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Las consecuencias laborales del aumento en la esperanza de vida
Lunes, Enero 18, 2010 - 16:21

Una nueva planificación de la jubilación, de los costos de salud, los nuevos modelos de trabajo y las estrategias innovadoras en el área de educación, conllevará vivir más años y tener mejor salud que personas de generaciones anteriores.

Si usted ha tenido hijos a partir del año 2000 y vive en un país desarrollado, es muy probable que éstos lleguen a cumplir los 100 años y tengan más salud que las personas más mayores de las generaciones anteriores, según un reciente artículo de Lancet, una publicación del sector médico.

Las implicaciones son enormes en todas las áreas: para la planificación de la jubilación, los costos de salud, los nuevos modelos de trabajo y las estrategias innovadoras en el área de educación. Según dijo Olivia Mitchell, profesora del área de Seguros y Gestión de riesgo de Wharton, "será una revolución demográfica incomparable a todo lo que hemos vivido antes".

Si a esto le añadimos, que si los economistas tienen dificultad para prever cuánto será el PIB del cuarto trimestre, lo mismo les ocurrirá para predecir cómo será el mundo de aquí a algunas generaciones.

Es evidente que esta última investigación crea desafíos inéditos para los gobiernos de todo el mundo. "Si las personas supieran que pueden vivir hasta los 100 años, tal vez organizarían su vida de otra manera", observa James W. Vaupel, coautor del estudio de The Lancet y director-fundador del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica de Rostock, en Alemania. "Significa hacer cambios radicales en las políticas públicas".

Un ritmo de vida diferente. De acuerdo con los investigadores de The Lancet, haber ganado cerca de 30 años en la esperanza de vida en Europa Occidental, EE.UU., Canadá, Australia y Nueva Zelanda -y, sobre todo, en Japón, España e Italia- "llama la atención por el hecho de ser una de las mayores hazañas del siglo XX". Además, la mayor parte de los bebés nacidos a partir del año 2000 en esos países "van a celebrar su cien cumpleaños si el actual crecimiento anual de la esperanza de vida continúa al mismo ritmo en el siglo XXI". Así lo creen los autores: "el progreso continuo de las longevidad en las poblaciones indica que aún no estamos cerca del límite, y que es probable que haya un nuevo aumento en la esperanza de vida".

Ya que las personas, en la próxima década, tendrán que seguir activas hasta los 70 o 80 años, ¿qué tipo de ambiente podrán esperar? "La buena noticia es que el mundo laboral está cambiando por sí mismo" de forma que será más receptivo a los empleados más longevos o ancianos, dice Peter Cappelli, director del Centro de Recursos Humanos de Wharton. "Ya es más fácil trabajar a distancia, online (...) Las exigencias físicas de muchas actividades están disminuyendo, las obligaciones son de más corto plazo, las subcontrataciones son cada vez más frecuentes y hay un volumen mayor de trabajo que se ejecuta por contrato. Todo eso simplifica la entrada y salida de las personas del lugar de trabajo, por lo menos en principio (...) Resta saber en qué medida los responsables de compañías serán receptivos con los trabajadores más viejos y adoptarán horarios de trabajo más flexibles, supervisarán menos y delegarán más".

Una posible dificultad dice es que los trabajadores más mayores, a medida que permanecen más tiempo en el trabajo, acaban siendo supervisados por gerentes más jóvenes, dice Cappelli. Además de cultivar "una cierta discriminación tácita contra los trabajadores más mayores, los jóvenes también se preocupan de la manera en que deben gestionar a quién tiene más experiencia que ellos. Se trata de un desafío que mucha gente no sabe cómo afrontar de forma intuitiva".

Vaupel coincide con este punto de vista, añadiendo que, a medida que las personas trabajan más años en su vida, pero menos horas por semana, el lugar de trabajo tendrá que volverse más agradable y más receptivo para los trabajadores más mayores. Eso se podrá lograr, por ejemplo, adecuando su deseo de trabajar fuera, o próximo, de casa, o eliminando posibles actitudes hostiles entre los trabajadores más jóvenes con los más viejos. Diversos estudios demostraron que "en algunos lugares, los más jóvenes intentan forzar la salida de los más viejos. Eso tiene que cambiar", dice Vaupel.

Los autores del artículo de The Lancet -titulado "El envejecimiento de la población: Los desafíos a los que hay que enfrentarse", bajo la dirección de Kaare Christensen, profesora del Centro Danés de Investigaciones sobre el Envejecimiento de la Universidad del Sur de Dinamarca, sugieren otro posible cambio en el ambiente de trabajo y en el estilo de las personas. "La introducción de mejoras relacionadas con la salud y en el funcionamiento del lugar de trabajo, así como el cambio de un trabajo que exige esfuerzo a otro que exige conocimiento, significa que un porcentaje creciente de personas en la franja de los 60 y de los 70 años es capaz de contribuir a la economía. Como muchas de esas personas prefieren trabajar a tiempo parcial, todo indica que actividades que requieren 15, 20 o 25 horas de trabajo deberán aumentar".

Si las personas más mayores optan, cada vez más, por trabajar a tiempo parcial, surgirá un número mayor de oportunidades para el trabajo a tiempo parcial también para los jóvenes.

Gabrielle Doblhammer-Reiter, directora ejecutiva del Centro de Estudios de Cambios Demográficos de Rostock, en Alemania, y coautora del artículo, encara esa posible redistribución del trabajo como un resultado positivo. "¿Si las personas más viejas trabajan a tiempo parcial, por qué no los jóvenes?", se pregunta. "Si eso ocurre, será bueno, porque actualmente buena parte de la jornada laboral coincide con aquellos momentos en que tenemos tantas otras responsabilidades como, por ejemplo, cuidar de la familia".

Para Nancy Rothbard, profesora de Gestión de Wharton, las empresas ya permiten que sus trabajadores reorganicen los diferentes aspectos de su trabajo en horarios más convenientes, tal vez concentrándose en tareas o especialidades que ya no exijan el mismo conocimiento que era necesario antes. Otra posibilidad es volver a la universidad para reciclarse. Los trabajadores más mayores, dice ella, "tienen una rica experiencia y un vasto conocimiento que impresiona y puede ser de gran utilidad. Todo eso debe ser equilibrado con la necesidad de mantenerse actualizado".

Mitchell va más lejos. "El verdadero desafío de llegar a los 100 años consiste en introducir, de manera sistemática, clases de finanzas en los programas de la escuela primaria y del bachillerato", dice. "Es preciso que las personas razonen de manera diferente en relación a invertir en sí mismas, en su capital humano. Las personas tendrán que adquirir pronto un conjunto de habilidades que no sólo les permita conseguir el primer empleo o que las prepare para la profesión que deberán ejercer en los próximos 20 años, sino que también las ayude a encontrar diferentes carreras de 20 años de duración cada una a lo largo de la vida".

La mayor preocupación en relación a las nuevas proyecciones sobre la mortalidad es "la dificultad que tiene el trabajador medio en comprender lo mínimo de economía, y mucho más acerca de los riesgos propios de la longevidad. La esperanza de vida ahora es de cerca de 80 años, sin embargo, menos del 20% de la población americana en la franja de los 50 años siquiera intentó elaborar un plan de jubilación. Si sumáramos 20 años más a esos 80, veremos que las personas necesitan aprender mucho sobre ahorrar e invertir para la jubilación".

Elevar o eliminar la edad de jubilación. Si las personas llegaran a los 100 años, ¿de qué forma afectará al sistema de jubilación y al seguro de salud hoy existente y cuyo objetivo es ayudar a las personas en las últimas décadas de sus vidas?

Actualmente, diferentes países tienen diferentes políticas de jubilación. En EE.UU., no hay jubilación obligatoria, con excepción de ciertas categorías profesionales, como los pilotos de aerolíneas comerciales, algunos jueces y determinados sectores de la alta dirección. En realidad, en la mayor parte de los trabajos, es ilegal obligar a las personas a jubilarse. Sin embargo, diversas señales funcionan "de hecho" como inductores de la jubilación, dice Mitchell. Por el sistema de seguridad social americano, por ejemplo, la edad "normal" para que alguien se jubile está estipulada en 65 años (pudiendo llegar a 67). El uso oficial del término "normal" tiene como objetivo indicar la edad en que alguien comenzaba a recibir beneficios no reducidos, pero con el tiempo se convirtió en una edad de referencia automáticamente asociada al fin de los años de trabajo.

Los próximos años, Mitchell dice que "la edad para la jubilación tendrá que subir considerablemente, hasta los 70 años o más, para financiar la generación del baby boom, a medida que ésta vaya envejeciendo". Cuando la Seguridad Social entró en vigor, en los años 30, dice ella, "la expectativa de vida era bastante menor. En realidad, nuestro concepto de edad normal para jubilarse se basa en el sistema alemán, que fijó la edad de 65 años para la jubilación, ya que la mitad de la población de la época jamás alcanzaba esa edad. Se trataba, por lo tanto, de un sistema de seguro social que funcionaba, pues cubría sólo aquellos que sobrepasaban el límite de esperanza de vida de entonces”.

La jubilación, añade Mitchell, “no será algo tan atractivo para las futuras generaciones como lo fue para la generación de nuestros padres”.

La longevidad, de acuerdo a Kent Smetters, profesor del sector de Seguros y Gestión de riesgo de Wharton, es una variable importante, porque por la ley actual, "la edad para la jubilación no está vinculada automáticamente a los aumentos de la longevidad". Esto significa que una fracción cada vez mayor de la población va a jubilarse si siguen viviendo más sin tener un aumento en la edad de jubilación. "A fin de cuentas, la edad normal para jubilarse tendrá que ser más proporcional a la mayor extensión de la vida, tal vez 70 o 75 años de aquí a algunas décadas. Esa franja de edad puede parecernos ridícula hoy en día, pero dejará de serlo de aquí a 20 o 30 años. Quién quiera jubilarse a los 62 años, podrá hacerlo, sin embargo los beneficios concedidos serán muy reducidos, ya que la edad normal para jubilarse será de 70 o 75 años".

¿Un número mayor de personas en busca de menos empleos? Aunque el estudio de The Lancet no haya analizado el mundo en desarrollo -en parte debido a la dificultad de obtener informaciones consistentes sobre salud y envejecimiento- esos países también han experimentado un aumento en la esperanza de vida. China e India tienen poblaciones relativamente jóvenes, señal de que están dispuestos a comprar los activos de jubilación de inversores más viejos de los países desarrollados en el transcurso de las próximas décadas.

Si las personas están viviendo más y disfrutan de más salud, y si prefieren trabajar por más tiempo, ¿habrá empleo suficiente para mantenerlas empleadas? "Nadie sabe", dice Mitchell. "Lo que podemos hacer es analizar varios países con nivel de envejecimiento más rápido que el de EE.UU., como Japón y Singapur. Sabemos que hay mucha presión sobre los empleadores para que introduzcan acuerdos de trabajo más flexibles, de modo que las personas puedan compartir el empleo que tienen”.

Puesto que el estudio de The Lancet muestra una reducción significativa en la tasa de mortalidad de las personas más viejas, ¿esto significa que un número mayor de personas va a trabajar más y buscar menos empleos disponibles? "No necesariamente", dice Andy Abel, profesor de Finanzas de Wharton. "Ahí entra la macroeconomía: hay más personas por ahí exigiendo mayor atención a la salud, más centros recreativos y otros tipos de bienes y servicios. Por lo tanto, uno no se debe imaginar que haya un número fijo de empleos. La demanda generalizada de bienes va a aumentar, lo que ayudará a crear una demanda de empleos. El impacto sobre el salario dependerá de lo que subirá más: la oferta o la demanda de mano de obra”.

Smetters observa dos efectos en lo referente al crecimiento del empleo. "A medida que las personas viven más y se mantienen productivas, ellas simplemente extenderán los años de trabajo. Si un día nuestra expectativa de vida es de 150 años, está claro que nadie va a jubilarse a los 65 años. En segundo lugar, es verdad que si hubiera mucha gente compitiendo por los mismos empleos, los empleos se crearán simplemente porque hay una fuerza de trabajo experta y probablemente barata".

Un nuevo enfoque holístico de la salud. Los investigadores de The Lancet analizaron también diversos estudios enfocados en las tendencias de salud entre las poblaciones más mayores. Del lado positivo, por ejemplo, "ha habido un rápido adelanto en la reducción de infartos y otras enfermedades cardiovasculares. Ha habido algún adelanto en el combate del cáncer, aunque lento, y hay indicaciones de que estamos comenzando a entender mejor el mal de Alzheimer", dice. Doblhammer-Reiter cita también los avances en la tecnología médica y los cambios de estilo de vida -las personas son más activas y contrarias al tabaquismo- como señales positivas.

Lo que no está mejorando es la perspectiva de la obesidad y de la diabetes. "Son cosas que parecen estar empeorando en vez de mejorar con el tiempo, dice Doblhammer-Reiter.

El estudio también analiza los datos disponibles sobre discapacidades, movilidad, problemas de audición y otras enfermedades relacionadas con la edad, sin embargo destaca que "poco se sabe de las tendencias de la función cognitiva y demencia", una área que Vaupel, entre otros, cree que se beneficiaría mucho de otras investigaciones. "Hay fuertes indicios de que estamos viviendo más tiempo y de forma más saludable en lo que se refiere a la función física, sin embargo los indicios son más controvertidos en lo referente a la función cognitiva", explica.

Vaupel advierte también sobre la necesidad de más medicamentos geriátricos. "El sistema actual está organizado en torno a especialistas -cáncer, corazón, cerebro etc-, sin embargo las personas de más edad, incluso aquellas relativamente saludables, padecen, en general, problemas diferentes. En el plan de las políticas públicas, es preciso que haya una mejor coordinación para garantizar que los médicos no estén recetando medicamentos que interfieran entre ellos.

Por último, Mitchell y otros concluyeron recientemente un "Estudio sobre salud y jubilación" en el que analizaron, en parte, las actitudes de personas con 50 años o más actualmente, en comparación con personas de 50 años o más hace 12 años. "Constatamos un gran cambio entre los dos grupos: los actuales baby boomers esperan una carrera más compleja en la segunda mitad de la vida. Muchos de ellos creen que continuarán trabajando de algún modo, tal vez no en el mismo empleo, posiblemente como consultores o abrirán un negocio propio -eso fue antes de la crisis financiera-, o utilizarán más tiempo para involucrarse en proyectos voluntarios. Hay que esperar que esa tendencia persista a medida que las personas vayan jubilándose cada vez más tarde".

Autores

Wharton University