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En México, los hijos de "El Chapo" agregan un nuevo y descarado capítulo a la familia criminal
Miércoles, Octubre 23, 2019 - 14:15

La demostración de fuerza para liberar a Ovidio Guzmán desvaneció las esperanzas de que el Cártel de Sinaloa hubiera quedado gravemente herido tras la condena a cadena perpetua este año del patriarca Guzmán en Estados Unidos.

Culiacán, México.- La foto policial de Ovidio Guzmán que circuló cuando fue brevemente detenido exudaba desafío. Con la barbilla levantada y los ojos fijos en la cámara, el joven recordaba mucho a su padre, el narcotraficante encarcelado Joaquín “El Chapo” Guzmán.

Motivos para presumir no le faltaban. En respuesta a su captura en un exclusivo barrio, cientos de hombres armados hasta los dientes del Cártel de Sinaloa ingresaron a Culiacán y sitiaron brevemente a la moderna ciudad de un millón de habitantes, cerca de la costa del Pacífico.

En cuestión de horas el joven fue liberado por las autoridades. Fue algo nunca antes visto en México: una operación de estilo militar que superó en número a las fuerzas de seguridad, dejando atrás una humeante y conmocionada ciudad.

La demostración de fuerza desvaneció las esperanzas de que el cártel hubiera quedado gravemente herido tras la condena a cadena perpetua este año del patriarca Guzmán en Estados Unidos.

No solo la nueva generación de Guzmanes, conocidos popularmente como Los Chapitos, mantenía viva la casi mítica reputación de su familia, sino que lo hacía con un descaro parecido al de una guerra declarada.

“Estamos ante una nueva generación de crimen organizado que no respeta a la ciudadanía”, dijo a Reuters Cristóbal Castañeda, jefe de seguridad del estado Sinaloa, después de los ataques.

Cuatro hijos sobrevivientes de “El Chapo” ya eran clientes habituales en los clubes nocturnos y restaurantes de Culiacán, a pesar de las acusaciones de Estados Unidos contra ellos, antes del dramático acto de insurrección armada del jueves pasado.

Un monumento religioso de concreto en el estacionamiento de un supermercado en Culiacán marca el lugar donde un quinto hijo fue asesinado a tiros en 2008.

Ninguno de los cuatro es mayor de treinta y tantos años. Ya han sobrevivido secuestros, intentos de arresto y luchas internas del cártel para establecerse como los traficantes más destacados de la ciudad, con el apoyo de los más viejos del clan.

Los ataques del jueves mostraron que son capaces de enfrentarse al ejército mexicano, la policía estatal y la Guardia Nacional. Con una mezcla de fuego, velocidad, disciplina y la amenaza subyacente de muertes civiles masivas, ganaron.

Castañeda señaló cómo durante varias horas hombres armados irrumpieron en negocios y dispararon a la policía en zonas abarrotadas, a una escala sin precedentes en la larga guerra contra las drogas en el país.

Sorprendentemente, el gobierno dice que solo 13 personas fueron asesinadas, incluido un soldado y pistoleros del cartel.

Finalmente, un humillado gobierno mexicano se vio obligado a ordenar la liberación de Ovidio, evitando una confrontación más sangrienta que, según dijeron los funcionarios más tarde, podría haber cobrado cientos de vidas.

Para muchos, la celebridad ganada por Ovidio lo elevó, junto a sus hermanos, a la categoría de pesos pesados ​​del Cártel de Sinaloa, con sus hazañas solo unos escaños por debajo de su padre en el panteón de bandidos que burlaron al gobierno.

El domingo se lanzó un narcocorrido, un estilo de canción sobre el tráfico de drogas al ritmo de la tuba y el acordeón, que elogia a Ovidio llamándole “fiera” y proclama que “el gobierno se equivocó/no sabía con quiénes se topaban”.

Sin embargo, a pesar de las excentricidades de alto perfil, no está claro cuánta influencia exactamente tienen los Guzmanes sobre el cártel que su padre ayudó a fundar hace décadas.

Los Chapitos controlan la venta de drogas en Culiacán, la capital de Sinaloa, incluido un creciente comercio de metanfetamina, según un funcionario que habló bajo condición de anonimato.

A principios de este año, se encontró un laboratorio de fentanilo en la ciudad, lo que sugiere que los Guzmanes también tienen sus ojos puestos en el lucrativo negocio de los opiáceos estadounidenses.

Pero aún se cree que los mayores intereses del cártel son manejados por el exsocio de “El Chapo”, Ismael “El Mayo” Zambada, un discreto capo de unos 70 años que nunca ha sido arrestado.

Las empresas que maneja Zambada mueven miles de millones de dólares, dicen las autoridades estadounidenses, y están diversificadas en muchos sectores en docenas de países, incluso en mercados especializados como el contrabando de vida silvestre y madera.

Edgardo Buscaglia, un experto en delincuencia organizada de la Universidad de Columbia, está de acuerdo con que Zambada probablemente todavía controla el cártel. Describió a la nueva generación como más temeraria, pero ciertamente no tan poderosa.

En los últimos años, la relación entre la familia Guzmán y Zambada ha sido tensa, con su hijo testificando contra “El Chapo” en su juicio en Estados Unidos. A su vez, la defensa argumentó que Zambada era el verdadero jefe del cártel, no “El Chapo”.

Sin embargo, Zambada, de quien se dice que es padrino de Ovidio, aparentemente apoyó el asalto para liberarlo. Una declaración emitida el martes bajo las siglas C.D.S del cártel buscaba ser una muestra de unidad entre las facciones, dijo Buscaglia.

En una grabación distorsionada que circula en línea, supuestamente el jueves por las comunicaciones de radio internas del Cártel de Sinaloa, un supuesto pistolero celebra que Zambada estaba apoyando la batalla para liberar a Ovidio.

Los hechos del jueves mostraron que Ovidio tuvo suficiente lealtad en la organización para que los combatientes arriesgaran sus vidas a fin de salvarlo, dijo Buscaglia. Y a pesar de la lucha frontal del cártel con el Estado para liberarlo, dijo que Los Chapitos eran lo suficientemente inteligentes como para evitar una confrontación sostenida con las fuerzas de seguridad.

“Saben que a largo plazo perderían”, dijo.

Príncipes narcos. Hasta la semana pasada, Iván Archivaldo, cuya edad se estima en 35 años, y Jesús Alfredo eran los hijos más conocidos de “El Chapo”. Los lugareños dicen que ambos se dejaban ver en modernos clubes nocturnos y restaurantes de Culiacán en el exclusivo barrio de Tres Ríos, donde Ovidio fue detenido brevemente por una fuerza de unos 35 soldados.

Lejos de esconderse en casas de seguridad, se sabe que ellos y sus amigos disfrutan atravesando las colinas cercanas de Culiacán en vehículos todo terreno repotenciados, dijeron dos personas. Hay dos concesionarios automotrices que venden modelos de alta gama en la ciudad.

“Sí, mucha gente los ubica y los ve por acá”, dijo una joven empleada de una tienda de ropa, que pidió que no se usara su nombre por temor a represalias.

En 2017, se creía que Iván Archivaldo y Jesús Alfredo estaban detrás de un ataque contra el entonces rival Dámaso López, un líder de alto nivel del Cártel de Sinaloa que se rumoreaba que era el sucesor de “El Chapo”, en la polvorienta ciudad de Villa Juárez, a las afueras de Culiacán.

“Más de dos horas la balacera aquí. Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta. Unos locos”, dijo un testigo local, imitando el sonido de los disparos y señalando donde los agujeros de bala permanecen visibles. Murieron dos personas, incluida una mujer embarazada.

Hace más de una década, Iván Archivaldo fue arrestado y encarcelado, pero fue puesto en libertad en 2008 debido a lo que un juez calificó como falta de pruebas. Ese mismo año, el hijo mayor de “El Chapo”, Edgar Guzmán, fue abatido a tiros en el estacionamiento de un supermercado en Culiacán, el lugar ahora marcado por una cruz de piedra.

Siguiendo los pasos de “El Chapo”, que protagonizó dos escapadas de la prisión espectaculares y eludió la captura varias veces, Iván Archivaldo esquivó un arresto inminente en 2014 vistiéndose como camarero y huyendo por la cocina de un restaurante de mariscos de alta gama en Culiacán, dijeron fuentes del gobierno al periódico mexicano Milenio.

“Siempre será así”, dijo Iván Archivaldo en una entrevista publicada el año pasado en la revista belga Knack, cuando se le preguntó si había una guerra entre el cártel y el Estado.

“El trabajo del gobierno es luchar contra nosotros, por mandato, tienen que luchar contra los cárteles de la droga”, dijo, y agregó: “Hay muchas personas que nos protegen a mí y a mi familia”. 

Autores

Reuters