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Análisis: a 20 años del Tlcan, ¿fue una ayuda para México?
Miércoles, Febrero 19, 2014 - 16:58

El Center for Economic and Policy Research hace un crudo y detallado examen de este acuerdo comercial que involucra también a EE.UU. y Canadá.

El Tlcan ya cumplió 20 años de vigencia, aunando criterios comerciales entre EE.UU., México y Canadá. En aquel momento se argumentó y pronosticó que el acuerdo impulsaría el crecimiento y el desarrollo de México.

En este sentido, el Center for Economic and Policy Research, realizó un análisis, donde se menciona que México ocupa el lugar 18 de 20 países de América Latina en cuanto al crecimiento del PIB real per cápita, la medida económica más elemental acerca de los niveles de vida.

Entre 1960 y 1980, el PIB real de México por persona casi se duplicó, creciendo un 98,7%. En comparación, en los últimos 20 años ha crecido sólo un 18,6%.

El crecimiento del PIB per cápita de México, de tan sólo un 18,6% en los últimos 20 años, es aproximadamente la mitad de la tasa de crecimiento alcanzado por el resto de América Latina.

Si el Tlcan hubiese tenido éxito restableciendo la tasa de crecimiento de los años antes de 1980 –cuando las políticas económicas desarrollistas eran la norma–, México hoy sería un país de ingresos relativamente altos, con un ingreso por persona significativamente mayor que el de Portugal o Grecia. Además, hubiese sido poco probable que la reforma migratoria fuese una cuestión política importante en los Estados Unidos, ya que serían relativamente
pocos los mexicanos que tratarían de cruzar la frontera.


El Gráfico 1 muestra el crecimiento del ingreso per cápita en México. Esta es la medida más elemental de progreso económico.

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De acuerdo con las estadísticas nacionales mexicanas, la tasa de pobreza de México, de 52,3% en 2012, es casi idéntica a la tasa de pobreza de 1994. Como resultado de esto, en
2012 (últimos datos disponibles), hubo 14,3 millones más de mexicanos que vivían por debajo del umbral de la pobreza en comparación con 1994.

En este sentido, la entidad utiliza las estadísticas sobre la pobreza de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe con el fin de comparar la tasa de pobreza de México con el resto de Latinoamérica. Estas estadísticas se calculan de manera diferente, y muestran una disminución de la pobreza en México. Sin embargo, de acuerdo con estas medidas, el resto de América Latina registró una caída en la pobreza que resultó ser más de dos veces y media
mayor que la de México: 20 puntos porcentuales (de 46% al 26%) para el resto de América Latina, frente a 8 puntos porcentuales (de 45,1% a 37,1%) para México.

 

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Los salarios reales (ajustados a la inflación) en México fueron casi los mismos en 2012 que en 1994, hasta un 2,3 por ciento más en 18 años, apenas por encima del nivel que tenían en
1980.

Actualmente, el desempleo en México es de 5%. En comparación, el desempleo promedio entre los años 1990-1994 fue 3,1% y alcanzó un mínimo de 2,2%
en 2000. Estas cifras no solo subestiman seriamente la verdadera falta de puestos de trabajo, sino que muestran un deterioro significativo en el mercado de trabajo durante los años del Tlcan.

El Tlcan también tuvo un severo impacto en el empleo del sector agrícola, debido a que EE.UU. subsidia el maíz y otros productos, acabando así con familias de agricultores en
México. Entre 1991 y 2007, hubo 4,9 millones de familias de agricultores mexicanos desplazados; mientras que el trabajo estacional en las industrias de agroexportación se incrementó en cerca de 3 millones. Esto significó una pérdida neta de 1,9 millones de puestos de trabajo.

El pobre desempeño de la economía mexicana ha contribuido a un aumento de la emigración a los Estados Unidos. Entre 1994 y 2000, el número anual de mexicanos que emigran a los Estados Unidos se disparó en un 79%. El número de residentes nacidos en México que viven en Estados Unidos se duplicó, pasando de 4,5 millones en 1990 a 9,4 millones en 2000; y alcanzó un máximo de 12,6 millones en 2009.

El acuerdo fue una sola variable, entre varias otras que podrían explicar el pobre desempeño económico de México en los últimos 20 años. Sin embargo, parece estar relacionada con otras decisiones de política económica que han afectado negativamente a la economía mexicana durante este período.

El FMI señala que "México compite directamente con China en el mercado estadounidense, donde China representa el 23% de las importaciones de Estados Unidos, y México el 12%". Esta resulta ser una competencia muy difícil para México. En primer lugar, el país fue y permanece con salarios más altos que China. En segundo lugar, China ha mantenido un compromiso con un tipo de cambio competitivo, a través de fijar la tasa de cambio frente al dólar o (desde 2005) a través de una cesta de divisas. Por el contrario, el banco central de México tiene "un compromiso firme con la flexibilidad cambiaria", tal como señala el FMI.

En otras palabras, el banco central de México incrementará o reducirá las tasas de interés como sea necesario para alcanzar su meta de inflación (3%), y así dejar que el tipo de cambio vaya variando que fuese.

Esto significa que es improbable que el tipo de cambio mexicano sea competitivo con el de China, lo que empeora aún más su desventaja respecto a los costes. Además, la forma rígida en la que el banco central Mexicano establece sus metas de inflación añade un gran elemento de imprevisibilidad al tipo de cambio, lo cual tiene un impacto negativo sobre la inversión extranjera directa.

A los inversores extranjeros les resulta difícil saber cuánto valor tendrán sus activos o su producción a nivel internacional en el futuro.

China tiene otras ventajas que lo convierte, para el mercado de EE.UU., en un formidable competidor de México: el gobierno chino posee la mayor parte del sistema bancario en China y, por lo tanto, se puede asegurar que sus empresas exportadoras más importantes tienen suficiente acceso al crédito. En México, por el contrario, el 70% del sistema bancario no sólo es privado, sino que es de propiedad extranjera. El gobierno chino también tiene una política industrial activa que le permite ayudar a sus empresas exportadoras de varias maneras. Además, China presenta una inversión ampliamente superior en investigación y desarrollo, tanto en términos absolutos como en porcentaje respecto a su economía.

Asimismo, el Tlcan ha ido atando cada vez más a México a la economía de EEUU, a la vez que la economía estadounidense se estaba volviendo dependiente de un crecimiento impulsado por la burbuja de activos. Como resultado, México sufrió una recesión cuando la burbuja bursátil estalló entre 2000 y 2002, y fue uno de los países más afectados en la región durante la Gran Recesión de los EE.UU., con una caída del 6,7% del PIB. El golpe a la economía mexicana fue incluso más severo cuando acaeció la crisis del peso entre 1994 y 1995, perdiendo un 9,5% del PIB durante la recesión. La crisis del peso fue causada por la subida de tasas de interés, en 1994, por parte de la Reserva Federal de EE.UU.

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La vulnerabilidad a la evolución de los mercados financieros de Estados Unidos no cesa: en mayo de 2013, después de que la Reserva Federal de EE.UU. anunciara un futuro "estrechamiento" en su programa de expansión monetaria cuantitativa (QE3 o quantitative easing program, por su nombre en inglés), existía el temor de una repetición de la crisis del peso mexicano como la de 1994, por lo que las entradas brutas en inversiones de cartera extranjeras llegaron a pararse repentinamente, y la economía de México se vio duramente afectada, mostrando un crecimiento proyectado del 1,22% para aquel año.

Esto fue principalmente porque, como señaló el FMI, “las divisas en líquido y en activos de México, y los mercados de valores internos y los mercados de bonos soberanos, pueden servir como una puerta de entrada para la llamada de los inversores globales en los episodios de turbulencia financiera y, por lo tanto, son susceptibles a los riesgos de contagio”. Esta vulnerabilidad es también resultado del TLCAN, el que ha sido diseñado para facilitar este tipo de políticas.

Como era sabido en el momento de la aprobación del TLCAN, el propósito principal del tratado fue
su encaje en un conjunto de políticas económicas, algunas de las cuales ya estaban en marcha en la década anterior, incluyendo la liberalización de la industria manufacturera, la inversión extranjera y la propiedad, entre otros cambios.

La idea era que la continuación y expansión de estas políticas permitirían que México lograse la eficiencia y el progreso económico que no fue posible bajo el desarrollismo, el modelo económico proteccionista que había prevalecido en las décadas anteriores a 1980.

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Si bien algunos de los cambios en las políticas eran, sin duda, necesarios y/o positivos, el resultado final ha sido décadas de fracaso económico en casi cualquier indicador económico o social.

Esto es cierto si se compara a México con su pasado desarrollista, o incluso si la comparación es con el resto de América Latina desde la entrada en vigor del TLCAN. Después de 20 años, estos
resultados deberían provocar un mayor debate público sobre aquello que salió mal.

Autores

AméricaEconomía.com