Lo central que se busca promocionar es que se trata de una enfermedad posible de prever. El 50% de las mujeres que son pronosticadas con el cáncer no se realizó ningún examen previo.
En las últimas cuatro décadas el cáncer cérvico uterino en América Latina no baja su mortalidad de la misma manera que lo ha hecho en América del Norte. Considerada una enfermedad posible de prevenir y curable, requiere algunas políticas de diagnóstico, tratamiento y seguimiento que ha costado poner en práctica en la región.
América Latina y el Caribe tienen algunas de las tasas de incidencia y mortalidad por cáncer cervicouterino más altas del mundo, sólo superadas por las de África Oriental y algunas zonas de Oceanía.
El cuello uterino, también llamado cérvix, es el canal que conecta el útero con la vagina. El 50% de las mujeres que son pronosticadas con este cáncer no se realizó un PAP, examen específico para detectar el virus del papiloma humano que provoca el cáncer. Ello demuestra que la prevención es clave.
El médico ginecólogo chileno Fernando González, del Instituto Nacional del Cáncer -el principal centro público de tratamiento del cáncer en el país- dice que “toda mujer está en riesgo de contraer este cáncer; por lo que resultan fundamentales las recomendaciones para la detección precoz. Cuando el cáncer es detectado en etapa temprana, las probabilidades de un tratamiento curativo aumentan significativamente".
Esta enfermedad se produce cuando las células del cuello del útero crecen y se multiplican sin control. Sin embargo, la etapa precancerosa ofrece la oportunidad de buscar estas alteraciones y tratarlas totalmente a tiempo, con métodos simples y con altas posibilidades curación.
El origen de todo se debe a la presencia del virus papiloma humano (VPH), enfermedad de transmisión sexual asintomática más frecuente del mundo. Cerca del 90% de las infecciones por VPH se resuelven espontáneamente dentro de dos años; sólo una pequeña fracción se asocia a una infección persistente que puede llevar, luego de varios años, a lesiones pre-cancerosas.
La prueba de Papanicolaou se recomienda para todas las mujeres a partir del inicio de su actividad sexual y se deben realizar en su centro de salud con su médico o matrona según los programas de detección periódicamente.
Durante la prueba, el profesional utiliza un instrumento de plástico o metal denominado espéculo que se introduce en la vagina para visualizar el cuello uterino, esto permite que mediante una espátula de madera o un cepillo se tome una muestra de células del cuello uterino y la zona circundante.
Se trata del único cáncer que se puede prevenir con una vacuna administrada entre los 9 y 26 años de edad antes iniciar relaciones sexuales. Se trata de una vacuna segura, cuya licencia para su administración fue aprobada en junio del año 2006 por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) en Estados Unidos y ha sido estudiada en miles de niñas y mujeres voluntarias en todo el mundo.
En Chile y en otros países de la región es gratuita en el sector público.
Por su parte, el tratamiento del cáncer generalmente incluye procedimientos como la cirugía para extirpar el útero (histerectomía), aunque también existe la opción que en mujeres jóvenes con tumores pequeños puede ser una cirugía mínimamente invasiva con conservación de la fertilidad. A este procedimiento se le conoce como "traquelectomía radical con linfadenoctomía pélvica laparoscópica".
En las etapas localmente avanzado se utiliza la radioterapia, en la cual rayos X de gran potencia con otros tipos de radiación se utilizan para matar a las células cancerosas.
Lo central que se busca promocionar en el Día Mundial del Cáncer Cérvico Uterino en que se trata de una enfemermedad posible de prever.