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Exclusivo: Ránking Educación Ejecutiva. Escuelas más globales
Miércoles, Noviembre 16, 2011 - 09:43

La educación ejecutiva en América Latina se pone los pantalones largos al ritmo en que se internacionaliza y complejiza, en el camino de acompañar empresas cada vez más multilatinas y globales. A su vez, dejan en la ruta un inmenso mercado local que ofrece muchas oportunidades para actores más pequeños y que nadie está observando.

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El panorama corporativo en América Latina cambió. En breves años, las que antaño eran empresas familiares que pocos o nulos esfuerzos hacían por salir de sus fronteras nacionales, hoy son grandes multilatinas con intereses incluso fuera de la región.

Según el informe 2011 de Boston Consulting Group “Companies on the move”, dos empresas latinoamericanas se integran de manera consistente como auténticas transnacionales: Vale en Brasil y Cemex en México, mientras que otras 23 empresas de origen latinoamericano son consideradas nuevos competidores globales. Y esto ocurre en un contexto en el que, por ejemplo, China arroja 33 compañías a esa categoría, sólo 10 más que América Latina.

Frente a este inédito escenario, que conlleva adaptar y administrar las organizaciones de un modo significativamente más complejo y global, las escuelas de negocios que operan en América Latina han debido hacer lo mismo. Esto ha implicado especializar su oferta, atendiendo preferentemente grandes compañías y programas de alta dirección, dejando en un relativo segundo plano a la pyme y cursos para niveles operativos de las empresas.

“Son tendencias que responden muy directamente al fenómeno de internacionalización que viven aquellas empresas que representan desafíos más altos”, dice Paulo Rosende, líder de desarrollo de Fundación Dom Cabral de Belo Horizonte, la que repite este año el top 1 del ránking de Educación Ejecutiva. Así lo dicen los números.

Las primeras cinco escuelas del ránking –grupo compuesto también por la Universidad Adolfo Ibáñez (2º), IAE (3º), Universidad de San Andrés (4º) e IE Business School  (5º)– tienen en promedio un 76,7% de grandes empresas en su cartera de clientes, mientras que en las escuelas del 15º al 20º, ese porcentaje baja a 41,7%.

Algo similar pasa con los programas de alta dirección, representando para el tramo alto el 25,6% de los programas, mientras que en el más bajo la cifra llega a 7,7%. Según Gabriel Aramouni, director de Educación Empresaria en la Universidad de San Andrés (Buenos Aires), estos grados de especialización responden a que los esfuerzos de venta de las escuelas de negocios se concentran en aquellas compañías y programas menos sensibles al precio, los que son también altamente demandantes de calidad y resultados.

“Por una parte, las empresas más grandes están en procesos de internacionalización que requieren mayores inversiones en educación ejecutiva, y además tienen economías de escala que les permiten realizar esas inversiones”, dice Aramouni.

Esto impacta igualmente en los tipos de programas que hay que desarrollar, pues “la alta dirección necesita nuevos líderes que comprendan los nuevos escenarios, que además son cambiantes y complejos”.

Por su parte, Ariel Yukelson, director de Educación Ejecutiva de la Universidad Torcuato Di Tella (11º), afirma que los programas de alta dirección son más demandados porque en este ambiente de incertidumbre “lo que justamente se necesita es gestionar el cambio. Y que los ejecutivos digan ‘esto no va más’, porque las industrias están cambiando muy velozmente”, dice.

Según Aramouni, de la Universidad de San Andrés,la mirada de las escuelas de negocios latinoamericanas con mayor trayectoria y prestigio va más allá de las propias multilatinas.Están recibiendo incluso la demanda de empresas globales de otras latitudes del planeta.

Frente a los escenarios complejos del antaño primer mundo, éstas tienen un redoblado interés en América Latina, dados los costos relativamente menores, curiosidad por saber cómo la región sorteó con relativa calma la crisis, y atracción por una forma flexible para enfrentar los negocios. “Es una tendencia creciente incluso que grandes empresas europeas desarrollen programas completos para sus ejecutivos en América Latina con escuelas latinoamericanas, cuando antes todo lo hacían en Europa”, dice.

El juego es esférico

Para Rosende, de la Fundación Dom Cabral, la eclosión de un tipo de empresa latinoamericana plenamente contemporánea y medida en estándares globales, ha llevado a que las escuelas de negocios se planteen procesos propios de internacionalización. “Las empresas brasileñas que se internacionalizan buscan en Fundación Dom Cabral un apoyo, y a su vez, las empresas extranjeras que quieren entrar a Brasil también encuentran en nosotros una buena alternativa, y eso nos obliga a pensar geográficamente distinto”, dice.

De ahí que esta escuela brasileña haya impulsado una red de escuelas latinoamericanas dispuestas, justamente, a facilitar los movimientos de las multilatinas dentro de la región: Enlaces, una iniciativa que confirma la clara estrategia de las escuelas de negocios por formar redes regionales de educación ejecutiva, como Sumaq o UNICON.

Interés Global

Las escuelas europeas y estadounidenses han comenzado a tomar nota de todos estos elementos. Con una economía y una demografía bastante más dinámicas que las de los países desarrollados, estas escuelas comienzan a valorar más sus activos en América Latina y a hacer más esfuerzos por mostrar sus cartas. 

Es el caso de ESADE. Según Jaume Hugas, director ejecutivo de Executive Education de esta escuela de negocios catalana, con sedes en Buenos Aires y São Paulo, calificada en la posición 12ª exclusivamente por su labor en América Latina, el interés por lo del otro lado del Atlántico es evidente. “Históricamente nosotros llegamos para acompañar a las empresas españolas que se instalaron en América Latina, como Telefónica o Endesa, pero ahora el asunto claramente es ir más allá y acompañar empresas latinoamericanas en sus procesos de internacionalización, en lo que tenemos experiencia, por lo que hoy son prioritarios los desarrollos en países como Brasil, Colombia o Perú”, dice.

Los latinoamericanos, entonces, a prepararse, pues con las escuelas globales se pasará muy probablemente de un escenario de colaboración a uno de “co-ompencia”, es decir, colaborar por una parte y por otra entrar directamente al ring.

“En ESADE hemos desarrollado la estrategia inversa, lo que nos permite salir del estudio de casos, para trabajar directamente con información real de cada empresa”, dice Hugas. “Esto, sumado a una oferta adaptada a escenarios de crisis, donde hay un importante cobro variable conforme a resultados, y donde hemos encontrado cabida a lo que tengan que aportar consultoras como Boston Consulting Group o Mercer, nos permite dar una oferta sumamente aplicativa que nos permite competir”.

Por su parte, Aramouni estima que escuelas como la de la Universidad de San Andrés “tienen un conocimiento más acabado de América Latina, y por tanto, también un valor agregado difícil de suplir”.

Un mercado ancho y ajeno

En el lado oscuro de la luna, estos fenómenos planteados implican, en la práctica, que las pyme están siendo crecientemente desatendidas por las mejores escuelas de negocios de la región.

La Fundación Dom Cabral tiene el programa PAEX, que espera atender 1.000 pymes en 2015 (hoy atiende alrededor de 600), y la Universidad de San Andrés mantiene activos todos sus programas para pymes, “pues en estas empresas hay grandes potenciales de innovación y crecimiento”, dice Aramouni. Sin embargo, este tipo de escuelas suele ser más reactivo frente a las empresas de menor tamaño, tomando lo que se presenta y no yendo a buscar. 

En el caso de los programas para operaciones, el quid del asunto está en que la competencia es el precio, pues las necesidades de formación son mucho más estandarizadas, lo que produce que las empresas muchas veces no tomen las mejores (y más caras) escuelas de negocios, sino alternativas más económicas.

Se está creando un inmenso mercado en los niveles intermedios e inferiores de la educación ejecutiva, en especial en ciudades menores, donde muchos actores tienen grandes oportunidades de crecimiento”, dice Aramouni.

Sin embargo, el docente también cree que es difícil que –como es la norma en muchas industrias– los jugadores dominantes crezcan hacia ese segmento y consoliden la concentración del mercado. “Es una tentación que hay que evitar, pues las escalas no son las mismas, y hay problemas con la segregación de la marca, pues no es adecuado ir con el mismo nombre a atender en la práctica dos mercados”, dice.

No es un tema menor. Toda la atención se ha centrado en el proceso de globalización y en las grandes empresas, con su correlato, la gran escuela de negocios en que se forma la elite que las dirige. Pero un crítico de ésta como Pankaj Ghemawat, profesor de Harvard Business School (el más joven de su historia) y del IESE (7º), se pregunta por lo que ocurre con las 15.000 escuelas de negocios. “Los ránkings se enfocan en las primeras cien o mil, cuanto más un 7%, y a mí me preocupa lo que sucede con el otro 93%”, advierte.

Con colaboración de Daniela Arce y Dalomy Switt, desde Santiago, Chile.

Autores

Andrés Almeida, AméricaEconomía Intelligence