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La revaluación del dinero chino: un paso con gran impacto
Miércoles, Julio 14, 2010 - 12:09

Economistas internacionales debaten el impacto de la moneda china sobre el desempleo y los desequilibrios comerciales globales.

C. Fred Bergsten, director del Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE) –un think tank con sede en Washington D.C.-, hacía unas declaraciones previas a la Cámara de los Diputados de marzo echando la culpa a la “severa” infravaloración de la moneda china contra el dólar (alrededor del 40%) tanto de las pérdidas de empleos en Estados Unidos como de los desequilibrios comerciales globales. Bergsten también exponía un plan de acción, incluyendo la creación de una coalición de ayuda multilateral de países o incluso la subida de aranceles para los productos chinos si China no suavizaba el estricto control de su divisa y permitía que el renminbi (RMB) se fortaleciese. “Un incremento significativo del valor del renminbi es necesario e inevitable”, decía. “Se necesita una apreciación de entre el 25 y el 40% para que el superávit por cuenta corriente de China se sitúe en el 3-4% de su PIB. Este reajuste provocaría una reducción de 100.000 a 150.000 millones de dólares del déficit por cuenta corriente estadounidense”.

Y eso fue lo que hizo el Banco Popular de China, el banco central del país, el 19 de junio; al menos en parte. El Banco Popular anunciaba que abandonará el sistema de tipo de cambio que mantiene el RMB vinculado al dólar y que permitiría que el RMB respondiese de manera más natural a las fuerzas de la demanda y oferta. Aunque su efectividad fuese inmediata, el país empezaría a adoptar un régimen cambiario flotante –aunque estrechamente gestionado-, similar al empleado entre 2005 y 2008, basando el valor del RMB en una cesta de divisas –en lugar de únicamente el dólar-, dentro de una banda muy estrecha al alza o la baja.

Pero las noticias del día siguiente daban al traste con las esperanzas de muchos observadores: los responsables de la política económica insistían en que cualquier apreciación que permitan del RMB, cuyo tipo de cambio es 6,38 por dólar desde julio de 2008, será “gradual”. Esto ha sido interpretado por los analistas como únicamente unos pocos puntos porcentuales al año.

Suavizar la política cambiaria “es adecuado para China”, dice Kent Smetters, profesor de Gestión de Riesgos y Seguros de Wharton. “Para ellos no va a haber muchas diferencias. La demanda de dólares va a seguir siendo alta y además pueden presumir de ser buenos chicos; pero ahora mismo en realidad apenas tienen costes”.

La decisión, hecha pública una semana antes de la reunión del G20 en Toronto y en medio de diversas campañas para las elecciones estatales de Estados Unidos, ha sido muy bien recibida por los socios comerciales de China. Cada vez había una mayor presión internacional para que los responsables de las políticas resolviesen lo que los detractores de la política económica China denominan “manipulación de la divisa”, algo inaceptable para el Fondo Monetario Internacional y otras organizaciones multilaterales, así como el voraz apetito de China por comprar dólares estadounidenses con los baratos RMB para formar parte de su reserva de divisas.

Independientemente de la cuantía de la apreciación –o depreciación- del RMB, según los expertos la decisión de China es importante no sólo en los debates sobre la importancia futura del dólar y del RMB en el comercio y política global, como para corregir los desequilibrios económicos globales.

Sin terapia de choque. En medio de este sentir general, “es bastante comprensible por qué China está volviendo a esta sistema de tipos de cambio flotantes pero gestionados”, dice Whang Jianmao, profesor de Economía y decano de la Escuela de Empresa Internacional China Europa (CEIBS) en Shanghai.

“Daremos pequeños pasos y esperaremos a ver los resultados. No importa cuánto presione la comunidad internacional; no espero ningún tipo de terapia de choque o similar en China”.

Según Wang, varias lecciones vividas en el pasado en China y otras partes del mundo explican por qué China está adoptando este enfoque. Pensemos por ejemplo en el yen japonés. Con una divisa permanentemente infravalorada y una economía que depende de las exportaciones que floreció durante los 70 y mediados de los 80 –similar a la situación actual de China-, “los japoneses intentaron retrasar la apreciación de su moneda y al final tuvieron que reajustar demasiado rápido su tipo de cambio debido a las presiones de Estados Unidos”, explica.

Aunque gracias al acuerdo Plaza Accord de 1985 el dólar estadounidense se depreció contra el yen y el marco alemán, el yen volvió a recuperarse, traspasando incluso las fronteras del país para enfrentarse a una burbuja de los precios de los activos que iba a explotar drásticamente.

También se aprenden lecciones dentro de casa. “Desde el año 2005 hemos acumulado muchos conocimientos con las revaluaciones de nuestra divisa”, dice Wang. “Nos damos cuenta de que en los últimos años -2007 y 2008-, la velocidad con la que el RMB se ha depreciado ha sido demasiado elevada”. Una apreciación gradual “no significa necesariamente un movimiento unidireccional lento”, añade. “Habrá altibajos, aunque la tendencia general será al alza”. Apostar únicamente por la apreciación del RMB podría tener consecuencias negativas –aunque también positivas-, si los inversores (incluyendo los especuladores) se meten en el mercado chino, pero Wang predice que cualquier flujo monetario podría ser “gestionable”, en particular si se aprueba un impuesto que grave las ganancias del capital. Es más, “podría ocurrir que, a pesar de sus limitadas oportunidades de inversión, una apreciación gradual convierta al RMB en una atractiva divisa de reserva”.

Para Franklin Allen, profesor de Finanzas de Wharton, este último escenario sería muy favorable. “En los próximos 10-15 años, China debe hacer que el RMB sea totalmente convertible y se convierta en una divisa de reserva”, dice. “Desde que dieron comienzo los problemas con el euro, el verdadero problema en la arquitectura internacional es que el dólar se ha convertido en la única divisa de reserva; pero necesitamos tres divisas que representen tres regiones. Estaría bien tener más, pero tres es un buen comienzo”.

El gobierno Chino ha de soportar una presión todavía mayor: el impacto de la revaluación de sus enormes reservas extranjeras, de las cuales el 70% son dólares. “Gran parte de esas reservas se financian con deuda en RMB. Así, si el RMB se aprecia, en términos prácticos están perdiendo”, dice Allen. Cualquier cambio –incluso si es gradual-, provoca un cambio significativo en el valor de sus reservas, que en marzo superaban los 2.500 billones de dólares, más o menos la mitad de su PIB. Si se produce una revaluación de 10% contra el dólar, esto equivaldría al 5% del PIB, una cuantía muy importante como para perderla.

Deben pensar con cuidados sobre su estrategia a largo plazo”. ¿En qué posición va a quedar el dólar? “Para China, decir que van a abandonar el sistema de tipos de cambios fijos realmente significa que no van a intentar comprar suficiente deuda estadounidense para mantener el nuevo tipo de cambio”, señala Smetters. “El problema es que Estados Unidos seguirá intentando vender deuda en los próximos años, y eso generará demanda de dólares. La demanda de dólares va a seguir siendo bastante fuerte porque el dólar es un refugio seguro”.

Exportando desempleo. ¿Tendrá la revaluación del RMB consecuencias para el ciudadano medio? En Estados Unidos muchos observadores creen que sí. En su opinión, la política cambiaria de China ha supuesto una ventaja competitiva artificial para las empresas chinas en comparación con sus rivales de otros países. En consecuencia, “China está exportando grandes dosis de desempleo al resto del mundo –tanto a Estados Unidos como a muchas otras economías emergentes como Brasil, India, México o Sudáfrica”, señalaba Bergsten en su testimonio en el Capitolio. En un blog publicado en enero, el columnista del New York Times y premio Nobel Paul Krugman escribía que el “mercantilismo chino” ha costado a Estados Unidos 1,4 millones de puestos de trabajo.

Krugman, Bergsten y otros muchos detractores de la política económica china afirman que aunque permitir la apreciación del RMB provocará que los consumidores estadounidenses y de otras partes de mundo paguen mayores precios por los productos chinos, también ayudará a aumentar el atractivo de las exportaciones estadounidenses, tanto en casa como en el extranjero, lo cual al final supondrá una reactivación del empleo. En su testimonio Bergsten afirmaba que “detrás de cada 1.000 millones de dólares de exportaciones hay unos 6.000-8.000 puestos de trabajo (bien pagados) del sector manufacturero en la economía estadounidense”.

Pero no todo el mundo está tan seguro sobre el papel que desempeñó el valor del RMB durante la recesión económica global ni es tan optimista sobre los efectos de la nueva política de China. “América necesitaba un chivo expiatorio para echarle la culpa de la crisis”, dice Simon J. Evenett, profesor de Comercio Internacional y Desarrollo Económico en la Universidad de St. Gallen en Suiza. En su opinión, el debate sobre el tipo de cambio aún seguirá vigente durante un largo periodo de tiempo. “Tiene todos los ingredientes de un drama de largo plazo”.

Mientras tanto, la ventaja competitiva de las empresas chinas podría fortalecerse en lugar de debilitarse. “Si el incremento en el valor del RMB es gradual, esto fomentará que muchas empresas chinas mejoren la calidad de sus productos, no que desaparezcan, tal y como esperan los americanos. Los principales perdedores serían las empresas estadounidenses”.

En cuanto a los trabajadores en Estados Unidos, Evenett predice que un RMB revaluado no derivará necesariamente en mayores exportaciones y menores importaciones, escenario que mucha gente espera. Evenett citaba las investigaciones que ha llevado a cabo junto con Joseph Francois, profesor de Economía de la Universidad Johannes Kepler de Linz, Austria, sobre empleo y producción en Estados Unidos. Por ejemplo, en sus investigaciones la mayoría de las exportaciones chinas a Estados Unidos no tienen como destino los consumidores americanos; se trata de componentes y bienes semi-elaborados con destino a las empresas. “No sólo se cumple en el caso de China, sino también para todas las importaciones”, escribían en un artículo publicado en abril en Voxeu.org, una página web de análisis político. “En consecuencia, las importaciones de China y otras partes del mundo se incorporan a la estructura de costes de la economía estadounidense y por tanto afectan a la competitividad global de las empresas estadounidenses”.

Es más, “en un mundo donde sólo se vendiesen bienes acabados –donde el principal efecto de las revaluaciones fuese sobre el precio de las exportaciones-, entonces se podría vincular revaluación, mejoras en la balanza por cuenta corriente y creación de empleo. Sin embargo, este no es el mundo en el que vivimos”. Evenett y Francois calculan que unos 420.000 empleos podrían perderse si el RMB se revaluase un 10%”.

Punto de inflexión. ¿Qué debería esperar China de la revaluación? Wang de CEIBS infravalora su importancia cuando se tiene en cuenta otro gran cambio: el incremento de los salarios chinos. “China está en un punto de inflexión”, dice. “Durante los últimos 25 años los salarios han crecido menos que el PIB. Esto ha provocado un mayor problema en China” que la actual política cambiaria. El superávit por cuenta corriente del 15% del PIB –causado por un desequilibrio crónico entre el ahorro y el consumo-, ha tenido un impacto negativo en la salud de su economía. “A menos que los salarios crezcan más rápido que el PIB, no creo que podamos conseguir el reequilibrio interno”, señala. “Y son los desequilibrios internos lo que provocaron desequilibrios externos”.

Marshall W. Meyer, profesor de Gestión de Wharton, está de acuerdo en que el papel del incremento de los salarios es crucial. “El incremento de los salarios es una puerta de salida de emergencia de la revaluación del RMB. Estoy seguro de que los precios aumentarán junto con los salarios, los cuales tendrán que trasladarse a los consumidores, que es a grandes rasgos el efecto de una revaluación del RMB. A menos que, obviamente, las empresas chinas aumenten su eficiencia en productividad o en procesos productivos, lo cual significa que los precios para los consumidores no aumentarán tanto”.

Pero tal y como Wang y Meyer señalan, el gobierno ha estado acorralado en una esquina en cuanto a los salarios. “El gobierno no puede evitar un incremento de los salarios. Soy muy consciente de su papel al lado del pueblo”, dice Meyer. Y aunque aún desee luchar para mantener la trayectoria de crecimiento del PIB, el único modo en que el gobierno puede conseguir reducir su dependencia de las exportaciones y al mismo tiempo aumentar el consumo doméstico es fomentando mayores salarios, añade.

Tal y como señala Wang, “realmente deben controlar la velocidad con la que se produzcan los cambios, lo cual significa que no pueden dejar que el tipo de cambio aumenta demasiado deprisa. Mucha gente perdería su empleo. Así pues, un suave incremento de los salarios –ligeramente por encima del crecimiento del PIB-, resolvería el problema”.

En términos de si un RMB más fuerte podría tener como consecuencia la pérdida de negocios para los exportadores chinos en mercados internacionales clave y provocar algunos despidos, Wang cree que es muy poco probable dada la fuerte presencia china en Estados Unidos y otras partes del mundo.

“Tienes que darte cuenta de que no existen
sustitutos a corto plazo de las importaciones chinas. Tal vez dentro de diez años los importadores tengan elección, pero ahora mismo simplemente tendrán que pagar más”, dice. “Ningún otro país puede saltar al terreno de juego a gran escala. Algunos países lo intentarán, pero crear todo un sector manufacturero y toda la infraestructura necesaria –transporte, energía, toda la cadena de valor hasta el bien final-, es un trabajo de muchos años”.

La revaluación de una divisa no puede por sí misma resolver los grandes retos globales. En opinión de Bergsten, “para llevar a cabo con éxito ajustes internacionales son necesarias acciones correctoras por parte de Estados Unidos -en especial en relación con su déficit presupuestario y la baja tasa de ahorro nacional- y otros países, así como en China. Pero es imposible que los países con déficit logren reducir sus desequilibrios sin que los países con superávit reduzcan los suyos”.

Autores

Universia knowledge@Wharton