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La computación de alto rendimiento: sus alcances e impacto en la industria
Miércoles, Septiembre 7, 2022 - 13:26

Se estima que la data de todas las bibliotecas de investigación académica de los Estados Unidos representa 2 petabytes (2.000 terabytes) de información. Por eso, al generar unos 50 petabytes de datos al año por las distintas misiones, la NASA se apoya en la supercomputación para analizar observaciones y realizar simulaciones.

Pero no son los únicos.

Simular dinámicas moleculares para crear nuevos materiales, pronosticar cambios climáticos considerables o descubrir nuevos componentes de drogas y probarlos para distintas enfermedades son parte de las aplicaciones concretas que puede lograr la computación de alto rendimiento (HPC, por sus siglas en inglés).

Esta tecnología reúne una amplia clase de sistemas informáticos, desde equipos de hogar que puede poseer cualquier usuario, hasta supercomputadoras de primer nivel en manos de organizaciones nacionales, universidades o grandes centros científicos.

Destacada por su potencial en el informe Techvision 2022 de Accenture, la HPC ayuda a las organizaciones a procesar y utilizar enormes franjas de datos que son inalcanzables, por su costo y poderío, para la computación tradicional.

Involucra el aprendizaje automático, es decir, la capacidad de aprender de forma activa por sí misma; analiza grandes cantidades de datos, comparando y correlacionándolos rápidamente para investigaciones o resoluciones de problemas; y facilita simulaciones y modelados avanzados, ayudando al ahorro de tiempo y costos.

Todas estas bondades abren todo un mundo de posibilidades, traducidas en mejores resultados y lanzamientos al mercado con mayor frecuencia. Permiten, por ejemplo, que el descubrimiento y desarrollo de nuevos medicamentos o vacunas se realicen en semanas en vez de años. Igualmente, complementa la investigación y resolución de problemas académicos, científicos, financieros, comerciales, gubernamentales, de salud y de seguridad cibernética.

En definitiva, se trata de una tecnología que ayuda a investigadores e ingenieros a hacer realidad sus grandes ideas y proyectos. Pero este potencial no se limita a los grandes avances científicos, pues otras industrias también pueden beneficiarse de sus capacidades.

Vivimos en un mundo cada vez más digital y, en consecuencia, con mayor cantidad de información. Prueba de ello son los centros de datos, que también se ven beneficiados por las tecnologías de procesamiento.

Para un recurso de tanto alcance hoy en día como las distintas nubes, contar con estas capacidades es fundamental, en virtud de acompañar el crecimiento de múltiples empresas y organizaciones en el marco de la transformación digital y la Cuarta Revolución Industrial.

Nos referimos, entonces, a un mercado de unos US$ 135.000 millones que abarca los sectores de nube, cómputo, procesamiento y dispositivos inteligentes. Y es allí donde las tecnologías de procesamiento Ryzen para computadores y EPYC para servidores juegan un rol fundamental, apoyando tanto al gamer que no quiere perder latencia en una partida, como al grupo de científicos que trabaja en la próxima gran cura para determinada enfermedad.

Por eso, los desarrollos deben ser más veloces, sustentables y capaces de proteger la data. Hablamos de obtener el más alto rendimiento y eficiencia energética, un diferencial enorme que ayude a las empresas, no solo a cumplir con sus metas de sustentabilidad, sino que acarrea beneficios al requerir de menos energía, espacio y refrigeración.

De hecho, el sistema Frontier del Laboratorio Nacional de Oak Ridge en Estados Unidos (ORNL), no solo es la supercomputadora más rápida del mundo, sino que también la de mayor eficiencia energética, según las últimas listas Top500 y Green500. Y esta lógica acompaña también a grandes compañías multinacionales, quienes han visto ahorros en su consumo energético de hasta el 50%, manteniendo la misma carga de aplicaciones y servidores.

De esta forma, la computación de alto rendimiento se ha transformado en un elemento indispensable para atender las necesidades corporativas, científicas y globales de la actualidad.

Autores

Nicolás Cánovas