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Dramaturgo Peter Handke reunirá todas sus piezas líricas en un solo volumen
Lunes, Marzo 9, 2015 - 08:56

El libro, publicado por Bartleby Editores en edición bilingüe, muestra cómo un escritor sensible a las formas y eventualmente a la anécdota repentina, se vale de la poesía para la composición de pequeñas epifanías.

En "Vivir sin poesía", el narrador, dramaturgo, ensayista, guionista y poeta austriaco Peter Handke, contrariando sus propios dichos, no soy un poeta, accede a reunir todas sus piezas líricas en un solo volumen, incluyendo el "Poema a la duración y fragmentos" en verso del texto que luego se convertiría en "Las alas del deseo", la película de Wim Wenders.

El libro, publicado por Bartleby Editores en edición bilingüe, muestra cómo un escritor sensible a las formas y eventualmente a la anécdota repentina, se vale de la poesía para la composición de pequeñas epifanías.

Handke nació en 1942. Estudió derecho cuatro años. Dejó la carrera, dejó su país (al que desprecia), y publicó su primer libro, precisamente una colección de versos, que tituló "El mundo interior del mundo exterior del mundo interior", donde tributó uno de sus libros el filósofo teutón Peter Sloterdijk.

Pero ese título, de 1969, pretendía poner en evidencia la imprecisa separación entre el mundo y los sujetos, cuestionando las nociones de adentro y afuera y cómo ganar atención para no transformarse en alguien capturado por un poder que nunca es propio.

Handke reconoce a Hoffmannstahl, a Karl Kraus, a Heinrich Heine, y nunca ignora a Rilke, aunque está lejos de su calma de castillo, de su aspiración al absoluto y de esa cerúleo marco escultural que, sin embargo, retorna menos como un dispositivo estético sino como una sorpresa que podría alterar la totalidad de una vida.

Antes de instalarse definitivamente a kilómetros de París, se dedicó -como Elfride Jelinek- a tratar a sus compatriotas de cínicos y racistas, en obras de teatro que nadie se explica por qué causaron tanta gracia. Hasta que no la causaron más.

Me pregunté: ¿Cuándo cerré por primera vez una puerta con mis propias manos? ¿Y dónde comí por primera vez una hormiga junto con un pedazo de pan? ¿Y en qué circunstancia vi el agua humear por primera vez? ¿Y dónde sentí por primera vez que cubierto por una bolsa de plástico, me faltaba el aire? ¿Y cuándo eché al correo un envío urgente por primera vez? La respuesta en esos nuevos espacios acaso Handke la haya buscado toda su vida en los distintos caminos de Europa y los Estados Unidos, eludiendo las grandes ciudades o como un ángel, montado sobre los cielos de Berlín, jamás sin poesía.

Autores

Télam