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¿Cuál es el principal temor del Banxico?
Lunes, Febrero 13, 2017 - 14:27

Excluyendo el petróleo, los precios al productor de enero crecieron en enero a una tasa mensual de 2,08%, lo que significó un ritmo anual de 9,81%, muy por encima de lo observado hace un año (3,91%). Y las “mercancías” andan imparables: su incremento anual en enero fue de 11,3%.

Al Banco de México (Banxico), pese a ser consciente de que la economía se debilita y que el riesgo para el crecimiento es que siga perdiendo impulso, pese a que en poco más de un año ha incrementado las tasas en más de un 100%, de 3% a 6,25%, pese a saber que los efectos de esos aumentos sobre la economía real se sienten con algo de retardo, pese a la reciente apreciación del peso y pese a las expectativas actuales de que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) tampoco suba las tasas en marzo, algo que sin duda aún no se puede dar por hecho, no le tembló la mano el pasado jueves y subió las tasas de interés en otros 50 puntos base (pbs).

Eso quiere decir que Banxico está muy preocupado con la inflación: teme que los recientes incrementos, derivados del gasolinazo y la depreciación del peso, contagien a otros rubros de la inflación, que se produzca eso que llaman “efectos de segunda ronda”, y que ese proceso alimente las expectativas alcistas de inflación de los agentes económicos, amenazando la estabilidad de precios para el mediano plazo.   

Ese mismo día se publicó la inflación para la segunda quincena de enero, y el reporte fue mixto. Aunque la inflación general vino bastante en línea con lo esperado por el consenso, la inflación subyacente vino por encima, lo que puede indicar que esos efectos de “segunda ronda” que teme Banxico ya se estén dando.

De este modo, una vez superado el efecto del gasolinazo durante los primeros quince días, la tendencia general de los precios se moderó. Mientras en la primera quincena de enero la inflación general se disparó un 1.51%, en la segunda apenas se incrementaron un 0,24%, prácticamente en línea con lo esperado por el consenso (+0,23%). Tras el batacazo del gasolinazo, los precios regresaron a una tendencia más sostenible en la segunda quincena. En la superficie parecería que todo estaba bien.

Componente no volátil. Sin embargo, no fue así. La inflación subyacente, aquella que muestra la tendencia duradera de los precios al excluir los componentes más volátiles, ése índice que excluye el gasolinazo o el impacto de las mudables cosechas sobre los precios de los alimentos frescos, no se frenó.

La subyacente se elevó un 0,37%, exactamente la misma tasa observada durante la primera quincena y sustancialmente por encima de lo pronosticado por el mercado (+0,26%). Para que se hagan una idea, en la segunda quincena del año pasado, la inflación subyacente apenas fue de 0,14%.

Eso indica que más allá del impacto de una sola vez del gasolinazo, hay presiones latentes sobre los precios. La gasolina es un input básico, sobre todo para el transporte de mercancías, y su encarecimiento está comiendo los márgenes de beneficios de empresarios que se ven forzados así a trasladar ese mayor costo al consumidor; por otro lado, la depreciación continua del peso ha incrementado los precios de los productos importados, lo que también está obligando a las compañías a traspasárselo a sus clientes.

Cuantificar cuál está siendo el impacto de cada uno sobre la inflación subyacente es muy complicado. Ni siquiera, y dado el bajo nivel de desagregación, se puede detectar exactamente qué mercancías y servicios son los que están aumentando. Pero la evidencia está ahí.

Mercancías. Y eso es especialmente cierto para el caso de las mercancías, más expuesto al gasolinazo y a la caída del peso. Su incremento durante la segunda quincena (+0.45%) significó una moderada desaceleración respecto a la primera (0.58%). Pero el subcomponente de “mercancías no alimenticias” aceleró su ritmo de aumento de 0,38% a 0,41%, un indicio claro que un conjunto de bienes están sujetos a los efectos de “segunda ronda”.

En el caso del subcomponente de “Alimentos, bebidas y tabaco”, aunque el aumento se reprimió de un 0,82% a un 0,49%, el alza aún es preocupante.

Más chocante es lo que sucedió con el sector servicios. Aquí, la inflación repuntó en la segunda quincena, al pasar de 0.19% a 0.30%. 

De nuevo, la causa está en un rubro poco clarificador: el de “otros servicios”, donde la inflación se aceleró de 0.19% a 0.40%. También llamó la atención el de “vivienda”, donde se pueden estar presionando los costos de los materiales de construcción: la inflación se avivó de 0.15% a 0.20%. En el mes, la inflación de “vivienda” aumentó un 0,29%, que es el mayor incremento mensual desde principios de 2010.

El rubro de colegiaturas se elevó, pero es algo estacional, que sucede en todos eneros. 

Por tanto, pareciera que la inflación minorista empieza a resentir los impactos de “segundo orden” en su componente subyacente, el que más vigila Banxico, sobre todo en su componente de “mercancías”, pero también en el de “servicios”. Y eso es entendible si vemos que los precios al productor andan desbocados.

Precios al productor. Excluyendo el petróleo, los precios al productor de enero crecieron en enero a una tasa mensual de 2.08%, lo que significó un ritmo anual de 9.81%, muy por encima de lo observado hace un año (3.91%). Y las “mercancías” andan imparables: su incremento anual en enero fue de 11.3%.

Si observamos el sector secundario, el industrial, los precios se elevaron a una tasa anual de 14.12%, y todos ellos aumentan a doble dígito: un 23.4% la minería, 20.1% el rubro de “aguas, gas y electricidad”, 13.9% la manufactura y 11% la construcción. Y dentro de esos componentes, el impacto es brutal en los productos intermedios, los más expuestos a la depreciación del tipo de cambio.

El componente total de la industria aumentó un 20.5%. Y por subcomponentes, en la minería se incrementaron un 37.9%, en agua, gas y electricidad un 27% y en manufactura un 18.6%.    

Así las cosas, ni Banxico parece tener muy claro hasta dónde puede llegar la inflación: hace tiempo que no da números concretos, sino que a lo más da una proyección muy vaga sobre su evolución: para el corto plazo, lo más que dice es que este año la inflación terminará por el techo de la inflación, algo que no era un misterio.

Luego afirma que para el último trimestre de 2017 los precios se empezarán a moderar y que para finales de 2018 se acercará al 3.0%, una estimación de más mediano plazo que parece destinada a contener las expectativas de los agentes económicos para ese horizonte.

Para el 2018, la encuesta de Citibanamex arroja una estimación de mercado de 3.75%.

Expectativas. Entre tanto, nos tememos que pese a los esfuerzos de Banxico, las expectativas inflacionarias se seguirán elevando. Para este año, el pronóstico de inflación del mercado ya ronda el 5.3%, pero nos tememos que se irán elevando a algo cercano al 6.0% conforme avanzan los meses.

Y la presión sobre el peso puede resurgir: no olvidemos que esta semana, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, hablará en el Congreso y posiblemente insista en que aún es pronto para descartar una subida de tasas en marzo. Y por otro lado, el presidente Trump se reunirá con el primer ministro canadiense Justin Trudeau hoy mismo.

Y veremos si no empiezan a fraguar algún acuerdo comercial entre ambos países, y en el que pretendan hacer de lado a México, un vecino incómodo que ahora dicen que se está llevando las inversiones. Y mientras Banxico sube las tasas, el martes podremos ver si de verdad el consumo se está dañando, tal y como sugirió el dato de la confianza del consumidor para enero. Ese día se publican las ventas de ANTAD para el primer mes del año.

Autores

Excelsior.com.mx