Esto implica amplios costos para los pacientes, además de una exposición peligrosa a radiación que podría ser evitada.
Un número cada vez mayor de pacientes del servicio de urgencias está recibiendo tomografía computarizada (TC) en Estados Unidos, incluso aquellos pacientes que tienen muy bajas probabilidades de obtener un beneficio del procedimiento y tienen más probabilidades de experimentar daños por la exploración.
De acuerdo a Frank S. Drescher, MD, y Brenda E. Sirovich, MD, de la Escuela Geisel de Medicina de Dartmouth en Hanover, New Hampshire, más allá del riesgo que representa la radiación ionizante, la TC de alta resolución puede tener consecuencias posteriores no deseadas relacionadas con hallazgos incidentales y sobrediagnóstico. Esto puede producir una serie de costosos y potencialmente dañinos diagnósticos e intervenciones.
La investigación, publicada en línea el 28 de diciembre en JAMA Internal Medicine, analiza datos recogidos entre 2001-2010 en la Encuesta Hospital Nacional de Atención Médica Ambulatoria.
Según la publicación, durante los últimos 10 años, ha habido un aumento de cuatro veces en el uso de la tomografía computarizada para evaluar los síntomas respiratorios en el servicio de urgencias (del 2,2% en 2001 a 2.002 al 9,4% en 2009 - 2010). Y aunque la tasa de TC aumenta, las tasas de prescripción de antibióticos y las hospitalizaciones no suben, y un porcentaje creciente de los pacientes fueron dados de alta sin un diagnóstico durante el período de estudio de 10 años.
Según una publicación de Rebecca Smith-Bindman, MD, y Andrew B. Bindman, MD, de la Universidad de California en San Francisco, una de las razones detrás del aumento del uso de la tomografía computarizada puede ser simplemente que los médicos confían cada vez más en las imágenes para el manejo clínico. Pero esto no considera el alto costo que implica para el paciente y la exposición de radiación a la que se ve expuesto.
En este escenario, el 2012 la Fundación Junta Americana de Medicina Interna creó la campaña “Elegir Sabiamente” para identificar pruebas, tratamientos y procedimientos que, aunque útiles en algunas situaciones, a menudo se utilizan inadecuadamente.
El análisis del Dr. Drescher y el Dr. Sirovich apunta a que el problema con la imagen no es sólo un problema de una frecuencia cada vez mayor de pruebas innecesarias, sino también un problema en la variabilidad de la seguridad de las pruebas realizadas. Un paciente en los Estados Unidos que toma una prueba de imágenes de perfusión miocárdica recibe una dosis de radiación que promedia 20% más alta que la dosis media de la misma prueba realizada en otros 64 países. Variación similar en la exposición a la radiación ha sido reportada en la TC.