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¿Qué hace falta en México para crecer 2,7% en 2014?
Lunes, Mayo 26, 2014 - 17:26

El Banco de México y la Secretaría de Hacienda ajustaron a la baja la tasa de crecimiento del PIB para este año, aunque se prevé que en la segunda mitad mejoren las expectativas a fin de que se pueda cumplir el nuevo objetivo para el PIB.

Excelsior.com.mx El Producto Interno Bruto (PIB) para el primer trimestre de 2014 volvió a defraudar. La expansión fue de sólo 1,8% en relación con el mismo trimestre del año pasado.

Pero aun siendo magra, esa tasa de crecimiento supone una sustancial mejora respecto al cuarto trimestre de 2013, cuando la economía prácticamente estuvo estancada y apenas creció 0,7%. De hecho, el comportamiento de la economía fue tan decepcionante durante todo el año pasado que hasta una tasa moderada de 1,8% se ve bien: la economía mexicana no había crecido tan rápido desde el cuarto trimestre de 2012, cuando el PIB aumentó 3,4%.

Dicho esto, nadie puede estar contento con el desempeño de la economía mexicana. Para empezar, la cifra resultó peor de lo previsto por el consenso de analistas, que estimaba, según el consenso de Bloomberg, un aumento de 2,1%. Y como se esperaba, Banco de México (Banxico) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), ante la evidencia de un primer trimestre flojo, tuvieron que ajustar a la baja sus pronósticos para todo el año. Banxico, al presentar su informe trimestral de inflación el pasado miércoles, lo redujo de un rango de entre 3% y 4%, a otro de entre 2,3% y 3,3%, lo que sitúa su estimación central en 2,8%. La SHCP se esperó a conocer el reporte del PIB para el primer trimestre publicado el viernes, y con él en la mano rebajó su pronóstico en 30%, de 3,9% a 2,7%.

Ambos pronósticos se sitúan por debajo del consenso. La última encuesta de Banxico reveló que, en promedio, los analistas esperaban para este año un crecimiento de 3%, por lo que es de esperar que en las próximas semanas los analistas privados se alineen con el nuevo pronóstico de la SHCP y Banxico.

No será nuestro caso: desde el 14 de abril, hace más de un mes, situamos nuestro pronóstico sustancialmente por debajo del consenso, con un pronóstico de 2,7%, justo el número que acaba de dar la SHCP. Lo publicamos en esta tribuna, en un artículo titulado “Los pobres datos de México y las revisiones al PIB”. Allí expresamos por qué estábamos menos optimistas que la mayoría de los analistas del mercado, y advertíamos que el crecimiento para este año podría ser menor de lo esperado.

Avance y compromiso. Dicho esto, hay que mirar para adelante, y el nuevo pronóstico de 2,7%, con un inicio de año tan débil, si bien no es fácil de alcanzar, tampoco es una quimera. Para lograrlo, se precisa que para el resto del año la economía crezca en promedio tres por ciento. Eso fue, precisamente, lo que creció el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) en marzo, una especie de PIB mensual para la economía, la tasa más alta desde abril de 2013 (4,2%). Si el IGAE lograra mantener en los próximos nueve meses ese 3%, el objetivo de 2,7% anual para el PIB se acalnzaría.

Pero hay que recordar que marzo fue un mes excepcional: se vio beneficiado por el efecto de Semana Santa. El año pasado la Pascua se celebró en marzo, y este año aconteció en abril, por lo que marzo de 2014 contó con más días laborables, lo que se reflejó en las buenas cifras de actividad industrial al final del primer trimestre.

En efecto, en marzo la producción industrial aumentó a una tasa de 3,4%, comparado con apenas 0,5% en febrero y 0,8% en enero. Ese ritmo de expansión industrial fue el más vigoroso desde julio de 2012, cuando creció 3,5%. La manufactura, de hecho, se disparó en marzo 6,8%.

Sin embargo, el efecto calendario se revertirá en abril, con menos días laborables que el año pasado, y es de prever que la actividad económica se resienta y se vuelva a desacelerar. Basta con ver las cifras del sector automotriz que publica la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA): en marzo, la producción de autos subió un virulento 16,3%, respecto a marzo de 2013, pero en abril se desaceleró a 3,9%. Esa volatilidad también se reflejará en el IGAE: tras la cifra de tres por ciento de marzo es posible que se recorte a algo así como a la mitad en abril.

Una vez superado el mes de abril y las distorsiones de Semana Santa, será clave lo que suceda durante los meses de mayo y junio: durante esos meses se conocerá la verdadera tendencia subyacente de la economía, y si el crecimiento se puede encauzar a la tasa de 2,7% para todo el año que esperamos tanto nosotros como la SHCP.

Buenas perspectivas. En ese sentido, sí hay algunos factores positivos que nos hacen pensar que la actividad se reanimará en la segunda mitad del año. En primer lugar, por el lado de la industria, y más allá de los recientes vaivenes por la Semana Santa, sí se observa una reactivación de la manufactura mexicana. La economía de Estados Unidos se congeló durante el invierno: la parálisis fue absoluta, con una tasa de crecimiento anualizada de sólo 0,1%. Pero superado el invierno, empieza a calentar motores de nuevo, lo que está acelerando el ritmo manufacturero en México, sobre todo del sector automotriz. Las exportaciones de autos crecieron en abril nueve por ciento tras un poderoso 1,9% en marzo, y las ventas a su principal mercado, el de Estados Unidos, aumentaron 15,5%.

En segundo lugar, la construcción ha tocado piso. El gran lastre de la economía desde 2013, aunque sigue restando crecimiento a la actividad económica mexicana, lo hace en menor magnitud que en el pasado y pronto se convertirá, debido a la baja base de comparación, en un factor de crecimiento, sobre todo en la segunda mitad del año. En el primer trimestre del año, la construcción se contrajo 2,8% comparado con una caída de 4,6% en el cuarto trimestre del año pasado. Pese al retroceso, fue el menor descenso del componente de construcción desde el cuarto trimestre de 2012 (menos 0,1%).

Política de reacción. A eso hay que sumar que el gobierno, atento a los presagios de desvanecimiento económico, se esmera por impulsar la actividad desde el lado del gasto público, y asegura que se está ejerciendo a tiempo. No hay que olvidar que la administración de Enrique Peña Nieto pidió autorización para elevar el déficit público a 1,5% del PIB en 2014, y así incrementar el gasto en infraestructura y seguridad social, lo que debe tener un impacto expansivo a lo largo del año. En ese sentido, la SHCP afirmó que durante el primer trimestre el gasto programable registró un incremento real anual de 15,2% y el gasto en inversión física aumentó 46,5%. Esa inyección de recursos se irá filtrando a la economía y tendrá que traducirse en un crecimiento más dinámico.

Finalmente, el mexicano de a pie parece haber ya asimilado los efectos fiscales de la Reforma Hacendaria, lo que contribuiría a mejorar el gasto de consumo. La confianza del consumidor repuntó en abril a 90.3 puntos, con mejoras sustanciales en sus cinco componentes, y con perspectivas estables de consumo para los próximos 12 meses. Y hubo algunas mejoras en los datos duros del comercio: las ventas minoristas repuntaron en marzo 1,7%, mientras que las ventas de la ANTAD, en mismas tiendas, favorecidos por el efecto de la Semana Santa, crecieron durante abril 2,6%, la cifra más alta en cinco meses.

Por tanto sí, el futuro, al menos en lo que resta del año, luce más prometedor. Casi todos los componentes brillarán un poco más: la manufactura, la construcción, el gasto público y el consumo privado parece que irán ganando brío, lo cual se suma a una base de comparación favorable debido al bajo crecimiento de 2013.

Ahora bien, como dice el principal mensaje desde el gobierno, hay que hacer mucho más. El PRI regresó a Los Pinos con la promesa de más crecimiento. Prometió tasas cercanas a cuatro por ciento para 2013 y 2014. En caso de que se cumpla 2,7% para este año, y tras el PIB de 1,1% del año pasado, el crecimiento económico en los dos primeros años de Enrique Peña Nieto habría sido de 1,9%. Si lo comparamos con el PIB observado en los dos primeros años de otras administraciones, no está mal. Le ganó por poco Felipe Calderón (2,3%), y después habría que regresarse al sexenio de Salinas de Gortari (4,6%). Con las reformas estructurales se espera mucho más.

 

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