"Mi primera preocupación será la Unión Europea, porque si no se resuelven los problemas en Europa, es muy difícil que los países europeos resuelvan sus problemas", dijo el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación de España, José Manuel García-Margallo,

El ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación de España, José Manuel García-Margallo, afirmó este jueves que las prioridades para el país ibérico son la Unión Europea (UE), así como América Latina y los Estados Unidos.

"Mi primera preocupación será la Unión Europea, porque si no se resuelven los problemas en Europa, es muy difícil que los países europeos resuelvan sus problemas y los mercados se logren estabilizar. Los siguientes retos son América Latina y los Estados Unidos", afirmó.

Según informa la edición digital de ABC, el ministros señaló que su primer objetivo será aumentar el protagonismo de España en la UE y ayudar a que la acción diplomática contribuya a la recuperación económica y a la creación de empleo.

García-Margallo trasmitió este mensaje al recibir la cartera de Exteriores de manos de su antecesora, Trinidad Jiménez, en un acto celebrado en el Palacio de Santa Cruz.

El nuevo ministro confesó que cuando el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le llamó para ofrecerle el cargo le respondió que "dejará el alma en esta tarea".

Después de asegurar que le une a Rajoy "mucho más que la lealtad" como jefe del Ejecutivo, le agradeció la confianza depositada en él en un contexto tan complejo y ante los retos "muy difíciles" que hay por delante.

En sus primeras palabras, ha dejado claro que colaborará para que se cumplan las dos metas fijadas por el nuevo Gobierno: creación de empleo y mejorar el prestigio de España.

"Solo si aumentamos la confianza en nuestro país, tenemos protagonismo en foros internacionales y, sobre todo, en la UE, y si somos capaces de allanar el camino a nuestras empresas en el exterior y a los españoles emprendedores seremos capaces de crear empleo", afirmó.

El titular de Exteriores tendió la mano a los partidos de la oposición para hacer de la diplomacia "una política de Estado, no de partido".