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El drama de la endogamia de las b-schools en América Latina
Martes, Noviembre 30, 2010 - 08:03

Alfredo Behrens es profesor de Liderazgo y Gestión Intercultural en FIA, Sao Paulo.

En las últimas semanas AméricaEconomía nos ofreció entrevistas sobre la red de b-schools afiliada al Opus Dei, además de "la otra red”, Sumaq. Hubo también importantes comentarios sobre la calidad de la educación universitaria latinoamericana por parte del Profesor Jerry Haar de la b-school de Florida International University y otro más específico sobre b-schools, esta vez del decano de Tuck, Paul Danos. Además el profesor del Esade Javier Santiso sugirió estimular las donaciones a las b-schools. 

Estos son importantes esfuerzos periodísticos sobre la calidad de la enseñanza de los b-schools en América Latina, y nos estimulan a la reflexión.

Los profesores Danos y Haar enfocaron sus comentarios sobre los defectos de las universidades y las b-schools latinoamericanas. Los artículos sobre las redes de escuelas Opus Dei y Sumaq se enfocaron sobre las virtudes de sus b-schools. La verdad suele estar en el medio.

No por conocido debe dejar de repetirse, como nos recuerda el profesor Haar, que la presencia de las universidades latinoamericanas en los ránkings internacionales de calidad es lastimosa. Yo hasta diría que ni siquiera sería justo compararlas, porque a pesar de que todas se dicen universidades, pareciera que las nuestras tuvieran objetivos diferentes. 

Las identidad funcional de las universidades latinoamericanas pareciera ser más próxima a la de una madraza islámica que a la de una universidad del norte de Europa o de Estados Unidos. Aún así, tanto las madrazas históricas, cuanto las universidades latinoamericanas nos han dado excelentes frutos, y no por diferentes son peores: Los criterios de los ránkings no nos favorecen.

Prefiero concentrarme en lo que tenemos mejores oportunidades de mejorar. Sin lugar a dudas, las redes de b-schools Sumaq y Opus Dei congregan algunas de las mejores escuelas de la región y más allá, pero aún así son pocas para el tamaño de América Latina. Además, en la mayoría de ellas se investiga relativamente poco y se publica menos, y sin estas actividades es difícil generar valor, con lo que nuestras b-schools tienden a parecer estaciones repetidoras del pensamiento creado en otros lugares

Esto le da más razón a la crítica de los profesores Haar y Danos, pero no es fácil de resolver, porque es cara la contratación de más docentes con la dedicación necesaria para hacer investigación, y es más caro aún, y a veces menos eficiente, contratarlos fuera de la región.

Más fondos no es el único problema, pero podría ayudar a desatar el nudo gordiano. De ahí que el sueño del profesor Santiso se torna aún más relevante. 

Las familias ricas de América Latina podrían donar más a las escuelas de negocios. En América Latina las b-schools se financian fundamentalmente a través de las matrículas de los alumnos, mientras que los ingresos financieros a través de las donaciones de los ex alumnos de las universidades más ricas de los Estados Unidos, según Wall Street Journal, podrían alcanzar a cubrir entre 20% y 45% de sus costos.

Las donaciones ayudarían mucho, y no por raras deberíamos desistir de estimularlas. Por lo menos la Universidad de Los Andes en Bogotá es un excelente ejemplo de lo que es posible. Pero este camino no es el único modelo, el Insper de Sao Paulo resultó de una inversión de negocios y es una b-school de referencia.

Sin embargo, no todos los problemas tienen su origen en la falta de fondos. Hay algunas medidas que estarían al alcance de la mano, que las b-schools de nuestras redes estarían en condiciones de implantar, y es algo que sale mejor haciéndolo en red.

Por ejemplo, sería importante colaborar para reducir la endogamia que afecta a nuestras b-schools. Esta práctica surge porque se prefiere contratar como profesores a quien se conoce más, como puede ser a nuestros propios alumnos. En consecuencia nuestras escuelas no realizan plenamente el potencial de fertilización cruzada que podría haber siquiera entre las b-schools del mismo país. 

Puede que algunas escuelas no lo hayan percibido aún, pero el problema se tornará más evidente en todas.

Para resolver la endogamia en nuestras b-schools, éstas podrían, por ejemplo, limitar entre sus docentes la proporción de alumnos oriundos de una misma escuela, o formados por la propia. Esto forzaría el reclutamiento en otras buenas escuelas. 

Selecciones forzadas normalmente serían menos óptimas que las libres, cuando las libres son mejores, y en este caso no parecen serlo porque no son propiamente libres, porque culturalmente somos muy inclinados a que nos resulte mejor lo que se parece a nosotros

Siendo cultural el problema de la falta de diversidad en las b-schools, afectaría también a las empresas. El problema es mayor de lo que parece, pero son las b-schools las que deberían enseñar a los alumnos a través del ejemplo.

El problema es más nuestro, regional, porque son muy pocas las escuelas de la región que capacitan doctores en administración. Esta es una crítica muy relevante que nos hizo Paul Danos, pero es algo de lo que se resienten también las b-schools en Asia y Australia, por razones semejantes: es caro resolver el problema.

Sin las donaciones sugeridas por el profesor Santiso, fundar programas de doctorado podría no estar al alcance de todos. Pero limitar la concentración de docentes formados en una misma escuela sí lo está. Sería un primer paso, relativamente barato, para que las escuelas que se consideran las mejores, de hecho caminen en la dirección de su realización.

Las donaciones podrían inclusive facilitar el intercambio de profesores y alumnos y así ir adensando la eficacia de las redes exclusivas. Pero algunos obstáculos parecen demasiado grandes cuando nos dividimos. 

Quien sabe y tal vez dos redes ya sean demasiadas. En este sentido la propuesta del profesor Santiso apunta en la dirección correcta: más cooperación en lugar de competencia, porque por ahora no parece haber medios para más de un MIT en América Latina.

Autores

Alfredo Behrens