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Ese niño llamado Mercosur
Miércoles, Junio 22, 2011 - 15:38

Pese a que el comercio al interior del bloque aumentó 10 veces, hay tensión entre los socios.

Del lado brasileño de la frontera se acumulan partidas de caramelos, chocolates y bidets; del lado argentino, autos. Los dos mayores socios del Mercosur llevan meses trenzados en acusaciones recíprocas de proteccionismo. Aunque no alcancen a amenazar el futuro del bloque, ponen una nota de incertidumbre acerca de su verdadero alcance.

En los últimos 20 años el comercio entre Brasil y los otros tres socios de Mercosur creció de US$ 3.500 millones a US$ 39.221 millones en 2010. Un hecho concreto, aunque los especialistas señalan que la etapa de las buenas noticias quedó atrás.

“El bloque todavía vive un proceso de integración, con avances económicos importantes. Pero lo que se ve ahora son retrocesos, como las crecientes barreras establecidas por Argentina contra Brasil”, dice el analista y economista Pedro Mota Veiga, director del Centro de Estudios de Integración y Desarrollo (CINDES) y socio director de la consultora Eco-Strat.

 

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Para Alberto Pfeifer, director ejecutivo del Consejo Empresarial de América Latina (Ceal), uno de los resultados más importantes obtenidos con la formación del Mercosur fue la creación de canales de comunicación entre los países y el acercamiento de las burocracias. “Cuesta imaginar América Latina sin Mercosur”, dice.

Pfeifer recuerda, sin embargo, que desde la firma del Tratado de Asunción, en 1995, poco se ha avanzado en la reevaluación de las listas de excepciones de los países miembros: los ítems que no forman parte del arancel externo común (AEC). Cada país, para compensar sectores en los que se considera frágil, sometió un listado de productos con tarifas distintas de las que contiene el AEC. Pfeifer recuerda que la idea era que el listado fuese temporal, pero ha terminado siendo la regla.

Rubens Barbosa, ex coordinador brasileño del Mercosur (1991-1993) y del presidente del Consejo de Comercio Exterior de la poderosa FIESP (la federación de industriales paulistas), explica que inicialmente el Mercosur se orientaba a la integración económica y comercial. La negociación para la apertura de los mercados de los países miembros fue importante para las empresas brasileñas, y sirvió como un ejercicio útil para la negociación de acuerdos regionales y multilaterales. Pero lo que se observa hoy va en contra de la primera fase de la integración.

“Los órganos actuales del Mercosur funcionan de manera precaria, lo que no ha permitido mayor avance en las negociaciones. Todos los países miembros siguieron violando el tratado de Asunción, con crecientes excepciones al AEC, que se aplica a apenas un 35% de los productos”, dice Barbosa, quien califica además como “contrarias al espíritu del tratado” las restricciones a las exportaciones como licencias previas.

Barbosa propone que se pongan en práctica avances institucionales, lo que exigirá esfuerzos para fortalecer el AEC y, especialmente, los mecanismos de solución de controversias. Hoy en día cada desencuentro genera un intercambio de correspondencia y funcionarios que toman aviones para negociar.

Asimetría congénita. “Las principales dificultades derivan de la asimetría económica y social entre los países y que no han sido resueltas. A medida que el tiempo ha transcurrido, la falta de resultados y de convergencia se ha transformado en que tuviésemos pocos avances y más descrédito que expectativas”, dice Janina Onuki, profesora del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de São Paulo (USP) y coordinadora del Centro de Estudios de las Negociaciones Internacionales.

La primera gran crisis del bloque se produjo en 1999, cuando el gobierno de Fernando Henrique Cardoso se vio forzado a devaluar el real. La medida tuvo consecuencias devastadoras para Argentina, en aquel entonces amarrada a la convertibilidad del peso. El año pasado Brasil tuvo un superávit de más de US$ 2.000 millones con su principal socio, aunque no todo es tristeza para Argentina: tiene un interesante pie en el mercado automotor brasileño: casi medio millón de vehículos. Y precisamente es ahí donde más duelen las últimas restricciones brasileñas.

¿Y qué decir de los socios menores? Paraguay exporta básicamente soja y electricidad a sus vecinos. Uno de los elementos del programa electoral de Fernando Lugo fue precisamente renegociar las tarifas de generación de Itaipú. Y lo logró en 2009, firmando un acuerdo con Lula para mejorar el pago del excedente energético paraguayo en US$ 240 millones.

Uruguay también está logrando, de a poco, encontrar su nicho en medio de sus dos grandes vecinos. Un ejemplo es la instalación de la fábrica de airbags Takata Petri cerca de la ciudad de Libertad, con miras a ganar una tajada del enorme mercado brasileño, cuyas normas obligarán al 100% de los autos a tener airbags en 2014.

“Además de ofrecernos Uruguay incentivos fiscales y financieros, podremos exportar a Brasil sin pagar impuestos”, dice Rodrigo Ronzella, gerente jurídico de Takata. “En un futuro no muy lejano pretendemos exportar también a Argentina, por lo que consideramos estratégica esta localización a unos 50 km de Montevideo”.

Mercosur y el mundo. Argentina sigue siendo el tercer socio comercial de Brasil después de China y EE.UU. Pero en los últimos 10 años, la participación de las ventas brasileñas hacia los tres socios del Mercosur cayó de 14,1% a 11,9% respecto del total exportado. Las importaciones cayeron aún más, de 14% a 9,1%. “Cuando Lula asumió el cargo de presidente, su discurso fue fortalecer los negocios con América del Sur. Pero la región está perdiendo importancia para Brasil”, dice Mota Veiga.

Parte de la caída  se relaciona con la pujanza de otras economías como la china, hacia la cual los empresarios brasileños han orientado su interés en años recientes. Pero también es el reflejo de barreras que se acumulan en las fronteras a la espera de que se aprueben sus licencias de exportación. Según la consultora Abeceb de Buenos Aires, del total de exportaciones brasileñas hacia Argentina, hoy el 23% es objeto de barreras, contra 13,5% en 2010.

Pese a lo que se pensó en un principio, en dos décadas el Mercosur ha ganado cierta musculatura más allá de sus socios fundadores. Hoy tiene cinco países asociados: Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú. La adhesión de Venezuela está parada en el Senado paraguayo. También tiene acuerdos firmados con varios países de Asia, África y el Medio Oriente, y la Unión Europa volvió a proponer recientemente un acercamiento, aunque pocos creen que tenga algún destino, dada la piedra de toque de los subsidios agrícolas. “El Mercosur se ha fortalecido como actor internacional y eso es una ganancia neta para la región”, dice Onuki, de la USP.

En todo caso, no son tiempos de entusiasmo como los 90.

Autores

Paula Pacheco