Pasar al contenido principal

ES / EN

El Brexit, un año después ¿en qué ha deparado?
Lunes, Junio 26, 2017 - 10:52

En términos políticos, fue toda una conmoción. El primer ministro británico de aquel entonces, David Cameron, tuvo que dimitir dejando el poder a una mujer, Theresa May.

El viernes pasado, 23 de junio, se cumplió un año del referéndum por el que los británicos votaron a favor de abandonar la Unión Europea, el llamado Brexit. Hoy, el gobierno de la primera ministra británica, Theresa May, enviará un documento a Bruselas en el que detallará los principios sobre los que basará su negociación para conducir el Brexit, entre ellos los derechos de los que gozarán los 3.2 millones de ciudadanos europeos residentes en el Reino Unido. En una propuesta inicial, aún informal, reveló que aquellos ciudadanos que lleven cinco años de residencia conservarán sus derechos, un planteamiento que fue acogido con frialdad dentro de la Unión Europea.

Por tanto, ya ha pasado un año desde la victoria del Brexit, pero el proceso formal apenas empieza. Aun así, durante este año, el inesperado resultado del referéndum ha significado una convulsión política y financiera, y reveló el desencanto de la ciudadanía con un proceso de globalización cuyos beneficios parecían no alcanzar a la población en general, globalización a la que se le acusa de estar robando empleos y deprimiendo los salarios. Ese desencanto y el consiguiente auge del nacionalismo y de las políticas proteccionistas volverían a tronar, con más fuerza aún, pocos meses después, en noviembre, con la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Ahora bien, después de un año, ¿qué balance se puede hacer del Brexit?

La parte política. En términos políticos, fue toda una conmoción. El primer ministro británico de aquel entonces, David Cameron, tuvo que dimitir dejando el poder a una mujer, Theresa May, que radicalizó rápidamente su discurso y apostó sin miedo por un Brexit duro. Ensoberbecida por su nuevo poder, el respaldo en el parlamento y el viento a favor de las encuestas, lanzó un órdago en el que no calculó bien los riesgos: convocó unas nuevas elecciones generales de las que esperaba salir fortalecida para encarar con más garantías las duras negociaciones que se le venían encima. Pero el resultado electoral fue un fiasco: en las siete semanas que duró la campaña, el partido conservador, los Tories, dilapidó su ventaja y los resultados fueron un verdadero desastre. Dando un sonoro revés a sus expectativas, Theresa May perdió la mayoría parlamentaria y no sólo gobierna en minoría, sino que dentro de su propio gobierno ha salido muy debilitada, e incluso se ha exigido su dimisión. El Brexit en su versión dura que May propugnaba se encuentra ahora en serios apuros, y el bando conservador está desorientado y dividido sobre el tipo de Brexit que quieren.

Mientras May perdía apoyos en su país, en Europa también han sucedido muchas cosas. En Francia, el nacionalismo de Marine Le Pen fue castigado y las elecciones encumbraron a un líder joven y abiertamente europeísta, Emmanuel Macron, que desde el inicio ha buscado entrar en sintonía con Berlín y fortalecer un eje franco-alemán cuyo objetivo es refundar Europa bajo nuevas bases, si es preciso incluso reformando los tratados comunitarios, con el fin de ahuyentar el euroescepticismo y desactivar el discurso populista. Francia se ha comprometido a acometer las reformas económicas que desde hace tiempo aconseja Berlín, y a cambio la canciller alemana, Angela Merkel, ha hecho algunas concesiones: ha puesto sobre la mesa, por primera vez, la idea de un presupuesto común para la Eurozona, así como la creación de un gobierno y un parlamento para los países de la moneda única.

Sea como sea, en esta coyuntura complicada, Europa ha enfrentado la acometida del Brexit y de Trump impulsando, a través del tándem Merkel/Macron, una mayor integración europea. Sí, existen diferencias sobre el nuevo diseño arquitectónico que quieren imprimir a Europa, pero tendrán que saldarlas y dar pasos hacia delante con determinación y valentía, sabedores de que un fracaso es sinónimo de una victoria de los movimientos nacionalistas y quizás, la ruina del proyecto europeo.

La parte económica. En lo financiero y económico, también han sucedido muchas cosas. La libra esterlina, el mejor barómetro sobre la percepción que tienen los inversionistas del Brexit, ha dado muchos tumbos. Antes del Brexit, la libra cotizaba ligeramente por debajo de los 1.50 dólares. Tras el referéndum sufrió un derrumbe que lo llevó a un mínimo de 1.2047 dólares a principios de este año, un desplome de casi el 20%. Conforme Theresa May se asentaba en el poder y precisaba el Brexit que anhelaba, la divisa británica recuperó terreno. Pero el resultado de las elecciones del 8 de junio, con un parlamento dividido, volvió a deprimir a la libra, que cerró el viernes en 1.2718 dólares, o en torno a un 15% por debajo de los niveles previos al Brexit.

Mientras la libra se hundía, el parqué de Londres sorprendía con un comportamiento mejor de lo esperado. Pese al colapso inicial de la Bolsa londinense, pronto se repuso y un año después el Ftse-100, donde cotizan las grandes multinacionales británicas, puede presumir de una ganancia del 17.1% y de haber tocado un récord histórico de 7,548 pts el pasado 26 de mayo. El Ftse-250, un índice donde incorpora empresas más pequeñas y orientadas al mercado doméstico, ha avanzado un 13.6%. Su desempeño no está nada mal: de hecho, la ganancia del Ftse-100 supera, en el último año, al S&P 500 (15.4%), o el del Euro Stoxx 50 (16.7%). Sin embargo, buena parte de la subida del Ftse-100 se explica por arbitraje y la expectativa de que las multinacionales británicas que obtienen ingresos en otras divisas ampliarán sus utilidades al repatriar sus ganancias con una libra más débil. Ahora bien, en dólares, en el último año, el Ftse-100 prácticamente está en tablas en tanto que el Ftse-250 registra una caída de 2.5%. Por tanto, a los inversionistas extranjeros no les ha ido demasiado bien al invertir en la bolsa londinense.

Uno de los sectores más delicados es el de la banca. La hegemonía de la City londinense está amenazada con el Brexit. Varios son los bancos que han anunciado que moverán empleos fuera del país. Así, mientras las acciones de la banca estadunidense y europea han trepado con fuerza durante los últimos años, las acciones de Lloyds o Royal Bank of Scotland cotizan sin cambios y Barclays se ha incrementado un 10%.  El índice de la banca del Stoxx Europe 600, por ejemplo, se ha disparado en el mismo periodo casi un 20% en tanto el índice KBW de la banca del Nasdaq lo ha hecho un 35%.

Más allá de la reacción del mercado, la rápida depreciación de la libra ha ocasionado algunos problemas en la economía británica. La inflación, que hace un año rondaba el 0%, ha repuntado con virulencia al encarecerse los precios importados para ubicarse en 2.9% en mayo, un máximo de 4 años. Pero además, el aumento de los precios se ha dejado sentir en el gasto de consumo al erosionar la capacidad de compra de los británicos.

Pero sobre todo, la incertidumbre sobre el Brexit está deteniendo la inversión en el Reino Unido. Al menos ésa es la conclusión del Canciller de la Hacienda, Philip Hammond, quien afirmó que “una gran cantidad de inversión empresarial se está posponiendo hasta que las compañías vean con más claridad el probable resultado del Brexit”. A los líderes empresariales les preocupa, sobre todo, que el Reino Unido se divorcie de la Unión Europea sin que lleguen a cerrar antes un nuevo acuerdo comercial.

Autores

Excelsior.com.mx