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La válvula que pasó del sector cervecero al médico
Viernes, Mayo 13, 2016 - 08:55

La válvula Lubeca se inventó para solucionar un problema con la presión que debía tener la cerveza al almacenarse y servirse, pero ha trascendido a otros muchos campos.

Pablo G. Bejerano, Think Big. A la válvula Lubeca se le da ese nombre porque el lugar donde se inventó, así como la sede de la empresa que la patentó, es la localidad alemana de Lübeck. En este lugar del norte de Alemania, centro turístico hoy en día, y cuyo nombre en español se traduce como Lubeca, Johann Heinrich Dräger y su hijo, ambos expertos en el campo de la mecánica, andaban enfrascados en resolver cierto problema que los cerveceros –industria de gran importancia en el país bávaro– tenían a la hora de almacenar y servir su producto.

En 1889, cuando no hacía ni 20 años que se había proclamado el Imperio alemán después de un proceso de unificación salpicado de guerras, corría un tiempo de paz, propicio para los negocios y para el progreso científico. Aquel año Johann Heinrich Dräger y su hijo Bernhard patentaron un sistema de reducción de presión que el sector cervecero adoptaría rápidamente.

Se trataba de la válvula Lubeca, que se patentaría ese año, el mismo en el que Johann Heinrich y su socio Carl Adolf Gerling fundaron la empresa que posteriormente se quedaría con el apellido del primero, Dräger. En aquella época los barriles de cerveza ya se podían dotar de dióxido de carbono comprimido a alta presión, pero había un problema sacar el gas de manera controlada. El flujo de este –y, por tanto, el de cerveza– se volvía incontrolable. Las válvulas que se usaban entonces fallaban y necesitaban reparaciones constantes. El invento de la familia Dräger permite por primera vez controlar de forma precisa la quita de dióxido de carbono de un barril a alta presión.

La compañía abrió incluso una fábrica para producir su invento y surtir a la industria cervecera. Pero la historia de la válvula no se detuvo ahí. Dräger comienza a aplicar el mismo principio de reducción de presión, que permitía controlar la presión y el flujo de un gas, a otros campos. El primero de ellos es la medicina. Ya en 1902 se utiliza el método para crear equipos de anestesia conjuntamente con el profesor Otto Roth. De estas máquinas Roth-Dräger, en la siguiente década se venden 1.500 unidades en todo el mundo.

De esta forma se crearon sistemas de purificación de aire para los primeros submarinos a principios del siglo XX. También se aplicó el mismo principio para crear equipos de respiración que sirvieron para trabajar en el subsuelo, en un momento en el que la minería tenía grandes riesgos, o para el buceo.

En 1931 la válvula Lubeca coprotagoniza otro hito. Un aparato respiratorio de oxígeno líquido fabricado en base al mismo principio acompaña al explorador suizo Auguste Piccard (por cierto, abuelo de Bertrand Piccard, uno de los aventureros que ha dado la vuelta al mundo en el avión Solar Impulse 2) en su ascensión en globo récord, de 15.781 metros. El invento aún irá llegará más lejos cuando se utilice en la misión D1 del Spacelab, en 1985, para un filtrado de gas de alta precisión.

Sin levantar los pies de la Tierra el principio de la válvula Lubeca también llegó alto. En concreto al punto más alto que se puede alcanzar sin echar a volar. Los equipos de respiración autónomos que llevaban Edmund Hilary y Tenzing Norgay cuando coronaron el Everest en 1953 llevaban el sello de Dräger. A más de 8 mil metros el oxígeno escasea tanto que si no se usa gas embotellado el cuerpo se va ahogando poco a poco. Este sistema artificial fue crucial en la primera ascensión y en muchas otras que seguirían. La primera subida sin oxígeno embotellado no llegaría hasta 1978, de la mano del italiano Reinhol Messner y el austriaco Peter Habeler.

Actualmente el principio de reducción de presión se utiliza en muchos sectores. Hospitales y laboratorios lo usan para aprovisionarse de gas comprimido, que sirve para sistemas de asistencia de respiración y de ventilación.