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El otro relato de un náufrago
Jueves, Abril 3, 2014 - 08:33

El náufrago salvadoreño José Salvador Alvarenga, que fue rescatado en las Islas Marshall a finales de enero, se ha convertido en un héroe tras haber librado una dura batalla en el océano Pacífico, donde permaneció a la deriva durante más de un año.

El naúfrago salvadoreño, de 37 años, José Salvador Alvarenga, llegó a su país el 11 de enero en horas de la noche, visiblemente conmocionado luego de su larga travesía en el mar y su retorno desde las Islas Marshall.

Desde su arribo fue trasladado al estatal hospital San Rafael, de Santa Tecla, cerca de la capital salvadoreña, donde fue sometido a diversos exámenes físicos y psicológicos, y una semana después dado de alta. "Su estado físico es "envidiable" porque, pese a haberse hidratado con sangre de aves, tortugas, agua de lluvia y sus propios orines, tiene una condición de salud casi excelente", según destacaron la ministra de Salud de este país centroamericano, María Isabel Rodríguez, y otros médicos salvadoreños.

Sin embargo, Alvarenga "padece de "trastorno postraumático" debido a todo lo que vivió en alta mar, por lo que no quiere saber del océano ni volver a pescar, pese a que durante su naufragio sus conocimientos de pesca fueron primordiales para ganar la batalla al mar. Tiene una conducta evitativa, quiere evitar en la medida de lo posible estar frente al mar ", dijo a Efe el psiquiatra Ángel Sermeño, Jefe de la división de Psiquiatría del hospital San Rafael.

Alvarenga es un pescador salvadoreño que emigró hace unos 15 años a México para buscar una mejor condición de vida, pero siempre dedicándose a la pesca, como lo hacía en su tierra. Allí pasó varios años ganándose su sustento diario hasta que, a fines de 2012, zarpó de un puerto del sur de México a bordo de una embarcación abierta de fibra de vidrio de siete metros, junto a otro pescador, Ezequiel Córdova, para atrapar tiburones.

El viaje de pesca emprendido por Alvarenga y su compañero se torció por culpa de una tormenta que los alejó de la costa y los dejó a la deriva en el océano Pacífico, iniciando así su larga travesía para sobrevivir.

"Los problemas comenzaron cuando se me arruinó el motor y, en medio del mal tiempo, no pude salir de las dificultades", relató el pescador a la prensa tras salir del hospital. "Pero siempre tuve fe que iba a vivir, pidiéndole a Dios todos los días, todas las noches; nunca perdí la fe que algún día iba a salir de esa situación", añadió.

"El primer día (en el mar) me dio miedo", relató Alvarenga en un mensaje manuscrito presentado por los médicos a la prensa durante su hospitalización. "Pero siempre le pedí a Dios que me salvara, y Dios me escuchó", aseguró en ese texto.

El pescador salvadoreño finalmente fue rescatado con vida en las Islas Marshall, a más de 10.000 kilómetros de la costa en el Pacífico de México, desde donde zarpó junto a su compañero mexicano que murió en la travesía cuatro meses después.

Para sobrevivir, Alvarenga comió aves y pescados crudos, se protegió del sol con una especie de nevera de su pequeña embarcación de siete metros y, para hidratarse, tomó sangre de tortugas, agua de lluvia y sus propios orines, según relató el náufrago a las diferentes autoridades que le han prestado ayuda.

El naúfrago salvadoreño, de quien en un inicio se pensó que era mexicano, nació en Garita Palmera, en el departamento de Ahuachapán (oeste del país), aunque residía desde hace varios años en Costa Azul, en el estado mexicano de Chiapas.

"En la inmensidad del océano Pacífico pasaron los días y las noches sin que Alvarenga supiera cuánto llevaba a la deriva, pero siempre estuvo con la fe puesta en que algún día llegaría a tierra y que Dios lo ayudaría", según dijo al psiquiatra Sermeño, que habló con Efe.

Alvarenga dice que sus principales motivos para luchar por su vida durante los 13 meses que estuvo en alta mar fueron "la idea que en algún momento tenía que dar con la tierra y su fe a Dios", aunque en dos ocasiones la perdió y pensó en quitarse la vida, indicó Sermeño. Señaló también que Alvarenga reconoció, durante el análisis psicológico, que los momentos más difíciles en su travesía fueron "cuando murió su compañero de pesca y cuando los barcos pasaban y no le brindaban ayuda. Dice que en esos momentos fue cuando más lloró y sintió mucha tristeza, desesperanza y soledad", añadió Sermeño.

Alvarenga contó a la prensa que, antes de morir, el mexicano "le pidió perdón a Dios" y dejó dicho a sus familiares que "no se preocupen por él". El anhelo de Alvarenga de llegar a tierra se hizo realidad el 30 de enero de 2014, cuando la corriente llevó su barco hasta un arrecife en Ebon, un remoto atolón de la Islas Marshall, donde, a duras penas, pudo contar su historia a los isleños, pues nadie hablaba español en ese lugar.

Desde ese momento su historia dio la vuelta al mundo a través de los distintos medios de comunicación y fue cuando sus familiares, que lo daban por muerto desde hace unos ocho años, se dieron cuenta de que él estaba vivo.

"Nosotros pensábamos que no existía (estaba muerto)", pero cuando lo vieron por televisión "sentimos una gran alegría", dijo a Efe su prima María Elena Alvarenga.

De acuerdo a la ministra Rodríguez, el superviviente salvadoreño no sabía cuánto tiempo vivió en el mar hasta que fue rescatado, pues no tenía cómo contar los días. El pescador salió de las Islas Marshall el 10 de enero, luego de haber recibido la atención médica necesaria, hacia Honolulu, en las islas estadounidenses de Hawai; a continuación partió hacia Los Ángeles y, finalmente, hacia El Salvador, donde fue recibido por decenas de periodistas nacionales e internacionales que han seguido su historia.

Tras una breve aparición en el aeropuerto internacional fue trasladado al hospital San Rafael. "Es sorprendente su condición de salud, independientemente del tiempo que haya estado en el mar", dijo Efe Manuel Bello, miembro del equipo médico que atendió a Alvarenga.

Con su hazaña, Alvarenga se ha convertido en otro ejemplo latinoamericano de supervivencia, como lo fueron 33 mineros chilenos que estuvieron 70 días bajo tierra en 2010, y los 16 uruguayos que en 1972 soportaron durante 72 días el frío, el hambre y la desesperanza en medio de los Andes tras un accidente aéreo.

En el caso del pescador salvadoreño aún no se habla de escribir algún libro sobre su vivencia o hacerla una película, pero muchos periodistas persiguen la exclusividad de su historia ya que, hasta el momento, lo muy poco que se sabe es a través de los relatos que él ha ofrecido a las autoridades. Precisamente el periódico digital salvadoreño El Blog, denunció que una periodista de ascendencia cubano-estadounidense se hizo pasar por familiar de Alvarenga para obtener la exclusividad, sin precisar el nombre del medio para el cual trabajaba y que, presuntamente, proporcionó hasta guardaespaldas y una camioneta a la familia del superviviente.

Aunque por su parte las autoridades mexicanas han confirmado la veracidad de la odisea del náufrago salvadoreño, pues han ratificado que zarpó a finales de 2012, algunos aún dudan de la veracidad de la historia, a lo que el pescador comentó ante la prensa, señalando hacia el cielo: "Dios sabe que es cierto que viví esa travesía". "Sabemos que la compañía pesquera para la que trabajaba José Alvarenga presentó un parte de su desaparición frente a las autoridades mexicanas en noviembre de 2012, lo cual corrobora la historia del náufrago", dijo a Efe el embajador de México en Filipinas, Julio Camarena.

"Es una historia que para algunos puede ser increíble, pero los pescadores como él, desde pequeños, tienen experiencia con el mar y un cierto grado de adaptación; el caso sería distinto si esto le hubiera pasado a alguien que viviera en la ciudad o el campo", concluyó el psiquiatra Sermeño.

Autores

Magdalena Flores