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Eduardo Recoba, economista: "Es difícil que China recorte sus importaciones de cobre"
Jueves, Marzo 5, 2020 - 05:04

El economista, periodista y docente peruano conversó con AsiaLink respecto de las posibilidades de que el COVID-19 afecte la economía china y, por ende, golpee a países como Perú o Chile.

¿China entrará en recesión a causa del brote de coronavirus? ¿Qué impacto tendrá en su economía y la economía global?

Para responder esta pregunta hay que analizar rápidamente qué es lo que ha hecho el gobierno chino desde el 8 de diciembre, fecha del estallido del brote a la actualidad.

China ha echado mano de herramientas monetarias: una inyección en enero de US$22 mil millones hacia el mercado crediticio, que tiene como objetivo -por parte de las autoridades monetarias y económicas- mantener una línea de flotación basada en la demanda y el consumo: dos variables críticas en cualquier economía industrializada.

Desde la política fiscal, todo hace suponer que China tiene un frente fiscal brutalmente fuerte, sólido y sobre todo honesto. Lo que le permitiría enfrentar el costo de este patógeno. Una recesión o enfriamiento se combate de dos maneras: primero conociendo el origen del estancamiento y conociendo cómo se comporta éste. Desgraciadamente cuando este origen es volátil o corresponde a los mercados financieros es muy difícil enfrentar una recesión. Pero en este caso, del coronavirus, sí sabemos el origen; si sabemos cómo se comporta y sí sabemos cómo enfrentar una posible recesión a propósito del brote. Es como ir a un examen con todas las preguntas ya conocidas.

Pero ha habido bastantes problemas con las cadenas de suministro, especialmente para repuestos de autos.

La economía real china tiene un mercado laboral fuerte.

Si bien es cierto la paralización forzada del sector fabril –en enero y febrero- ha provocado un fortísimo golpe, sobre todo por el lado del componente manufacturero que ha caído brutalmente [ha anotado una caída estrepitosa que no se veía desde 2008], este se verá compensando por el retorno gradual  que hacen obreros y obreras a puntos de producción, fábricas y centros de ensamblaje automotriz y tecnológico.

A la fecha están retornando en casi 60% con lo cual se espera que se normalice esa situación que ha golpeado tanto, sobre todo los pedidos manufactureros.

¿Es un tema de resiliencia, entonces?

Sí y es que el componente fabril, que es básicamente manufactura automotriz y tecnológica, es el motor de China. Un detalle: China no solamente tiene fábricas, líneas de ensamblaje, factorías y maquiladoras en su territorio continental, también registra líneas de producción en el sudeste asiático y la India que –de momento- están libres de la cuarentena. China es una economía sumamente resiliente a lo largo de los últimos diez a veinte años, y sobre todo el último 2019 donde China tuvo que enfrentar US$300 mil millones de sobrecargas arancelarias a propósito de la guerra comercial con Estados Unidos. También es una economía extremadamente resiliente desde lo fiscal, lo monetario y -cómo no- desde la economía real que significa generación de empleo a través de un mercado laboral que genere demanda y consumo: dos dimensiones claves en cualquier economía industrializada.

También asusta que los mercados bajen tan drásticamente...

El viernes los mercados de acciones y otros se desplomaron. Esta situación no tiene que encender ningún tipo de alarma a propósito del COVID19. Los mercados bursátiles, la renta fija, el trading de  derivados no son termómetro de absolutamente nada. Son mercados –al menos los nuestros- pequeñitos, concentrados, poco profundos que ciertamente están expuestos, pero que también están diversificados; bancos, fondos, firmas gestoras tienen sus portafolios  diversificados y el hecho de que la prensa salga a compartir pánicos totalmente innecesarios probablemente obedezca a una agenda específica que no nos interesa ni nos importa porque básicamente queremos calmar temores y dudas.

¿Cuál sería el temor para Chile y Perú que dependen de sus exportaciones de cobre a este mercado?

Es muy difícil que China vaya a recortar sus despachos importados de cobre. Y esto también tiene que ver con una razón logística, de planta. Las autoridades sanitarias de China están provocando el retorno de casi el 60% de la mano de obra que es una mano de obra joven, cuya población etaria no está tan expuesta al COVID19 y no se encuentra en un estado de vulnerabilidad frente a coronavirus como sí lo están –y es penoso decirlo- grupos de adultos mayores de 65 años y con dolencias crónicas. Este retorno de esta población hacia las fábricas va a permitir volver a anotar una dinámica recurrente o normal de pedidos, donde el sector automotriz y tecnológico va a halar de un ritmo manufacturero que no necesariamente va a golpear el envío de cobre desde Chile o el Perú.

El mercado del cobre no tendría por qué verse recortado si –para los próximos meses y más allá, al segundo semestre- llegas a ver a una China que ya está retornando a sus estándares de planta y que además ha estado operando fuera de su territorio continental; con ello no tendría por qué Chile o el Perú ver mermados sus envíos de cobre.

Pero algún impacto debe acusar...

Probablemente sí, un recorte pequeñito: hay vulnerabilidad en la agroexportación chilena y peruana por ejemplo. Yo dudo mucho que ocurra en todo caso un golpe poderoso sobre la región y en concreto sobre el Perú, Chile y Colombia: tres economías similares; no obstante podría llegar a pasar, pero hace muy probable que sea por corto tiempo: en el peor de los casos este primer semestre será muy golpeado. De momento, yo veo un recorte en el primer trimestre de entre 5,1 a 5,5% de PBI real en China. Contra ello, veo un segundo semestre normalizado.

Volviendo al volumen de despachos y pedidos de cobre, detectaremos un gap chico, pero de ahí continuemos. El mercado del cobre y otros minerales básicos [y preciosos] es un mercado que para China le garantiza continuar con sus estándares productivos en automóviles y tecnología, y ello puede sustentar que el impacto no sea tan fuerte. Ya probablemente hayamos visto la cresta de la ola en febrero; y marzo, abril y mayo quizás sean meses más suaves, habría que analizar –justamente- aquel trimestre móvil para ver  realmente cual ha sido la lectura. Eso es lo que habrá que analizar.

Autores

Gwendolyn Ledger