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Bután: crecimiento con sentido humano
Vie, 05/11/2010 - 10:27

José Ignacio Moreno León

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José Ignacio Moreno León

Ingeniero químico de la Universidad de Louisiana (USA), Master en Administración de Empresas de la Universidad Central de Venezuela y en Administración Fiscal y Desarrollo Económico de la Universidad de Harvard. Es además rector de la Universidad Metropolitana de Venezuela.

Bután ha emprendido en las últimas décadas un modelo de desarrollo con profundo sentido humano, que por lo novedoso está siendo observado con interés por los estudiosos de la economía.

Esta pequeña nación ubicada al sur de Asia, al oriente de la cordillera del Himalaya, entre la India y China, con un territorio del tamaño de Francia y una población que escasamente alcanza a 700.000 personas, organizadas básicamente en comunidades agrícolas y pastoriles y una sólida cultura budista, logró su independencia en 1949 y fue reconocida por Naciones Unidas como nación soberana en 1971, bajo la dirección de su tercer monarca Jigme Dorji Wangchuck.

Hasta hace pocas décadas Bután era una nación pobre y aislada y en la actualidad representa la democracia más nueva del mundo, al transitar a este sistema de gobierno hace menos de cuatro años, gracias al impulso de su cuarto rey, Jigme Singye Wangchuck, educado en el Reino Unido, y quien inició su reinado en 1974 con apenas 18 años de edad, tras la repentina muerte de su padre, para convertirse en el último soberano del sistema monárquico de ese país.

El joven monarca pronunció en su coronación un novedoso discurso signado por una frase que se ha hecho histórica por estudios del desarrollo: "La felicidad interior bruta (FIB) es mucho más importante que el producto interno bruto (PIB)". Tesis y prácticas de gobierno que por sus resultados han suscitado interesantes debates y reflexiones en premios Nobel como Joseph E. Stiglitz y Amartya Sen, otros economistas de renombre como Jeffrey Sachs y entre estadistas como Nicolás Sarkozy y Gordon Brown.

Este creativo enfoque lo promueven los líderes y la sociedad de Bután bajo la creencia de que el progreso no debe medirse sólo por el flujo del dinero y que el verdadero desarrollo se alcanza cuando se logra la perfecta armonía y mutuo reforzamiento entre el avance material y el espiritual. Entendiendo que el desarrollo de la sociedad no debe valorarse sólo en función del crecimiento económico, sino en la medida que éste conduzca o no a la felicidad de su población, todo lo cual se sustenta en cuatro pilares que soportan el modelo butanés de felicidad interior bruta (FIB): desarrollo socio-económico sostenible y equitativo, preservación y promoción de la cultura, conservación del medioambiente y buen gobierno. Todo ello con la meta de asegurar el bienestar sicológico de los ciudadanos con el pleno disfrute de su vida familiar y el acceso de todos a la asistencia sanitaria.

Bajo ese modelo, ya para 2007 Bután era la segunda economía con más rápido crecimiento en el mundo, con una tasa real de 8.8%, una tasa de desempleo de 2.7%, un sistema de educación gratuita y en inglés; habiendo reducido sensiblemente en los últimos diez años la tasa de mortalidad y mortalidad infantil, y logrado un notable incremento con las expectativas de vida al nacer, que para el 2000 era de 52 años y en 2008 superaba los 65 años. Las estadísticas señalan que más del 97% de su población se reportaba como feliz y muy feliz; ubicándose en las estadísticas mundiales en el octavo país más feliz entre los 178 estudiados, sólo por detrás de Dinamarca, Suiza, Austria, Islandia, Bahamas, Finlandia y Suecia; todo ello a pesar de su bajo ingreso per cápita que no supera los US$5.500.

En marzo de 2006 Bután celebró las primeras elecciones parlamentarias, ganadas mayoritariamente por el Partido de la Paz y la Prosperidad, que obtuvo 45 de los 47 escaños del Parlamento. En julio de ese mismo año se aprobó una carta magna que establece en su artículo 9.2 que "El Estado se esforzará en promover las condiciones que permitan la consecución de la felicidad interior bruta". Y en noviembre Khesar Namgyal Wangchuck, de 28 años, se convirtió en el quinto rey de Bután y el primer monarca constitucional del país.

Es obvio que el modelo adoptado por este pequeño país no necesariamente puede señalarse como referencia para una nueva visión del desarrollo, frente al fracaso de los sistemas autoritarios y marxistas y ante los problemas que en la actualidad presentan los esquemas de economía de libre mercado. Sin embargo, los fundamentos del novedoso esquema de desarrollo de Bután, una de las más pequeñas economías del mundo, sustentada en la actividad agrícola y con influencia determinante del Budismo, refleja la orientación del sentido humano que debe dársele a ese proceso y que, a nuestro juicio, tienen validez universal y en gran medida son aplicados en países como los nórdicos, en los que se ha logrado altos niveles de desarrollo económico conjuntamente con elevados niveles de desarrollo humano, de felicidad y capital social.

*Esta columna fue publicada originalmente en ElMundo.com.ve.

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