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El dragón contra el elefante
Viernes, Abril 30, 2010 - 11:45

Será interesante ver cómo China y la India invierten en estructuras económicas, sociales y empresariales. ¿El lento “elefante hindú” alcanzará al feroz “dragón chino”? Tal vez sea sólo cuestión de tiempo.

El 1 de mayo, la Exposición Mundial 2010 abrirá sus puertas en Shanghái, China. El tema de la exposición es "Better City-Better Life" (“Mejor ciudad-Mejor vida”) y representa el nuevo estatus de Shanghái en el siglo XXI, como un importante centro económico y cultural.

Más de 190 países y 50 organizaciones internacionales se han registrado para participar, y China espera recibir a casi 100 líderes extranjeros y cerca de 70 millones de personas, la cifra más alta de visitantes en la historia de las ferias mundiales en términos de números netos.

¿Qué otro lugar podría ser más adecuado para esta expo mundial que China? El país pronto superará la preciada posición de Japón como el segundo mercado más grande del mundo, descrito por el economista Jeffrey Sachs como el desarrollo más exitoso en la historia mundial. El tamaño de la economía se ha duplicado cada ocho años durante tres décadas, a la tasa más rápida para una economía importante en los anales de la historia. Un reciente reporte emitido por Pricewaterhouse Coopers predice que China podría superar a la economía de los Estados Unidos para 2020, un periodo de tiempo muy corto.

Pero China no está sola. La India también se encuentra dentro de las economías con mayor velocidad de crecimiento y, junto con China, ha contribuido con cerca del 30% del crecimiento de la economía global, mientras que el balance del poder económico se sigue centrando de occidente a oriente. Contrario a lo que podría pensarse, tanto China como la India no son realmente economías emergentes, la verdad es que están “reemergiendo”.

China y la India poseen fortalezas muy particulares, así como ventajas competitivas que les han permitido a cada uno de estos países sobreponerse mejor a la crisis financiera mundial que la mayoría de los países, y ganar terreno en el “juego de la recuperación” junto al mundo desarrollado.

Cuidado con el gigante dormido. A la India, a menudo se le conoce como el “gigante dormido”, y ha aflorado como el cuarto mercado más grande del mundo, teniendo un PIB que se mide con respecto a la escala de su paridad de poder adquisitivo. Ambas economías están aumentando su participación dentro del PIB mundial, atrayendo elevados niveles de inversión extranjera y recuperándose más rápido de la crisis mundial que los países desarrollados. Cada país ha logrado todo esto con enfoques diferentes: la India con un enfoque "crecer primero, construir después", versus la estrategia “centralizada y orientada al abastecimiento”, aplicada en China.

Aunque el ingreso per cápita en China sigue siendo bajo, con cerca de US$3.566 -menos de una décima parte de lo que reciben los estadounidenses-, es más alto que el de la India (sólo un poco más de US$1.000). Actualmente, China es la quinta economía de consumo mundial en términos de crecimiento acelerado y se dirige a convertirse en la tercera en 2020; la India, se encuentra cerca de ella y se espera que alcance la posición número cinco en 2025. Los consumidores chinos realmente están poniendo en práctica la famosa frase de Deng Xiaoping: “la gloria es volverse rico”.

Recientemente este país rebasó a los Estados Unidos en cuanto al mercado más grande de automóviles, y el futuro sigue siendo potencial en términos de poder adquisitivo. China es también el primer país en el mundo en haber logrado el objetivo de reducción de pobreza establecido por las Metas de Desarrollo para el Milenio de las Naciones Unidas, y disfruta del sorprendente éxito de haber arrancado de la miseria a más de 400 millones de personas. Esto contrasta notablemente con la India, donde 456 millones de personas (42% de la población) aún permanecen en la pobreza, definida por el Banco Mundial a US$1,25 diarios. 

Diferentes métodos, misma finalidad. El desempeño económico de ambos países se ha orquestado de manera muy diferente. El crecimiento de China ha sido impulsado principalmente por las inversiones y exportaciones, enfocándose en la manufactura de bajo costo, con un consumo interno tan bajo como el 36% del PIB. Por otro lado, el crecimiento de la India se ha derivado a partir de un sólido sector de servicios y un consumo interno con tendencia a la alza.

La India es mucho menos dependiente del comercio, con cerca del 20% de su PIB, en comparación con China, la cual se sustenta con el 56%. De igual forma, existen enormes diferencias acerca de cómo China y la India se han integrado a la economía mundial. En tiempos recientes, China ha superado a Alemania como el exportador más importante a nivel mundial, con ventas al exterior aproximadamente ocho veces más que las de la India.  China sigue estando más abierta al mundo que la India, ésta última, continúa ocultándose detrás de barreras comerciales u otras medidas proteccionistas. No obstante, la India se está convirtiendo rápidamente en un país que hay que voltear a ver, y dicha nación se encuentra en la mira de los inversionistas como el tercer destino más popular para la inversión extranjera directa, después de China y los Estados Unidos, aumentando considerablemente su presencia en Asia.

“Cruzar el río sintiendo y usando las piedras como guía”. Ambas historias de éxito han sido el resultado de sorprendentes reformas, tanto en China como en la India. Ambos países han adoptado un “enfoque gradual” de desarrollo a diferencia de los enfoques del “Big Bang” o de “shock” llevados a cabo por la ex Unión Soviética durante 1991. En contraste, el desarrollo de China y la India ha sido impulsado por un Estado sólido que implementa reformas en etapas.

Casi todas las reformas han sido el resultado de la experimentación -así como lo menciona Deng Xiaoping: “cruzar el río sintiendo y usando las piedras como guía”. La meta a largo plazo sigue siendo la transformación de la economía china para reducir la sobredependencia de las exportaciones e inversiones.

El bienestar de la sociedad también requiere un mayor enfoque respecto a las reformas de salud, educación, legislación laboral y protección ambiental, así como creación de empleos para aumentar la fuerza de trabajo. La infraestructura tanto en China como en la India exige mejoras relacionadas con la calidad y eficiencia, y con la misma importancia, hacer un alto en la degradación del medioambiente. Aún cuando China ha realizado una extraordinaria inversión en infraestructura básica (caminos, ferrocarriles, aeropuertos, puertos, etc.), en los últimos dos años la India ha duplicado el presupuesto en inversión de infraestructura al 4%, lo cual representa una insignificancia si consideramos que China gasta, al menos, tres veces más esa cantidad.

Ambos países dependen en gran medida de los recursos energéticos de otros países y persiguen con fervor la inversión extranjera para asegurar fuentes adicionales de energía. Una meta un tanto más ambiciosa sería obtener fondos gubernamentales para proveer incentivos y como prioridad a largo plazo, desarrollar proyectos de energía pura y renovable. Ambas naciones parecen moverse hacia esa dirección.

Los retos que la India enfrenta son el mismo reflejo de los de China. Ambos países necesitan convertirse en países de manufacturas de bajo costo y bajo valor y prestación de servicios en naciones con actividades de elevado valor; sin embargo, aunque China está haciendo un esfuerzo, primero, para mejorar el estatus de la cadena de valor en la manufactura y después los servicios, la India está haciendo exactamente lo contrario.

La reciente recuperación en China ha sido impulsada principalmente por una fuerte política de estímulos de US$586 mil millones junto con agresivos préstamos bancarios, los cuales ayudan a equilibrar el impacto negativo de las caídas de las exportaciones durante el año pasado. A pesar del exceso de capacidad en industrias específicas como el acero y el cemento, China aún posee un impresionante potencial para el crecimiento, con muchas oportunidades nuevas fijas en el horizonte.

La actual crisis ofrece una oportunidad única para motivar mayores industrias de servicio con intensa labor, reducir la sobrecapacidad en muchas industrias de manufactura de bajo costo, impulsar la creación de empleos y buscar  la ruta hacia el crecimiento sustentable a largo plazo. Durante este “periodo de recuperación”, será interesante ver cómo China y la India invierten en estructuras económicas, sociales y empresariales, lo que caracteriza a las economías más maduras y avanzadas. ¿El lento “elefante hindú” alcanzará al feroz “dragón chino”? Tal vez sea sólo cuestión de tiempo. 

Mientras tanto, los visitantes de todo el mundo podrán ver algunas preliminares de qué tan lejos ha llegado China durante la Expo Shanghái.