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Uruguay: más continuidad que cambios en política para lograr grado inversor
Lunes, Abril 23, 2012 - 06:37

Una vez que se apagan los discursos políticos, que el grado inversor se entibia y los mercados le dan a los hechos su justa relevancia, es momento de analizar qué tanto tienen de ciertas las palabras del ministro de Economía, Fernando Lorenzo.

La conquista del grado inversor por parte de Uruguay puso el tema sobre la mesa. Cada uno de los actores políticos que desfilaron en primera fila por la conducción económica se atribuyó el mérito, para él y los suyos, de haber restablecido la confianza de los mercados financieros. El gobierno fue categórico al señalar que nada habría sido posible de no ser por el giro de timón que dio la izquierda cuando asumió el gobierno en 2005. Sin embargo, ¿hubo un cambio de rumbo, un ajuste en las coordenadas o la economía siguió en piloto automático?

Una vez que se apagan los discursos políticos, que el grado inversor se entibia y los mercados le dan a los hechos su justa relevancia, es momento de analizar qué tanto tienen de ciertas las palabras del ministro de Economía, Fernando Lorenzo, cuando hace dos semanas en una columna de opinión publicada por El Observador señaló que “la ‘continuidad’ de las políticas económicas y de los formatos regulatorios e institucionales no hubieran permitido, en absoluto, revertir aquel estado de cosas (refiriéndose a la economía luego de la crisis). Todo lo contrario”. Pero al hacer repaso de las principales dimensiones de la política económica en los años de conducción frenteamplista es cierto que hubo cambios, pero lo que priman y saltan a la vista son las continuidades.

Como señala el politólogo Adolfo Garcé, la política económica que compartieron los dos gobiernos del Frente Amplio “no es exactamente la misma” que la de los partidos tradicionales. Sin embargo, “se parece mucho más a la política económica de los sucesivos gobiernos colorados y blancos (entre 1985 y 2004) que a la que la izquierda defendió históricamente (desde 1971)”.

Eso no exime de méritos a la actual administración. Tuvo sus conquistas por el lado de la deuda y supo administrar el crecimiento económico, conformando a los mercados financieros y, al mismo tiempo, mejorando los indicadores sociales. No hay cambios, no hay giros de timón. Ni recetas mágicas, ni buenos ni malos. Sino una conducción prudente, que intenta mantener un discurso de renovación que no se sostiene ni en los hechos ni en los números.

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OBSERVA.COM