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Directora del IETS: "Cualquier país quiere saber qué está incluyendo en su sistema de salud"
Miércoles, Junio 19, 2019 - 16:00

A pocos meses de asumir en su cargo, Adriana Robayo explica el rol del Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud en Colombia.

Hace una semana Adriana Robayo dio una breve charla en la Universidad Nacional. Antes de empezar, quien la antecedía preguntó al público (de unas trescientas personas) quién conocía el IETS. Solo cuatro levantaron la mano. El Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud, que es lo que traducen esas siglas, parecía un bicho raro para el auditorio, compuesto en su mayoría por estudiantes de farmacia y medicina.

Robayo, que hace tres meses se convirtió en la nueva directora, sabe que la divulgación no ha sido el fuerte del IETS, pese a que juega un papel esencial en el sistema de salud. Muchas de las decisiones sobre nuevos medicamentos, sobre las terapias que debería pagar o no Colombia con recursos públicos, se basan en los exhaustivos análisis que hacen los equipos de epidemiólogos, economistas y matemáticos que trabajan en esa entidad. En un mundo con tantos intereses en juego y atravesado por tantos sesgos, el trabajo de ese instituto ha empezado a ser trascendental.

Ella, médica internista, nefróloga y especialista en economía social y en gerencia de salud pública, tiene una frase para explicar por qué: “La palabra clave aquí es evidencia, para todo. Evidencia para los médicos y todo el personal de salud”.

¿Qué ha encontrado en estos tres meses?

Que el IETS tiene un gran papel para ayudar a los tomadores de decisiones. Tenemos que ver con todo. Trabajamos con el Minsalud, con el Mincomercio, con el Departamento Nacional de Planeación, con organismos internacionales, con hospitales, con sociedades científicas, con médicos especialistas, con pacientes y familias. Es un sitio que articula el conocimiento y el saber.

¿Por qué decidió pasarse a este bando “institucional”?

Para tomar decisiones y entender los problemas usted tiene que haber sido médico de consultorio. Un médico que sufre, que también se cansa, que hace turnos, que discute con pacientes, que interactúa con familias. En el consultorio puede impactar unos doscientos o trescientos cada mes. Pero acá, si hace bien las cosas, puede orientar las políticas públicas; pero es necesario haber tenido esa sensibilidad. Navegar en los dos mundos permite entender cómo piensan en cada lado. Quiero ser un puente en la toma de decisiones y las necesidades reales del sector salud.

Usted dijo hace poco que este instituto es una rareza en América Latina y en países en desarrollo. ¿Por qué?

Porque es el único instituto que es independiente. Su junta directiva combina el Estado con sector privado: está compuesta por Minsalud, Instituto Nacional de Salud, Invima, Colciencias, Ascofame y sociedades científicas. En la mayoría de países dependen del Ministerio o del instituto nacional de salud. O, simplemente, no existe. En los países en desarrollo, hablo del sudeste asiático, Europa del este, de África, no existe esto. Es nuevo en nuestras latitudes.

Hay conflictos de interés, sesgos por todas partes. ¿Cuáles cree que son las distorsiones más problemáticas?

Todos los sectores tienen intereses. Los pacientes, los médicos, los prestadores, los tomadores de decisión. Y todos tienen derecho a tenerlos. Pero este sitio tiene que ser neutral. Por eso nosotros nos basamos en la evidencia. Ese es nuestro valor.

¿Cómo resolver el dilema de los altos costos de medicamentos?

Nosotros no lo resolvemos sino que aportamos evidencia vista a la mayor profundidad posible, evitando que queden zonas oscuras. La decisión final no la tomamos nosotros. Ese debate supera el alcance del IETS y debe ser un debate de la sociedad, orientado por los tomadores de decisión con participación ciudadana y con la evidencia disponible. Eso hace parte del acuerdo social de cada país y cada sociedad. Tratamos de evitar ese debate ético porque no es nuestro campo de acción, pero damos recomendación con base en lo que sabemos hacer: la evaluación de la evidencia.

¿Recuerda algún caso simbólico de estas evaluaciones? 

Acá se han hecho más de seiscientos tipos de estudios. Un solo ejemplo: el del tratamiento para hepatitis C que se incluyó en el Plan de Beneficios el año pasado. Estaba por fuera, pero comprobada la efectividad, se pudo incluir.

Hay otro eslabón crucial: los médicos. ¿Qué tan juiciosos son observando la evidencia que producen institutos como el IETS?

Creo que bastante. Nosotros tratamos de simplificarles la evidencia. Alguna se produce en el país, otra afuera. Ellos tienen un rol muy importante. Por un lado, tenemos la evidencia de los journals, de los papers, la evidencia científica publicada, pero por otro lado miramos las preferencias de los pacientes, pero también el criterio clínico. Por eso usualmente convocamos a las diferentes sociedades científicas para que nos ayuden a hacer los procesos deliberativos y tenemos discusiones acerca de, por ejemplo, la pertinencia de una guía clínica o de hacer un análisis de impacto.

La industria a veces tiene injerencia en la educación médica. ¿Qué papel juega el IETS ahí?

Nuestro rol es clarificar la evidencia para ellos. Cómo llegar a los médicos, en forma de guías, le corresponde al Minsalud. Por otro lado, las EPS, IPS y el gremio médico deben apropiársela. Seguramente las sociedades científicas, Ascofame y la academia de medicina están en contacto permanente con el Gobierno. Es un diálogo más de ellos que nuestro. Nosotros aportamos la evidencia y la parte de educación la harán ellos. La palabra clave aquí es evidencia, para todo. Evidencia para los médicos y todo el personal de salud, que supera el millón de personas.

En estos tres meses, ¿qué la ha trasnochado?

Aprovechar el recurso humano. Es gente muy preparada y joven que tiene un sentido de misión de hacer país muy diferente al que puede encontrar en otros lados. Pueden ganar más en otros lados, pero el hecho de estar acá y saber que su trabajo es clave para tomar decisiones, los emociona mucho. Es un trabajo retador que todos los días nos permite acostarnos tranquilos por haber ayudado un poquito. Mi reto es facilitarles la vida a los médicos. Es que oigan arriba cómo piensan los médicos, pero también que los médicos escuchen cómo piensan los de arriba. Hay otro gran reto: la sostenibilidad. Nos toca gestar buena parte de recursos para sostenernos, porque no tenemos partidas asignadas.

¿Cómo preservar la independencia del IETS de intereses políticos?

Nosotros solo tenemos contacto con los tomadores de decisión que le mencioné. Usted puede ser muy amigo de quien sea, pero no va a entrar si no pasa un examen y si no supera un proceso de selección y de entrevistas, de verificación de referencias y actitudes. Siempre buscamos la independencia académica y la independencia de método. Si al final el resultado no es benéfico para el tomador de decisiones, eso escapa de nuestro alcance. Al interior del IETS, además, tenemos un comité de conflicto de interés y un manual sobre relacionamiento con los sectores. Sé que con cualquier paso en falso ponemos en riesgo la reputación y el trabajo de muchos años. Por eso cuidamos mucho la transparencia.

Para parte de la industria, el IETS es una piedra en el zapato. ¿Qué les responde? 

Cualquier país quiere saber qué está incluyendo en su sistema de salud, porque usted no puede pagar cualquier cosa, cualquier medicamento, a cualquier costo. No podemos pagar por agua milagrosa que no funcione. Hay que analizar en qué estamos invirtiendo los recursos, porque son de todos.

¿Está de acuerdo en evaluar la efectividad de algún medicamento antes de fijarle un precio?

Es una discusión que se escapa de mi alcance. Nosotros vamos a colaborar con el método, pero no es una pregunta que me corresponde responder. Es una discusión social que debe dar el tomador de decisión.

Autores

Sergio Silva Numa / El Espectador