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Lectura en el aula, ¿sólo para estudiar?
Martes, Septiembre 4, 2018 - 10:00

Los estudiantes deben tener diariamente experiencias de lectura pura en las que no se la rodee de actividades ni ejercicios adicionales y el interés se concentre en la fascinante experiencia de leer.

La lectura, principal medio de información, es un tema de la mayor importancia para la educación y esto hace necesario que los docentes tengan una comprensión suficiente del proceso lector. Lo primero es tener claro que la lectura es una conducta y que toda conducta tiene un componente cognoscitivo, estructural, la forma de la conducta, y un componente afectivo, dinámico, energético (J. Piaget). Hay que tomar en cuenta este aporte de la psicología al enseñar a leer.

La enseñanza tradicional lo desconoce y presenta la lectura como una actividad que solo sirve para estudiar, por lo cual los alumnos leen poco, únicamente lo indispensable. Los métodos que buscan desarrollar la capacidad de lectura mediante ejercicios de comprensión cometen un error de principio, al ignorar el componente motivacional que forma parte de la conducta.

La verdad es que no hay sino una forma de volverse lector competente y es leyendo mucho. El investigador francés J. Foucambert considera que“para leer mucho hay que sentir satisfacción al leer” y ello depende de que se encuentre interés y sentido personal en la lectura; es decir, que se disfrute al leer.

Las actividades complementarias con que los docentes acostumbran acompañar las sesiones de lectura en el aula la convierten en un objeto de estudio despojado de su verdadera naturaleza (Delia Lerner). Los estudiantes deben tener diariamente experiencias de lectura pura (en el diccionario, puro es lo “que no tiene mezcla de otra cosa o conserva su naturaleza original”), en las que no se la rodee de actividades ni ejercicios adicionales y el interés se concentre en la fascinante experiencia de leer. Conviene a los profesores atender la recomendación, hecha hace más de un siglo, de Edmund Burke Huey: “La lectura debe hacerse por el interés o el valor intrínseco de lo que se lee, y nunca debe hacerse o presentarse como un ejercicio” (The Psychology and Pedagogy of Reading, The Macmillan Company, New York, 1908; The MIT Press, 1968).

Como dijo C. Freinet, “se aprende a leer leyendo”. Las destrezas de muestreo, estructuración, predicción, inferencia, autocontrol, autocorrección (K. Goodman) y el comportamiento del lector: orden, continuidad, concentración, resistencia frente a las dificultades del texto, etc., se adquieren de modo natural en la práctica constante de la lectura, sin necesidad de ejercicios. Esta práctica constante, recordemos,no es posible si a uno no le gusta leer.

Es difícil, por no decir imposible, formar lectores con ejercicios que resultan desagradables a los estudiantes y les quitan las ganas de leer. La psicología es la ciencia que estudia la conducta y realiza sus investigaciones desde hace 150 años. La ciencia de la lectura tiene ya más de cien años. ¿Por qué los resultados obtenidos por estas disciplinas no se tienen en cuenta en la lucha contra las bajas cifras de desempeño en la lectura?

Para responder a las expectativas de la sociedad, los colegios deben buscar la forma de que los estudiantes quieran leer mucho. Es necesario que no se lea solo para estudiar. La lectura es esencialmente un arte que permite entrar a voluntad en mundos desconocidos, acceder a campos nuevos de la experiencia, vivir experiencias que no se podría tener de otro modo, descubrir secretos hasta ahora ocultos, disfrutar cada vez nuevas historias, nuevas fantasías, nuevos hechos, nuevos conocimientos… Por eso es necesario programar en el horario escolar una actividad diaria de lectura recreativa, no académica, en el aula.

*Raúl Garavito Rivera, psicólogo educativo.

FOTO: PEXELS.COM

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ELESPECTADOR.COM