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Devaluación del peso e inflación, dos flagelos que preocupan a los argentinos
Martes, Febrero 11, 2014 - 16:54

Mientras el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner intenta frenar la fuga de dólares y la inflación a través de la devaluación del peso oficial, los trabajadores y las personas de menores recursos sufren la pérdida de valor de sus salarios.

Universia Knowledge Wharton. En enero, mientras los argentinos disfrutaban del veraneo austral después de un año marcado por una inflación cercana al 28% anual, el peso se devaluaba 18,63%, lo que representa la mayor pérdida de valor desde 2002. Esta depreciación generada por el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner provocó que la moneda argentina pasara de 6,912 a 8,0183 pesos por dólar en menos de 30 días.

La fuerte devaluación se sintió sobre todo el 23 y el 24 de enero, cuando el Banco Central dejó de intervenir en el mercado, es decir, no salió a vender dólares para sostener el precio de la divisa norteamericana. Además, el 25 de enero el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Ricardo Echegaray, anunciaron la flexibilización parcial del cepo cambiario (restricción a la compra de divisas extranjeras) para aquellas personas que pudieran demostrar un sueldo mínimo de 7.200 pesos, unos US$900 oficiales. Solo se autorizó la compra de 20% mensual sobre esos ingresos declarados.

Sin embargo, el gobierno no pudo evitar que enero fuera el peor mes en la pérdida de reservas internacionales, con una disminución de US$2.499 millones respecto al cierre de diciembre de 2013. Es decir, el primer mes del año cerró con un nivel de reservas de US$28.100 millones (a comienzos de 2011 eran de US$52.000 millones).

Radiografía de la situación. ¿Pero por qué el gobierno argentino decidió devaluar? Es difícil y complejo explicar el proceso y, según los expertos, hay que volver un poco la vista atrás a los más de diez años de gobierno del Kirchnerismo, que comenzaron en 2003 cuando asumió la presidencia el fallecido Néstor Kirchner, esposo de la actual mandataria.

“Las razones de la devaluación son varias, complejas y concurrentes”, señala Alberto Rubio, decanode la Escuela de Posgrado en Negocios de la Universidad de Belgrano (UB). Rubio explica que la economía comienza a deteriorarse de forma severa a partir de 2007, debido a una política fiscal expansiva, la intervención del Instituto de Estadísticas y Censos (Indec) con manejo discrecional de indicadores como la inflación, el proceso sostenido y creciente de emisión monetaria, la pérdida de autarquía del Banco Central, la aparición de déficit fiscal y del sector externo, entre otros. Pero sobre todo, en su opinión, por el “amateurismo manifiesto en la gestión de la economía y la carencia de horizontes de gobierno claros a mediano y largo plazo”.

Diana Mondino, especialista en finanzas de la Universidad de Cema (Ucema), coincide en que el déficit fiscal -que se paga con emisión monetaria- es uno de los motivosde la devaluación (el alto nivel de gasto público proviene de subsidios millonarios aplicados en especial a la energía y el transporte. También a los servicios públicos, que cuentan con tarifas subsidiadas). Pero, además, destaca que comoni la gente ni las empresas quieren ahorrar en pesos, dado el nivel de inflación, se refugian en dólares (o en bienes durables, como autos o electrodomésticos) que conservan su poder adquisitivo. Sin embargo, existe un fortísimo control de cambios, “en el que los exportadores están obligados a vender sus dólares/divisas al Banco Central, y sólo los importadores pueden acceder –si logran el permiso- a comprar dólares/divisas al Banco Central. De manera que las empresas y particulares no tienen forma de comprar dólares a través del canal oficial”.

Esta situación motivó la aparición del denominado mercado “blue” o “negro” en el que los particulares compran y venden dólares a un precio mayor, que hoy ronda los 12,65 pesos por dólar. Los argentinos, históricamente, se han sentido más seguros con sus ahorros en dólares y, de hecho, es la moneda mediante la cual se compran las propiedades en el país. Una tradición que se alteró hace algo más de un año cuando el gobierno obligó a realizar las transacciones inmobiliarias en pesos, lo que ha generado una paralización total del sector.

Otra forma que tienen los argentinos de hacer valer los pesos es mediante la compra de paquetes de turismo para viajar al exterior y la adquisición de ropa y electrónicos en otros países, al ser mucho más baratos que en el mercado local. Por eso, desde hace más de un año el gobierno aplica una retención a los gastos y viajes en el extranjero, que al principio fue del 15% y hoy es del 35%. Como resultado de esto, la fuga de dólares diarios por turismo se redujo de US$60 millones a US$40 millones diarios (se estima que en 2013 el gasto en viajes alcanzó los US$10.000 millones).Además, se dispuso un tope de hasta 2 transacciones a través de Internet al año a sitios de compra del extranjero.

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Si bien los dólares se pierden por turismo o por importaciones, uno de los grandes culpables de esta fuga son las compras energéticas por parte del gobierno. La producción local no es suficiente, por eso el año pasado el Estado gastó unos US$13.000 millones en gas y petróleo traídos del exterior. Pero el salto que pegó el peso hasta valer $8, frente al promedio de $5,48 en 2013, eleva en 45% el costo que Argentina tendrá que pagar en 2014 por las importaciones energéticas.

En los últimos años la crisis de producción energética obligó a una gran importación de energía, y el principal importador es el propio Gobierno. “Este mayor costo se traduce en una mayor presión fiscal (o mayor déficit)”, aclara Diana Mondino.

¿Efectos positivos o negativos? Con la devaluación, el gobierno trata de conseguir que Argentina sea más competitiva. El objetivo es, según explica el economista Lucas Llach,director de la Licenciatura en Historia y director de la Maestría en Políticas Públicas de la Universidad Di Tella (UTDT), “que los salarios en términos de dólares caigan”. Pero advierte que con ello, los grandes perjudicados son los asalariados y tan solo pueden ganar los que producen a precio dólar, o sea los que exportan o alguien que fabrica y compite con importaciones que ahora serán más caras. “Se trata de empresarios versus trabajadores porque a muchos empresarios les conviene”, dice.

Aun así, Rubio, decano de la UB,cree que difícilmente la devaluación mejorará la situación de los empresarios industriales. Él opina que se producirá un “aumento de los costos de producción según el grado de incidencia de las importaciones en la estructura productiva de las empresas; y luego un deterioro de la competitividad internacional, que dudosamente la devaluación puede compensar. También se puede encarecer el consumo familiar cotidiano”.

Para Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor de Economía de IE Business School, los efectos que la devaluación va a tener en la economía “dependerán del tipo de medidas que se tomen. La Argentina tiene que entrar en un plan de ajuste macro para reducir su inflación y eso dependerá de la voluntad política del gobierno, va a ser duro pero hay que hacerlo porque no puede tapar la situación con medidas parciales, porque eso seguirá acentuando los desequilibrios de su economía. De momento, no parece que el gobierno esté dispuesto a hacer esos ajustes”, sostiene.

Algunos de los desequilibrios a los que se refiere Martínez Lázaro no se solucionaron durante los años de bonanza de los que ha disfrutado el país gracias a los altos precios de commodities como la soja. “El problema es que cuando la ola baja, y ya no te encuentras en esa situación privilegiada, las cosas se ponen complicadas”, dice. En su opinión, uno de los mayores desequilibrios es la inflación y la diferencia entre el dólar oficial y el blue, que se ubica en torno al 25-30% real.

En efecto, Llach advierte sobre la necesidad de que la diferencia entre el dólar comercial y el blue no aumente. “Todavía es un incentivo comprar dólares al Banco Central y luego venderlos en el mercado informal. Es clave que la diferencia no sea grande para que la gente deje de comprar dólares, y eso depende de qué haga el Banco Central con los pesos: si sigue emitiendo, sigue devaluando y habrá más caída de reservas. Hay que mirar la brecha cambiaria y estar atentos a eso”, sugiere el economista.

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Preocupación en el exterior. Que el New York Times haya publicado en su tapa un artículo sobre la devaluación argentina no es un dato menor. “¿Dónde está la presidenta ante la agenda de problemas?”, se preguntaba recientemente la publicación estadounidense. Sus apariciones en el último mes y medio se cuentan con cuenta gotas después de haber sido sometida a una intervención quirúrgica por un hematoma en la cabeza. Si bien las explicaciones oficiales no fueron muy claras, Cristina Fernández de Kirchner habría sufrido un fuerte golpe tras una caída, de la que no se contaron mayores precisiones.

"Mientras el peso se tambalea, se observa la ausencia de la Presidenta", dijo el New York Times y comparó la situación argentina con la ocurrida en Turquía, donde el Banco Central subió su principal tasa de interés para frenar la caída de la Lira (llevó la diaria de 7,75% a 12% y la semanal de 4,4% a 10%).

De todas formas, lo que ocurra en Argentina no perjudicará a las economías fuertes, según Llach, de la UTDT.“Los mercados financieros reaccionan con un poco de miedo, pero el efecto en la economía real de otros países es marginal. La Argentina no es tan importante a nivel mundial”, dice. Sin embargo, a nivel regional existe el temor de que se produzca ciertocontagio porque, como explica Rubio, de la UB,“se alteran los compromisos comerciales con los países sudamericanos, según su grado de integración comercial (es muy severo el deterioro que sufre Uruguay en su comercio exterior hacia Argentina) o productiva (integración automotriz, de equipos eléctricos e industria alimentaria con Brasil)”.

Martínez Lázaro cree que, aún así, cada país tiene su propia realidad. “Si Argentina entrara en una profunda crisis económica, vecinos como Brasil podrían sentirlo; también empresas extranjeras con inversiones en el país, ya que, por ejemplo, una reducción de ventas afecta a los resultados de las empresas locales y foráneas como en cualquier crisis económica. Esto puede ocurrir, pero no es tanto un efecto contagio de crisis financiera porque Argentina tiene su propia hoja de ruta y sus propios desequilibrios”.  

Futuro incierto. Más allá de las medidas económicas que se puedan tomar en el corto o largo plazo, los especialistas creen que el secreto pasa por revertir la falta de confianza, tanto en el mercado interno como en el externo. Una de las pruebas de oro será ver qué sucede con el nuevo índice de inflación que el gobierno argentino acordó con el FMI, y que se probará en febrero. En opinión de Llach, de la UTDT, decir la verdad sobre los datos de inflación proporcionados por el Indec, institución intervenida desde 2006, puede permitirle a la Argentina amigarse con el FMI y recibir créditos para reforzar sus reservas, y de esa forma no se tengan que imprimir tantos pesos. “En el resto del mundo la deuda se paga con más deuda y acá siempre se ha pagado con reservas (desde que está el Kirchnerismo en el poder). Hay que volver a los mercados internacionales”.

En opinión de Martínez Lázaro, Argentina entra en una época muy complicada y lo más peligroso es que el Gobierno probablemente “tiene un diagnóstico claro de la situación, pero no tiene una visión de lo que tiene que hacer, tan solo le echa la culpa a todo al mundo de sus problemas salvo a su desastrosa política económica en los últimos años. Tendría que estar pensando en hacer un ajuste brutal, pero no hay indicios de que vaya a haber una corrección a corto plazo de sus políticas”, se lamenta.

La incógnita es qué pasará en marzo cuando los gremios comiencen a reclamar el ajuste de sueldos a través de las paritarias, teniendo en cuenta una inflación que puede llegar al 30% durante este año; cuando los padres reciban aumentos en las cuotas de los colegios privados por la suba salarial docente; o cuando las expensas de los edificios sientan el incremento de los productos de limpieza y de los haberes de los encargados, entre otros motivos para crispar los nervios de los asalariados.

¿Saldrá la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a enfrentar las necesidades de la Argentina antes que termine su mandato en 2015?

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