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Joseph Stiglitz detiene el tiempo
Lunes, Febrero 18, 2013 - 14:21

Un idiosincrático retrato del Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz hace el escritor cordobés y ex editor de AméricaEconomía Diego Fonseca en Joseph Stiglitz detiene el tiempo, un e-libro de poco más de 70 páginas que se lee con rapidez y atención.

Recién publicado por la editorial electrónica eCícero, este libro es un juguetón retrato del controvertido economista que lo muestra centralmente como un genio con escasa compostura e inexistente sentido del tiempo, que llega atrasado a todas partes. 

El autor sonríe ante los atrasos del Nobel y lo justifica diciendo que es vano pedirle que se atenga a rutinas, calendarios o agendas. “Una vida sobre las nubes no puede ser más que una vida en las nubes”, escribe, en referencia a los permanentes viajes de Stiglitz.

De paso, Fonseca habla de la formadora niñez de Stiglitz en la siderúrgica ciudad de Gary, Indiana, de su polémico paso por el Banco Mundial, donde se puso a enumerar críticas a la globalización desde su puesto como economista jefe. Con anecdóticas pinceladas, el autor aprovecha también de delinear el actual pensamiento económico de este intelectual que en los últimos años ha sido denostado en los círculos de la ortodoxia liberal, mientras en China se ha convertido en figura tan famosa que hasta lo reconocen en la calle.

Desde 1999, cuando el Banco Mundial terminó despidiéndolo por criticar abiertamente sus políticas, Stiglitz se ha lanzado en una cruzada keynesiana que probablemente sólo comparte en agudeza con Paul Krugman, el legendario columnista de The New York Times. 

Al más puro estilo Robin Hood, Stiglitz apoya un impuesto a las actividades especulativas de la banca y usar esa recaudación tributaria para dársela a los pobres.

También ha acusado al Banco Mundial de imponer recetas económicas a los países más débiles “como si fueran manuales de tortura”. Y compara al FMI con “un hospital donde los enfermos empeoran”, acusándolo además de “contratar estudiantes de tercera en universidades de primera”.

El Fondo es quizá la institución que más dardos ha recibido de Stiglitz, dice Fonseca. El autor cuenta cómo un día le preguntaron al Nobel qué deben hacer los países en desarrollo con los estudios y consejos técnicos que reciben del Fondo. “Juntarlos y tirarlos a la basura”, contestó sin pestañear.

Más allá de las anécdotas iconoclastas, el e-libro esboza también la teoría de las asimetrías informativas de Stiglitz, uno de los motivos por los cuales ganó el Premio Nobel. En términos simples, sostiene que, en toda relación, una de las partes tiene más información que la otra, y esa diferencia de conocimiento genera desequilibrios de poder y diferencias de oportunidad. Parece de Perogrullo, pero hasta que apareció Stiglitz nadie había formulado así las relaciones económicas y humanas.

Pero tal vez lo que más dio fama internacional a Stiglitz fue su libro El malestar de la globalización (“Globalization and Its Discontents”, 2002), donde prosiguió su cruzada contra lo que llama fundamentalismo capitalista, señalando que la apertura globalizadora puede dañar a los países más débiles y afianzar el imperio de los más fuertes.

Pese a todo esto Stiglitz no se declara anticapitalista, pero dice que el capitalismo, para perdurar, debe aportar al desarrollo de las personas y las comunidades, no por filantropía sino por autopreservación.

Aparte de la economía y las ideas sorprendentes, el libro de Fonseca vuelve una y otra vez al hecho de que Stiglitz llega tarde a todos lados. Tanto que a su primera entrevista con Fonseca, Stiglitz llegó con dos horas de retraso. Cuando se sentaron para dar comienzo a la entrevista, Fonseca le hizo al Premio Nobel una pregunta inesperada.

-Doctor Stiglitz, ¿cuál es la relación que usted tiene con el tiempo?

Autores

Samuel Silva