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El programa de Fuqua que aborda las problemáticas que enfrentan hombres y mujeres en el trabajo
Martes, Septiembre 10, 2019 - 14:46

A cargo de la académica Ashleigh Rosette, la clase Mujeres en Liderazgo comenzó a dictarse el 2018.

“Algunas de las mujeres a las que estaba asesorando podían articular muy claramente los desafíos en el trabajo, que eran diferentes de lo que enfrentaban sus compañeros, sin embargo, no tenían los marcos académicos, la terminología o la investigación para poder explicar completamente sus experiencias”. 

Así explica Ashleigh Rosette, especialista en management y organización en la Escuela de Negocios de Fuqua de la Universidad de Duke, cómo se gestó la idea de dictar el curso Mujeres en Liderazgo en el MBA de la b-school. 

De esta forma, la académica decidió brindarles a hombres y a mujeres del MBA un programa que les permitiera entender las complejidades que enfrentan los diferentes géneros en el lugar de trabajo, pero también orientar en cómo eliminar sesgos de género, edad y raza.

“Pensé que esto era particularmente importante durante la era de #MeToo, cuando internacionalmente ha habido un mayor enfoque y conciencia sobre lo que las mujeres están experimentando. También es importante tener en cuenta que, si bien esta clase se titula "Mujeres en liderazgo", el curso también es para hombres”, dice y agrega que “creemos que es fundamental que hombres y mujeres tengan una comprensión profunda de estos temas”. 

(Foto Unsplash.com)

De acuerdo con un estudio de IBM titulado “Women, leadership, and the priority paradox”, pese a que existe evidencia de que las empresas con más mujeres en cargos ejecutivos tienen un mejor desempeño, entre las 2.300 organizaciones que se encuestaron en promedio solo el 18 % de los puestos de liderazgo más importantes, incluidos el C-suite, son ocupados por mujeres. 

En el blog de estudiantes de MBA de Fuqua, Vicki Chan explica que partió el curso consciente de que las mujeres estaban subrepresentadas en puestos de liderazgo y que existían prejuicios sistemáticos contra las mujeres. “Después de la clase de Ashleigh, vi claramente que las normas sociales que habíamos discutido operaban en silencio en mí y en mis compañeros de trabajo. La clase me ha demostrado que hay una comunidad de pares dispuestos y comprometidos que pueden ayudarme a ver ciertas situaciones más claramente. También aprendí no solo cómo ayudarme a mí misma, sino también cómo ayudar a mis colegas. Por ejemplo, puedo usar y diseñar evaluaciones y pautas de revisión por pares para descartar sesgos por género, edad y raza”. 

Chan agrega que este curso le dio las herramientas, el lenguaje y una red para tener más sentido de sí misma en el mundo profesional y empoderar a los que la rodean.

Barreras que vencer

En el estudio de IBM se distinguen tres posibles razones de la escasa participación femenina. Entre estas se cuentan:

  • Muchas organizaciones aún no se convencen de los beneficios de la igualdad de género en el liderazgo. 
  • Los hombres tienden a subestimar la magnitud de los prejuicios de género en sus lugares de trabajo.
  • No tienen como prioridad preocuparse por incluir a más mujeres en roles de liderazgo. 

Para Rosette, si bien las mujeres no son un grupo monolítico ni viven las mismas experiencias y enfrentan un entorno laboral similar, “algunas de las preocupaciones más comunes son navegar por las organizaciones dominadas por los hombres, la igualdad de trato en el lugar de trabajo, cómo se perciben sus comportamientos en comparación con los hombres, el equilibrio entre el trabajo y la vida y cómo lidiar con el acoso, solo por nombrar unos pocos”. 

(Foto Unsplash.com)

El factor masculino

Desde el principio, el curso de Rosette incluyó a los hombres, porque ellos deben ser parte de la solución. Tanto la académica como en el estudio de IBM afirman que los hombres deben tomar consciencia de esta brecha y al mismo tiempo del aporte de la mujer en roles de liderazgo. En el reporte explican que no solo se requiere que haya consciencia de parte de ellos, sino que también reflexionen sobre si sus comportamientos personales están contribuyendo a mantener el status quo.

En el caso de la académica, la idea de democratizar esta clase surgió porque de lo contrario se trataría de una conversación que se llevaría a cabo entre mujeres con ideas similares y para abrir la conversación al género masculino, con un programa que tratara problemáticas como prejuicios, acoso sexual y discriminación, además de abordar los mecanismos para gestionar relaciones, establecer expectativas y encontrar un sentido de equilibrio.   

Rosette añade que el involucrar a los hombres tiene relación con que “es importante que también entiendan los diferentes desafíos que enfrentan las mujeres en el lugar de trabajo. He escuchado de hombres que tomaron la clase que prometieron no solo apoyar más a sus compañeras en la oficina, sino también a sus esposas en casa. A veces eso puede significar asumir más tareas domésticas o cuidado de niños”.

El rol corporativo

En esta búsqueda de equidad, algunas empresas hacen un mayor esfuerzo por impulsar la carrera profesional de sus mujeres. Según el reporte de IBM, solo el 12% de las organizaciones encuestadas se dedican a promover la igualdad de género.

Tienen en común:

  • Se toman en serio la inclusión de género, permitiendo que las mujeres avancen, y lo asumen como prioridad comercial.
  • Reconocen y aceptan la responsabilidad de tomar las riendas de estos temas. 
  • Están convencidas de que con la equidad de género podrán ser más exitosas. 

A la hora de analizar qué deberían hacer las empresas para asegurar que exista equidad de género, la académica de Fuqua dice que sería conveniente "comenzar con conversaciones abiertas sobre los desafíos relacionados con el género que enfrentan hombres y mujeres en el lugar de trabajo”. En estos casos, además, debe existir un diálogo abierto para que el cambio se aborde de manera significativa. 

Luego de este diálogo, la también especialista en management aconseja que los miembros de la organización sean honestos sobre cómo los prejuicios a nivel individual y sistémico han obstaculizado la inequidad de género y se comprometan a comprenderlos.  Lo más importante, agrega, “es buscar activamente cambiar los efectos negativos. Estoy encantada de ver las conversaciones francas y sinceras que ocurren en esta clase”.

FOTO: UNSPLASH.COM

Autores

Daniela Arce