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Análisis: Brasil intenta combatir la inflación y estimular la economía
Jueves, Febrero 28, 2013 - 16:51

La tasa actual de la inflación es de un 6,15%, medida por el índice de precios IPCA. La lectura es la más alta en un año, pero es menor comparada a los días de precios desbocados y de tiendas desabastecidas de hace dos décadas.

Sao Paulo. Tasas de interés en mínimos récord, miles de millones de dólares en reducciones de impuestos y un tipo de cambio más competitivo para las industrias y exportadores locales. Son algunos de los ingredientes para lo que debiera de ser un repunte increíble, pero Brasil sigue arrastrándose.

El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff lucha por revivir la que antes fue una explosiva economía brasileña, pero quiere hacerlo sin avivar la inflación, que ya está sobre el 6% al año y amenaza con atravesar en los próximos meses el techo del objetivo del banco central.

La mayoría de los analistas concuerda en que no existe una fórmula mágica para acabar con las tribulaciones de Brasil y que probablemente la vía hacia la recuperación sea larga.

De hecho, este año Rousseff tiene algunas difíciles decisiones económicas que tomar, mientras se prepara para competir por la reelección en 2014.

¿Que será lo próximo que haga Rousseff en su búsqueda por devolver a la economía brasileña a la senda del crecimiento? Las siguientes son algunas opciones que están sobre la mesa de la mandataria y los riesgos que implica cada una de las estrategias.

Tolerar que la inflación se acelere. Hasta ahora, este se ve como el escenario más probable, dadas las últimas declaraciones de los responsables políticos.

Se prevé que la inflación a final de año se mantenga dentro del rango objetivo del Gobierno y que sea levemente más baja que la tasa del año pasado, de un 5,7%. Pero el pronóstico ha estado subiendo en los últimos meses y depende de supuestos optimistas sobre los volátiles precios de los alimentos.

Ante algunas señales de moderación en el mercado laboral, cualquier intento de controlar los precios al consumidor podría descarrilar la frágil recuperación de Brasil. Con la elección presidencial en 2014, el gobierno podría preguntarse: ¿Es preferible una inflación acelerada o la pérdida de empleos?

En este momento, la inflación es lo que más preocupa, pero sólo porque los brasileños se sienten seguros en sus empleos, según una encuesta de CNI, la confederación de la industria en Brasil. Si eso cambia, la tendencia podría volverse contra las expectativas de una reelección de Rousseff.

La tasa actual de la inflación es de un 6,15%, medida por el índice de precios IPCA. La lectura es la más alta en un año, pero es menor comparada a los días de precios desbocados y de tiendas desabastecidas de hace dos décadas.

Así, si las autoridades tienen que elegir entre crecimiento económico y precios más altos, probablemente se queden con la primera opción.

"Hoy no existe en Brasil el riesgo de que la inflación se salga de control", dijo la semana pasada Alexandre Tombini, presidente del banco central, durante un evento en Brasilia.

Las dinámicas de la inflación de este año podrían apoyar ese escenario. El pico de la inflación al consumidor se produciría a mediados de año. Sin perturbaciones inesperadas, un banco central optimista podría aguardar más señales de una recuperación económica sólida antes de subir las tasas de interés.

Entretanto, es probable que se impulsen medidas extraordinarias como, por ejemplo, la baja reciente de las tarifas de la electricidad. El gobierno le ha pedido a algunos municipios locales que posterguen las alzas estacionales en los pasajes de los autobuses y está considerando bajar los precios de los alimentos básicos.

Sin embargo, hay muchos riesgos. El gasto público tiende a subir en años de elecciones, lo que implica una presión mayor sobre la inflación en 2014. Además, mientras más se demore la inflación en enfriarse hacia el objetivo de 4,5%, mayor será el impacto sobre las inversiones de largo plazo y menor será la credibilidad del banco central. La última vez que el indicador tocó esa marca fue a mediados de 2010.

El temor a la inflación podría terminar obligando al banco central brasileño a elevar las tasas de interés este año.

Las tasas de interés, actualmente en mínimos récord y defendidas por Rousseff como un cambio histórico en un país traumado por episodios de hiperinflación, podrían subir al menos 100 puntos básicos este año, en opinión de algunos economistas y operadores.

No obstante, es más probable que el banco central opte por subidas moderadas y no por una reversión completa de su ciclo de recortes de 525 puntos básicos. Eso porque la meta sería enfriar las expectativas inflacionarias sin frenar demasiado a la economía.

"Por ahora, pensamos que (el banco central) está feliz de seguir hablando fuerte, ganando algo de tiempo y esperando lo mejor. Pero, eventualmente, tendrá que acompañar con medidas sus palabras", dijo Marcelo Carvalho, economista de BNP Paribas.

Alzas modestas en las tasas podrían ser muy poco para solucionar la disparidad entre oferta y demanda, mientras el gasto acumulado de millones de consumidores de ingresos medios sigue elevando los precios de los servicios.

Un reporte de la firma de investigación MCM, que se basó en el mismo modelo econométrico que usa el banco central, mostró que una subida de 200 puntos básicos le quitaría 0,8 puntos porcentuales al crecimiento económico y sólo rebajaría la inflación de 2014 en 1,2 puntos porcentuales, dejando al indicador aún por encima del centro del rango meta del Gobierno.

Economistas opinan que eso podría evitar que las tasas de interés regresen al nivel de 7,25 por ciento en el corto plazo, y que incluso podría allanar la vía para más alzas en las tasas de interés.

Aceptar un real más fuerte. La política monetaria de Brasil está en una encrucijada. La depreciación de un 9 por ciento del real el año pasado fue bien recibida por los manufactureros locales, pero también avivó la inflación.

El real se ha fortalecido casi un 4% este año a 1,97 unidades por dólar y, en general, se mantenido estable desde inicios de mes.

Un sondeo reciente de Reuters sugirió que es poco probable que, como herramienta alternativa a contra la inflación, el Gobierno permita que la moneda suba más. Pero no se puede descartar, especialmente si la economía mundial se recupera a una velocidad mayor a la esperada, lo que aumentaría la demanda por las exportaciones de Brasil.

"Si la moneda flotase libremente, ahora cotizaría a un nivel mucho más fuerte, quizás cerca de las 1,80 (unidades) por dólar", dijo Antonio Madeira, economista de LCA Consultores, en Sao Paulo.

Pero Tombini descartó que un fortalecimiento del real fuera parte de un esfuerzo del Gobierno para controlar los precios.

Además, para que el Gobierno tolere una moneda más fuerte, el ritmo de crecimiento de la producción industrial probablemente tendría que superar el 3,1 por ciento que el mercado anticipa para este año, según Madeira.

Mantener la política fiscal expansiva. Economistas afirman que la política fiscal expansiva es uno de los motivos por los que la inflación es alta en Brasil. El gobierno no pudo cumplir su objetivo de presupuesto el año pasado, y ha dicho que este año sólo lo logrará deduciendo algunas exenciones tributarias e inversiones de infraestructura del cálculo.

Sin embargo, no es probable que la administración de Rousseff frene su gasto presupuestario. Brasil está desarrollando infraestructura para el Mundial de Fútbol de 2014 y para las Olimpiadas de 2016.

La infraestructura, el talón de Aquiles de Brasil, es una de las prioridades del gobierno de Rousseff.

Autores

Reuters