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Heraldo Muñoz, ministro de RR.EE. de Chile: "una cosa es La Haya y otra el comercio con Bolivia"
Miércoles, Octubre 15, 2014 - 13:29

En entrevista con AméricaEconomía, el canciller chileno dice que busca el multilateralismo comercial. Con años de ONU en el cuerpo, quiere de todo con todos.

Los países chicos salen perdiendo en un mundo sin libre comercio. Por eficientes y competitivos que sean, igual salen perdiendo. Es por eso que Heraldo Muñoz, actual ministro de Relaciones Exteriores chileno y ex embajador de Chile ante Naciones Unidas y la OEA, es partidario ferviente del multilateralismo comercial y de su encarnación institucional, la Organización Mundial del Comercio. “La OMC”, dice el ministro de Relaciones Exteriores chileno, “es el organismo que necesitamos para entendernos balanceadamente en materias comerciales y otros asuntos ligados al comercio”.
-¿No se imponen allí los más fuertes?
-Muchas veces sucede así, pero una adecuada articulación de los países más débiles debería servir para que nuestra voz se impusiera con mayor propiedad. Igualmente, un acercamiento entre los bloques y alianzas regionales ayudaría a América Latina a negociar en el concierto internacional. Por ejemplo, para la Agenda para el Desarrollo Post 2015 de Naciones Unidas, África ya está unida a pesar de que son muchos más países, con sistemas políticos y niveles de desarrollo muy diferentes. Pero los países de América Latina, en su gran mayoría democracias con idioma común y economías de ingresos medios,  brillan por su ausencia.
-Chile es miembro de la Alianza del  Pacífico, pero no es miembro pleno del Mercosur porque hacerlo le significaría subir sus aranceles a las importaciones de terceros países, es decir retroceder en la búsqueda del libre comercio.  ¿Qué quiere decir Chile cuando habla de ser “puente” entre ambos grupos?
-Efectivamente, las diferencias arancelarias y de inserción internacional explican por qué Chile es miembro asociado del Mercosur y no integrante pleno. Nuestramembrecía asociada se ha traducido en beneficios concretos, comerciales y de inversión, para nosotros.Chile  tiene un beneficio arancelario de 100%; vale decir nuestros productos ingresan a cada uno de los países del Mercosur con arancel cero.
Contamos con una ubicación geográfica privilegiada, así como acuerdos comerciales en pleno funcionamiento con los países de Mercosur y el Asia-Pacífico. Por ello creemos que podemos jugar un rol de “puente” entre las naciones de la costa Atlántica y las del Pacífico,facilitandoun mejor posicionamiento competitivo en los mercados asiáticos. Esta integración puede traducirse en nuevos proyectos de infraestructura portuaria, caminos, pasos fronterizos, junto al despliegue de mayores servicios, lo que sería muy beneficioso para las economías de Chile y la región. Esta es una postura pragmática y fundada en el interés nacional.
-Los países de la Alianza del Pacífico tienen economías abiertas que buscan el libre comercio y el Mercosur pone trabas a las importaciones de fuera del bloque e incluso no ha logrado una satisfactoria integración comercial entre sus propios miembros. ¿No es una quimera entonces querer integrar a ambos bloques?
-No es una quimera. Y no se trata de buscar una fusión de los dos bloques. Eso sería irreal. Lo que se busca es la complementación, avanzar respetando las diferencias. Efectivamente, entre ambos bloques existen diferencias en concepciones de desarrollo interno y en la forma de inserción en la economía mundial. Y por ello hemos sostenido que es preciso procurar una “convergencia en la diversidad”. Eso significa que ambos grupos de países pueden beneficiarse aunando esfuerzos puntuales en potenciar, por ejemplo, la infraestructura regional, la internacionalización de las pymes, acuerdos energéticos, mejorando las comunicaciones, facilitando el libre tránsito. Cada uno de estos aspectos ayudaría a potenciar esos modelos económicos diversos, sin ponerlos en contradicción. De hecho, así se podría fortalecer la competitividad tanto de los países de la Alianza del Pacífico como del Mercosur, independientemente de las concepciones distintas de desarrollo.
-¿Por qué no aceptar la diferencia profunda de los dos proyectos de integración subregional y simplemente mejorar los lazos comerciales, lo más que se pueda, entre los miembros de ambos bloques, país por país y por sectores económicos?
-Efectivamente, creemos que hay que avanzar lo posible, de manera gradual y pragmática. Junto a las diferencias comerciales, hay acuerdos. El pragmatismo que proponemos tiene precedentes:tanto los países de la Alianza del Pacífico, como los países miembros del Mercosur tienen acuerdos de libre comercio entre sí que se han venido construyendo en las últimas dos décadas. Al mismo tiempo, las inversiones chilenas en Brasil y Argentina son las más altas, no sólo de la región, sino de las colocaciones en todo el mundo.     
En consecuencia, más allá del comercio, que siempre nos interesaprofundizar, existen un conjunto de temas, distintos al arancelario, en los que puede haber acuerdos, queayuden a Chile y a sus vecinos a aumentar la productividad para alcanzar un mejor posicionamiento en la economía mundial.
-Los cuatro países de la Alianza del Pacífico representan el 50% del comercio de América Latina con el mundo y todos ellos ya poseen lazos bilaterales fuertes con Brasil y Argentina y -en algunos casos- también con Uruguay y Paraguay. La idea de unir a ambos bloques pareciera entonces tener una intención más bien política. ¿Es así?
-La política exterior del gobierno de la presidenta Bachelet privilegia nuestros vínculos con América Latina y, en particular, con los vecinos de América del Sur. Es una decisión política converger en la diversidad. Ello apunta a tener las mejores relaciones políticas, sociales y culturales con el entorno y, al mismo tiempo, obtener beneficios económicos de ese mayor vínculo. Pero no es lo mismo la suma de acuerdos bilaterales que un entendimiento entre bloques, aunque sea en materias puntuales. Hay un valor agregado en la concertación más amplia. El mundo actual es un mundo de bloques. Negocian las regiones y, en consecuencia, un bloque regional sólido nos permitiría obtener ganancias políticas y económicas en la sociedad global.

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-Los flujos comerciales entre los miembros de la Alianza del Pacífico ya ocurren en 92% sin aranceles, ¿en qué plazo cree que los del Mercosur deberían/podrían llegar a ese nivel con los actuales integrantes de la Alianza?
-He hablado del concepto de las velocidades diferenciadas puesto que algunos esquemas, como la Alianza, tienen condiciones de ir más rápido y otros a un ritmo diferente. La clave es tener en un horizonte de integración regional, una arquitectura común pero con geometría variable como solían decir los europeos. Entretanto,nuestras exportaciones ingresan con arancel cero al mercado de cada uno de los países del Mercosur, gracias al ACE 35.

ACUERDO TRANSPACÍFICO


-Los países de la Alianza ya han alcanzado importantes logros, pero para algunos la alianza tiene ante sí multitud de retos, entre ellos la estandarización de la ventanilla única de comercio exterior y la armonización de requisitos para arancelarios entre los países miembros. ¿Qué otras trabas tiene la Alianza del Pacífico desde el punto de vista de los intereses chilenos?
-No hay grandes trabas. En la Alianza se avanza bien. En la reciente reunión del Grupo de Alto Nivel, del 8 y 9 de octubre, se presentó el proyecto de interconexión de las ventanillas únicas de los países miembros. Por otra parte, se está estudiando la homologación de normativas en sectores como los productos cosméticos y farmacéuticos. Estimamos que no habrá mayores dificultades para la aprobación de ambos proyectos. Hay áreas que están al déficit, como es el transporte aéreo, por ejemplo.
-Cuando hablamos de integración en el vecindario, regional, Bolivia está más ausente que presente...
-Nuestra intención es separar los temas económicos de la demanda de La Haya. Incluso, si es posible, mejorar las relaciones económicas con Bolivia. La demanda ante La Haya fue en abril, así que recién estamos evaluando el impacto que pudiera estar teniendo en las inversiones y el comercio. Aún no tenemos cifras, pero nosotros ya hemos notado el impacto en proyectos chilenos de ayuda y cooperación a Bolivia que están siendo detenidos. Nosotros, el gobierno, en todo caso, no vamos a hacer nada para impedir el flujo de inversiones ni el comercio.
-Bolivia arguye que la no salida al mar es una barrera muy concreta para que pueda ejercer su libre comercio.
-No lo vemos así. El acceso de Bolivia al mar a través de nuestros puertos, por ejemplo, es importante. El flujo de productos bolivianos que entran por puertos chilenos aumentó 134% de 2012 a 2103, y el 80% de toda la carga de Arica es carga boliviana. Todo esto por el crecimiento de la economía boliviana y por el libre flujo con Chile. Por eso, hago hincapié en esto: nuestra disposición es colaborar lo más posible, dejando en La Haya lo que es de La Haya.
-Pasando a un entorno más amplio. Chile está negociando el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, también conocido como TPP. ¿Cuál es su visión sobre la relevancia e impacto del TPP a mediano y largo plazo para el país?

-El TPP ha sido el resultado de las dificultades de la OMC para materializar los compromisos de la Ronda Doha. Para nosotros es prioritario el multilateralismo comercial. En su defecto, hemos aceptado avanzar negociaciones en el marco del TPP. En este ámbito no tenemos problemas con  la apertura  comercial, con el acceso a mercados. Nuestra preocupación radica en otros temas, de alta sensibilidad: los compromisos propuestos en propiedad intelectual,las normas sobre control de Internet,  las normas laborales,algunas exigencias sobre inversión extranjera y la certificación que se estaría exigiendo para la entrada en vigencia del TPP. Seguiremos negociando, pero velando por los intereses nacionales.

-Siguiendo con el TPP, entendemos que Chile está proponiendo agregar una cláusula que le permita mantener alguna soberanía en términos de flujos de capital, a fin de poder enfrentar localmente crisis económicas o financieras de alcance global o hemisférico.

-En efecto, nuestro standard está fijado en el TLC con los Estados Unidos, donde se salvaguardan  las atribuciones del Banco Central. Ello, en condiciones de crisis financiera,  le permite hacer efectivo el encaje bancario por un período razonable.

-¿Cómo ve usted la Alianza Transatlántica que está impulsando el gobierno estadounidense en busca de la liberalización del comercio entre Estados Unidos y Europa? ¿Qué impacto tendría esta alianza en América Latina y en Chile?

-A nosotros nos interesa que se haga efectiva la Ronda Doha, que todos los países del mundo participen de la liberalización del comercio, y que se instalen normas comerciales que les permitan a los países pequeños tener un trato justo en el mundo global. Pero, como ya dije, las tensiones comerciales, e incluso políticas, han dificultados los avances en el marco de la OMC, emergiendo iniciativas regionales variadas. Una de ellas es precisamente la propuesta de liberalización Europa-Estados Unidos, cuyos avances no parecen muy sustantivos todavía. Sin embargo,  dado que la regionalización constituye una creciente realidad, América Latina tiene que establecer entendimientos más sólidos y presentarse con una postura más concertada frente al mundo. Por eso que la “convergencia en la diversidad” es tan importante: apunta a fortalecer el proceso de integración regional, más allá de las diferencias entre nuestros países.

-Finalmente, hablando de la OMC, en términos generales, los intentos de liberalización comercial a nivel global en que se ha empeñado no han sido exitosos. ¿Significa esto que se necesita otro tipo de organización, quizá más pragmática, que estimule acuerdos bilaterales, o de bloques de países, o por industrias específicas?

-La OMC es el organismo que se necesita para que nos entendamos balanceadamente en materias comerciales y otros asuntos ligados al comercio, tales como inversiones, compras gubernamentales, etc. En esta instancia los países pequeños pueden hacer valer con mayor propiedad sus derechos y apelar a tribunales cuando se producen controversias. Es cierto que muchas veces allí se ha impuesto el poder de los más fuertes, pero una adecuada articulación de los países más débiles debería servir para que nuestra voz se impusiera con mayor propiedad.

Autores

Samuel Silva