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Gonzalo Justiniano: “No es negocio el cine, dedíquense a otra huevada”
Miércoles, Septiembre 20, 2017 - 09:55

"Cabros de mierda", la última cinta del realizador chileno, aborda vivencias en uno de los bastiones de la resistencia a la dictadura de Pinochet.

El premiado director de cine acaba de estrenar “Cabros de Mierda” en las salas chilenas, una película basada en su estadía durante 1983 en la población “La Victoria”, uno de los lugares emblemáticos de la resistencia capitalina contra la dictadura pinochetista. Con mirada sagaz y sin deberle favores a nadie, Justiniano conversó con AmericaEconomía.

-¿Usted es un director de cine resentido?
-Absolutamente. Hay gente en este país con un pavor terrible a la memoria, que tiene mucho problema con ella; es una especia de trauma, de que las cosas que ocurrieron en el pasado no son convenientes de recordar. No tengo miedo de mirar hacia atrás y también para adelante.

-¿Los periodistas ayudaron a esa desmemoria?
-Claro, algunos periodistas hoy me preguntan ¿por qué sigue haciendo este tipos de películas?… Y durante la época de la dictadura, cuando había desaparecidos, también tenían mala memoria, porque tampoco se podía hablar del tema.

-Aún se discute en Chile si lo que aconteció en Chile fue una dictadura o gobierno militar…
-Fue más que dictadura, fue genocidio militar. Fue el abuso del Estado en contra de cualquier persona que pensará distinto.

-Pablo Larraín, nuevo referente del cine chileno, ha tomado íconos de la izquierda para sus películas, como Neruda, por ejemplo. ¿Qué te parece esa nueva visión?
-Esa película habla más de Pablo Larraín que de Neruda...

-O la tesis de Larraín (Pablo) en su película "No", que gracias a la publicidad cayó la dictadura...
-Puede ser una parte. Es una ficción, que un publicista hace la canción del "No" y por eso se va Pinochet… ¡es una ficción total!

-En tu nueva película la protagonista es una mujer. ¿Es una  reivindicación de género, del rol que jugaron durante dictadura?
-Las mujeres lo pasaron muy mal. Yo percibí que los hombres o estaban escondidos (luchando contra el régimen) o tomándose el alcohol con el poco dinero que tenían. Ellas fueron el pilar de la organización familiar y desde ahí  hacían la política.

-En tu nueva película, Vladimir, el niño protagonista, es una especie de conciencia nacional en el desarrollo de la historia.
-Claro, yo lo pensaba a él como metáfora de la sociedad chilena, del trauma. Él tenía la memoria. Dice: Mi abuelo me dijo que Nixon mató al presidente de Chile... y de inmediato salía el comentario a su alrededor de cállate cabro de mierda, hasta cuándo repetí la misma huea.

Casi extranjero

-"Cabros de Mierda" está basada en tu vuelta a Chile en 1983, a una población que sufría una fuerte represión. Cuando brababas imágenes ahí, ¿los pobladores te veían como un extranjero?
-Casi con como un extranjero. Había dos visiones muy particulares: pobladores que nos ayudaban, pero también había dos o tres personas que si no teníamos cuidado nos iban a robar todos los equipos.

-¿Cómo era un día normal de grabación en la Población la Victoria, en 1983?
-Primero, el ruido de las balas era normal. Ver niños muertos productos de una bala loca; eso me marcó mucho. Ahora, cuando estaba una cagada grande, ese era el momento de apretar el botón REC en mi cámara.

-Era una anormalidad normal.
-Claro, había personas contentas con el toque de queda. Me recuerdo que existían mujeres que escribían cartas al gobierno para mantener esa restricción, así el marido estaba en la casa.

-Grabaste la imagen, en primer plano, de un tipo disparando a los militares, ¿Cómo fue?
-Sí, yo voy siguiéndolo y como voy mirando por el lente, no veo nada a mí alrededor. Veo que dispara y pregunto: ¿lo mató? No, por suerte no le llegó el balazo, me responden.

Gran jefe

-¿Te han amenazado alguna vez por realizar este tipo de películas?
-Ahora último un tipo vía Facebook escribió algo así: menos mal que tengo un par de pistolas para usar con este Justiniano. Mucha gente quedó en la impunidad en Chile.

-Torturadores y agentes de seguridad de la dictadura aún siguen dando vueltas por ahí…
-Una vez me topé en el supermercado Jumbo con Álvaro Corbalán, ex comandante de la Central Nacional de Informaciones (CNI), insigne torturador y jefe de la policía represiva de Pinochet. Lo vi en un pasillo y me detuve a observarlo por un momento. Yo estaba como impactado. Él me miró de vuelta y corrí la mirada. Le pregunté por unas cosas de estantería donde él buscaba productos; él me respondió, pero fue todo muy tenso. No sé si me reconoció. Si lo hizo, interpretó bien su papel.

-Torturadores en el supermercado...
-Es más, también me encontré en el mismo local con Odlanier Mena, ex director de la CNI. Estaba con otro tipo con pinta de ex militar y su señora que alegaba: no podemos permitir esto, decía. Mena cumplía condena en la cárcel de ex militares de Punta Peuco y salía solo los fines de semana. Después supe que ese tipo se suicidó disparándose un tiro en la cabeza, en su casa.

-Es como toparse con Adolf Eichmann...
-Claro. Una vez me tocó entrevistar a Pinochet y también me miró no más y del nerviosismo le pregunte puras huevadas.

-¿Pinochet?
-Sí, cuando vine a filmar en los años 80, una amiga que trabajaba en el antiguo edificio Diego Portales me consiguió una credencial y nos metimos a un desfile y con el primero que me topo es con el ex ministro Sergio Onofré Jarpa. Le digo: Ministro, qué me comenta sobre esta celebración, para nuestros televidentes de Tv Europea… Me responde: es mala educación que hable yo, mejor pregúntele al gran jefe.

-¿Qué hizo Pinochet?
- Jarpa lo va buscar, le dice algo al oído. El general me mira, sonríe y al instante aparecen dos tipos a mi lado, de lentes oscuros, y ahí siento que era la cámara o la vida. Nos tuvimos que ir.

-¿Se vienen más películas de Justiniano?
-Espero que sí.

-Para finalizar: a la gente que ve el cine como un negocio, ¿qué le dirías? ¿Lo es?
-No es negocio el cine, dedíquense a otra huevada.

Autores

Cristian Aránguiz