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Europa, libre de malaria, pero aún falta mucho
Viernes, Abril 29, 2016 - 06:00

Este continente pasó de 90.712 casos en 1995 a cero el año pasado; en América Latina, sólo Argentina y Costa Rica han estado exentos de presentarlos en el último año.

El Economista/Nelly Toche. A pesar de que a nivel mundial 438.000 personas perdieron la vida por paludismo o malaria en el 2015, la semana pasada Europa se convirtió en el primer continente libre de malaria, según informó la Organización Mundial de la Salud (OMS), al pasar de 90.712 casos en 1995 a cero el año pasado.

Este mensaje se dio en vísperas del Día Mundial de la Malaria 2016, celebrado el lunes, y es un esfuerzo aplaudible; sin embargo, el objetivo de la campaña de este año, “Fin de la malaria para siempre”, aún se encuentra en proceso, pero “es posible alcanzar este ambicioso objetivo”, según la OMS.

No es casualidad que Europa sea el primer continente libre de malaria, pues los países europeos financian en gran medida estos proyectos, además la OMS atribuye este hecho a la estrategia europea que ha permitido un mayor control de los mosquitos, una mayor colaboración entre países, una mejor gestión de los recursos, así como un cambio de enfoque en el que en lugar de controlar la enfermedad se comprometieron a centrar los esfuerzos en su eliminación.

Aun así, la OMS advierte que es un logro “extraordinario, pero fácil”, es decir, en los 70 se consiguió erradicar la malaria de todo el territorio europeo y volvió para quedarse durante más de 30 años.

La directora regional de la OMS para Europa, Zsuzsanna Jakab, aseguró que “ésta representa la oportunidad de mantener al continente libre de (la) enfermedad para siempre. Pero hasta que la malaria sea erradicada en el mundo, las personas que viajan hacia y desde los países donde es endémica pueden importarla a Europa”.

Por su parte, el doctor Nedret Emiroglu, director de enfermedades transmisibles y seguridad de la salud de la OMS para Europa, puntualizó: “La experiencia demuestra que la malaria puede propagarse rápidamente y, si los países de Europa no mantienen la vigilancia, un solo caso importado puede hacerlo resurgir”.

En febrero, el profesor François Nosten destacaba varias regiones donde podría desencadenarse una nueva emergencia humanitaria.

Explicaba que en zonas fronterizas de Camboya, Laos, Vietnam, Tailandia y Birmania, se corría el riesgo de más casos de malaria pues la artemisinina (medicamento para luchar contra la enfermedad) estaba dejando de ser efectiva “y no hay nuevas medicinas que la remplacen”.

Dijo que las fronteras son invisibles para un parásito que se transmite entre los seres humanos a través de las picaduras de mosquito: “Los mosquitos se adaptan constantemente, mientras que los microorganismos tienen información genética que les ayuda a adaptarse con rapidez a los medicamentos. Cuando se encuentran en la sangre crecen, se reproducen y son succionados por otros mosquitos que los inyectan en otra persona generando una nueva cadena de infecciones”.

El resto del mundo

Además de Europa, ocho países de otras regiones (Argentina, Costa Rica, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Marruecos, Omán, Paraguay y Sri Lanka) informaron que en el 2014 tampoco registraron ningún caso en su territorio.

Aun así, casi la mitad de la población mundial (3.200 millones de personas) sigue estando expuesta al riesgo de contraer el paludismo y, durante el último año, se notificaron 214 millones de nuevos casos en 95 países.

Entre el 2000 y el 2015 la incidencia de la enfermedad (casos nuevos entre las poblaciones en riesgo) se redujo 37% a escala mundial, mientras que la tasa de mortalidad entre las poblaciones en riesgo disminuyó 60% en todos los grupos de edad y 65% en los niños menores de cinco años.

El África subsahariana soporta una parte desproporcionada de la carga mundial de paludismo. En el 2015, 88% de los casos y 90% de los fallecimientos por la enfermedad se produjeron en esta región.

En la Estrategia Técnica Mundial contra la Malaria 2016-2030, aprobada por la Asamblea Mundial de la Salud en el 2015, se insta a eliminar la transmisión autóctona del paludismo de aquí al 2020 en, al menos, 10 países. Hay 21 países capaces de lograrlo, entre ellos, seis de África.

Situación mexicana

Según el reporte actualizado hasta enero del 2015 de la doctora Teresa Uribarren Berrueta, del departamento de Microbiología y Parasitología, de la Facultad de Medicina de la UNAM, México reportó logros mediante un programa de tratamiento focalizado, que consiste en una medicación más eficaz y rociamiento de acción residual racional en determinadas zonas, lo que ha logrado interrumpir la transmisión en gran parte del país.

El reporte explica que cuatro focos de transmisión persistentes se ubican en Chiapas (frontera con Guatemala) y en el sur de Oaxaca, en el noroeste del país, en el límite fronterizo de Durango y Nayarit, y otro mayor, en los estados de Chihuahua, Sinaloa, Sonora y Durango.

Se lee que los vectores prevalentes en nuestro país son Anopheles pseudopunctipennis, An. albimanus, An. darlingi, An. punctimacula, y que los casos que se reportan en el país se deben, casi exclusivamente, a P. vivax. El hallazgo de casos falciparum es raro.

En el reporte 2015 de la OMS Belice, República Dominicana, Ecuador, El Salvador y México se encuentran en etapa de preeliminación, mientras que Argentina, Costa Rica y Paraguay están en fase de eliminación.

Cuatro países en fase de preeliminación reportan 1.100 casos en total, pero con cero muertes: Belice con 19, Ecuador con 368, El Salvador con seis y México con 664 casos, 656 de ellos, autóctonos.

La OMS asegura que para vencer al paludismo necesitaremos encontrar herramientas que aún no están disponibles y perfeccionar las nuevas tecnologías.

En enero del 2016, la entidad recomendó llevar a cabo amplios estudios experimentales con esta vacuna en varios países africanos, que podrían allanar el camino para su utilización más generalizada en los próximos años.