Es el principal factor que impide la competitividad; la inseguridad y la ineficiencia burocrática ocupan el segundo lugar, indica el organismo un reciente Ránking de Competitividad Global 2015 del Foro Económico Mundial.

Los países más competitivos del mundo no lo son porque tengan marcos regulatorios económicos de vanguardia, sino porque poseen un ambiente institucional adecuado para hacer negocios, como tener menos corrupción.

De acuerdo al reciente Ranking de Competitividad Global 2015 del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), los diez países más competitivos del mundo comparten la característica de que la corrupción no es un factor que preocupa a empresarios y a expertos para hacer negocios, sino que, por el contrario, ocupa el último lugar de los 16 factores que mide el Foro como los asuntos más problemáticos para crear riqueza. En cambio, lo que más preocupa para hacer negocios en esos países son la legislación laboral restrictiva y las tasas impositivas.

A media tabla. Esta situación contrasta con los países ubicados en la parte media del ranking del WEF, en donde se encuentra México, donde la corrupción es considerado, en promedio, el quinto factor que inhibe los negocios. Mientras, en los diez países con peor calificación en competitividad, la corrupción es el segundo factor que afecta el desempeño de los negocios.

En México, ubicado en la posición 57 (61 en la edición anterior) en el ranking global de competitividad, la corrupción es el principal factor que el WEF considera que impide hacer negocios, y la inseguridad y la ineficiencia de la burocracia ocupan el segundo lugar.

Consecuencias. Para Eduardo Bohórquez, director ejecutivo de Transparencia Mexicana, los resultados que arroja el Foro Económico Mundial son consistentes con investigaciones que relacionan la corrupción y el nivel de desarrollo de los países.

"Los países tienen mayor desarrollo humano cuando tienen un Estado de derecho robusto, donde las decisiones judiciales se acatan; donde no hay que sobornar a un juez para que un proceso avance; donde las autoridades, incluidas las económicas, rinden cuentas, y donde la distribución de los recursos públicos se hace sobre la base del mérito y la competencia y no de relaciones clientelares”, afirmó.

En tanto, Viridiana Ríos, directora general del observatorio México Cómo Vamos, sostuvo que un país corrupto genera incertidumbre para los negocios, debido a que se tiene la percepción de que “a los que les va bien son a los que son amigos del poder, y a los que están alejados de esa relación entonces no tanto. Por eso un sistema corrupto genera volatilidad para hacer negocios, porque no hay certeza en el retorno del capital sino para unos cuantos”.

Calidad de flujos. Bohórquez y Ríos coincidieron en que si un país es capaz de atraer inversiones, aunque tenga elevada corrupción, como México, la calidad de la inversión es la que no producirá los efectos deseados sobre el desarrollo del país.

Un país con alta corrupción tiende a atraer capitales de dudosa reputación, poco transparentes y no aquellos con el compromiso de largo plazo con el país. Así, se atrae más a la parte especulativa de los capitales y se encarece el costo de las inversiones por los factores de riesgo existentes”, expresó Bohórquez.

Ríos afirmó que “las inversiones de largo plazo se atraen con certeza jurídica y Estado de derecho, mientras que las que se benefician con la corrupción son las de corto plazo, las que dependen de relaciones políticas, y esto genera un incentivo perverso para el crecimiento porque la inversión más productiva es la de mediano y largo plazo”.

Instituciones que funcionen. El director ejecutivo de Transparencia Mexicana manifestó que la solución para la corrupción es un sistema de instituciones que funcionen y no uno basado en la capacidad de una persona ni creando más burocracias.

Cuando se cae un avión en la frontera de Francia y Alemania, ¿quién investiga?: un fiscal local en ambos países. Cuando descubren un caso de corrupción en la FIFA, el FBI activa su investigación como una más dentro de sus competencias. Es decir esos países no necesitan crear comisiones especiales para que la justicia opere, sólo hacen que sus instituciones funcionen en lo cotidiano, es lo que no hemos logrado entender en México.”

Evaluación de Instituciones. Por eso el director ejecutivo de Transparencia Mexicana recomendó a la clase política priorizar un mejor funcionamiento de la PGR, de las fiscalías locales, de los jueces, de los fiscalizadores de las cuentas públicas, “porque en lugar de anunciar grandes instituciones para el combate a la corrupción se debe buscar que las existentes funcionen y hagan cumplir la ley, en lugar que crear nuevas burocracias”.