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Historias sobre el "morocho", la consumida bebida típica de Guayaquil
Viernes, Diciembre 25, 2015 - 13:43

No menos de 300 litros vende cada local que elabora esta tradicional preparación ecuatoriana.

En el Guayaquil vespertino y nocturno se puede disfrutar de una bebida que a muchos les fascina. Se trata del morocho, elaborado con leche, maíz morocho, panela y canela. Algunos la prefieren con otros componentes como las pasas, canela en polvo o leche condensada para endulzarla o espesarla más.
 
El morocho tiene un aroma único. Es una mezcla de leche y canela. En cuestión de gustos, muchos prefieren acompañar esta bebida con pan de yuca, otros con empanadas de morocho con queso, empanadas de harina con queso o el pan cachito. 
 
Hay otros que prefieren tomárselo con un sandwich de queso y mortadela.
 
Cecilia Suárez es propietaria de “Morocho Gardelito”.  Dice que a diario elabora más de 300 litros. Ella heredó el negocio de sus padres, quienes hace 56 años vendían esta bebida en la esquina de Tulcán y Portete, en la citada ciudad ecuatoriana.
 
En el interior del kiosko hay un cartel que dice: "Fundado el 10 de agosto de 1958", acompañado de la imagen del tanguero argentino Carlos Gardel. "Mi padre era fanático y una vez nos dijo que cuando tuviera su negocio le pondría así, y lo hizo", cuenta Cecilia.
 
En una tostadora de las antiguas que funciona a gas, Cecilia prepara las tostadas mixtas de las que desborda queso en hilachas. Dice que con el pasar de los años ha implementado un ingrediente estratégico como aderezo: la leche condensada. 
 
A una cuadra de distancia está el “Morocho Chabelita”. Allí Guadalupe Álvarez practica lo que Jorge Suárez, el fundador de “Gardelito”, le enseñó sobre el tema.
 
Gracias a su mentor, el negocio lo tiene desde hace 35 años. Uno de los principales "secretos" para elaborar esta bebida es hacerlo con leche de calidad. "Hay que ponerle suficiente leche en polvo, no líquida porque el morocho queda aguado", explica.
 
Un poco más allá está el negocio de Abdón Alarcón, de 70 años, propietario de “El Morocho del Abuelo”. Comenzó con su propia panificadora y cuenta que con el tiempo logró elaborar la bebida.
 
Diariamente acuden decenas de personas a comprar panes con el tradicional vaso de morocho. Cuenta que todos los días prepara entre 400 y 500 litros, repartidos en sus dos locales.
 
Como un ritual, desde las 6 de la mañana comienza el proceso de elaboración, pero la noche anterior deja remojar el morocho para que se ablande. Luego pone a hervir el maíz a fuego lento y poco a poco le va añadiendo la leche "de hacienda", aclara, hasta que vaya tomando una contextura espesa. 
 
"Al mediodía ya está el morocho y lo repartimos al otro local para comenzarlo a vender", dice Alarcón.
 
Desde las cuatro de la tarde el aroma del morocho conquista hasta las diez de la noche. Hay días en que se termina todo el producto, y cuando sobra, que es rara vez, lo regala junto con los panes que tampoco se han podido vender.
 
"A mí me alegra que mi producto sea apreciado, la alegría de la gente es mi mayor retribución", comenta con una sonrisa. Este panificador atribuye el éxito de su negocio a la atención y el respeto hacia el cliente, además de brindarle un producto de calidad.
 

Autores

El Universo/ LifeStyle