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La importancia de los cuentos en la escuela, ¿qué hemos ganado y qué hemos perdido?
Jueves, Agosto 2, 2018 - 11:00

Los cuentos tradicionales deben estar, junto con la nueva literatura, en las aulas de preescolar, primaria y secundaria.

Harold Bloom, en el libro Cómo leer y por qué (Anagrama, 2000) afirma que hoy tenemos todos los conocimientos al alcance de la mano, pero se pregunta “¿Y la sabiduría que nos permita utilizarlos bien?” Posiblemente, Bloom quiso decir que los modernos hemos ganado mucho en conocimientos, pero hemos perdido dramáticamente en valores.

Por su parte, Bruno Bettelheim, el célebre investigador de la lectura, nos habla de las cualidades educativas de las historias tradicionales (Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Crítica, 2009): “Puede afirmarse que en toda la literatura infantil y juvenil –con raras excepciones- no hay nada que enriquezca y satisfaga tanto al niño y al joven como los cuentos tradicionales, populares y de hadas. El educando necesita –y esto apenas requiere énfasis en el momento actual de nuestra historia- una educación moral que le transmita, sutilmente, las ventajas de una conducta moral, no a través de conceptos éticos abstractos sino mediante lo que parece tangiblemente correcto y, por ello, lleno de significado para él”. Agrega: “Tengo la certeza de que una comprensión adecuada de las excelentes cualidades de los cuentos tradicionales llevará a padres y maestros a concederles de nuevo el papel central que, durante siglos, han ocupado en la vida de las personas”.

Para Bettelheim, los cuentos populares son únicos, y no solo por su forma literaria sino también como obras de arte totalmente comprensibles, cosa que ninguna otra forma de arte es capaz de conseguir. Como obra de arte que son, estos cuentos presentan muchos aspectos que vale la pena explorar. Por ejemplo, nuestra herencia cultural encuentra expresión en tales historias, y, a través de ellas, llega a la mente del lector. Además, hacen una incomparable contribución a la educación moral de niños y jóvenes”.

Si alguien se toma la tarea de analizar las sencillas historias de los cuentos de hadas, verá rápidamente cómo se transmiten valores de prudencia, veracidad, solidaridad, honradez y resistencia frente a las dificultades, en Caperucita Roja, Pinocho, Blanca Nieves, El campesino y el hacha, Cenicienta, respectivamente, y, cuento tras cuento, de capacidad de esfuerzo, amor al trabajo, cuidado de la naturaleza, amor a los antepasados, modales de convivencia, reconocimiento de valores tradicionales, amor filial, espiritualidad, capacidad de perdón, valoración de la vida sana, cuidado del lenguaje, modestia, previsión, ahorro, etc.

Los cuentos tradicionales deben estar, junto con la nueva literatura, en las aulas de preescolar, primaria y secundaria. Se pueden leer en una actividad diaria de lectura recreativa, en la que los profesores no vigilen sino lean al mismo tiempo que los estudiantes. En el colegio Agustiniano Tagaste, de Bogotá, bajo la dirección del padre Juan Camilo Torres Chisaba, se realiza esta actividad diaria de 20 minutos de duración, desde hace tres años, en los grados transición a undécimo, sin perjuicio del programa curricular. Ojalá todos los colegios sigan el ejemplo, ya que si los alumnos solo leen para hacer trabajo escolar no disfrutarán la lectura plenamente, y habrá pocas probabilidades de que lleguen a amarla y a convertirse en lectores.

FOTO: PIXABAY.COM

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ELESPECTADOR.COM