que son los grandes obstáculos que enfrenta en México un emprendedor de tu edad? ¿Escepticismo, falta de capital?

Yo creo que la palabra emprendedor de entrada está prostituida en el mercado. Hay que tener mucho cuidado cuando hablamos de “emprendedorismo”. Yo creo que el principal reto que se encuentra el emprendedor es otro: yo he visto muchos emprendedores que ni siquiera confían en sus proyectos. ¿Cómo quieres vender algo en lo que no confías, que no es tu pasión, sin que no te hayas rodeado del gran equipo de trabajo? Yo creo que para hacer un gran negocio tiene que haber una historia detrás. 

Tú como inversionista no inviertes sólo en el proyecto porque es único e innovador, inviertes en la persona, y las personas carecen a veces de esa confianza en sus proyectos.

Yo sí te puedo decir algo de mi proyecto: es que si tengo cierta cantidad de dinero, yo estoy dispuesto a ponerla toda en el proyecto y endeudarme con todos los bancos porque yo confío en mi proyecto plenamente, y eso hace una gran diferencia a la hora de conseguir capital. 

El problema no es acceso a capital, de hecho hay demasiado capital. Tenemos en México al hombre más rico del mundo, Monterrey es una ciudad donde la gente recibe demasiados dividendos de las empresas, y cuando yo veo que alguien está construyendo edificios, lo primero que viene a mi mente es: “otro gran empresario que tiene mucho dinero y no tiene idea qué hacer con él”.   

Porque ves grandes edificios en Brasil y en otros países, los construyen y ni siquiera están ocupados. Entonces no es la falta de capital, es la falta de capacidad de la persona de generar confianza para poder así convencer al inversionista.

-Hay mucho interés de las escuelas de negocios en el tema. ¿Crees que se puede enseñar a ser emprendedor?

Muchas personas dicen que no hay una educación sobre cómo hacer negocios, planes de negocios, incubadoras… Dime qué emprendedor grande del mundo estudió negocios para hacer negocios. Nadie estudió eso, lo vas aprendiendo sobre el camino. Ningún libro dice cómo tienes reaccionar cuando te cambian la jugada a última hora, tienes que negociar así las acciones, así buscas a tus socios… Cada historia es diferente. Pero en general tienes que ser muy práctico, muy perseverante para poder lograrlo. 

-Si no es un tema de capital o de formación, ¿qué es lo que nos falta entonces en América Latina para que los emprendedores se afiancen?

El factor que yo veo es la falta de valores. ¿Cómo puedes tratar de cambiar el mundo si ni siquiera eres congruente con tus propios valores? Tienes que tener claros tus valores como persona, los valores de tu compañía, que van a ser similares, pero no exactamente los mismos. Debes buscar gente a la que la muevan esos mismos valores. 

Si tú escribes en una hoja tus valores y otra tus actividades diarias, y son congruentes, ya no eres ese club de chavos tratando de cambiar el mundo, sino un grupo de individuos basando sus actividades en principios y valores que los ayudan a cumplir objetivos. Eso te empodera más, genera aún más confianza y hace que tu proyecto se vuelva una realidad. Esos son algunos de los retos del emprendedor, pero al final la solución está en ti mismo y no afuera.

Autores

Carlos Tromben en Singapur